lunes, julio 7, 2025

DE PRIMERA MANO

Rolando Quevedo Lara

Quevedo_r@yahoo.com.mx

NIÑOS ESPECIALES

Excelente fin de semana Familia y Amig@s.

Llegó por honorable conducto pretérita reflexión.

Desconocemos el autor, deambula en redes sociales:

En fiesta organizada en una escuela de niños con capacidades especiales, el padre de un estudiante pronunció discurso que nunca será olvidado.

  -«Cuando no hay agentes externos que interfieran con la naturaleza, el orden natural de las cosas alcanza la perfección».

-Pero mi hijo, Herbert, no puede aprender como otros niños lo hacen.

-No puede entender las cosas como otros niños. ¿Dónde está el orden natural de las cosas en mi hijo?

La audiencia quedó impactada por la pregunta.

El padre continuó: ‘Yo creo que cuando un niño como Herbert, física y mentalmente discapacitado viene al mundo, una oportunidad de ver la naturaleza humana se presenta, y se manifiesta en la forma en la que otras personas tratan a ese niño’.

Entonces contó que un día caminaba con su hijo cerca de un parque donde algunos niños jugaban beisbol. Herbert le preguntó a su padre:

-‘¿Papá, tú crees que me dejen jugar?’

Su padre sabía que a la mayoría de los niños no les gustaría que alguien como Herbert jugara en su equipo, entendió, si le permitían jugar a su hijo, le darían un sentido de pertenencia muy necesario y la confianza de ser aceptado por otros a pesar de sus habilidades especiales.

  Se acercó a uno de los niños que estaban jugando y le preguntó (sin esperar mucho) si Herbert podría jugar.

El niño miró alrededor por alguien que lo aconsejara y le dijo: Estamos perdiendo por seis carreras y el juego esta en la octava entrada. Trataremos de ponerlo al bate en la novena entrada’.

Herbert se desplazó con dificultad hasta la banca y con una amplia sonrisa, se puso la camiseta del equipo mientras su padre lo contemplaba con lágrimas en los ojos por la emoción.

Al final de la octava entrada, el equipo de Herbert logró anotar algunas carreras pero aún estaban detrás en el marcador.

Al inicio de la novena entrada, Herbert se puso un guante y jugó en el jardín derecho.

Ninguna pelota llegó, estaba obviamente extasiado solo por estar en el juego y en el campo, sonriendo de oreja a oreja.

Al final de la novena entrada, el equipo de Herbert anotó de nuevo. Ahora con dos ‘outs’ y las bases llenas la carrera para obtener el triunfo era una posibilidad y Herbert era el siguiente en batear.

Todos sabían que un solo ‘hit’ era imposible porque Herbert no sabía ni como agarrar el bate correctamente, mucho menos pegarle a la bola.

Sin embargo, mientras Herbert se paraba sobre la base, el ‘pitcher’, reconoció que el otro equipo estaba dispuesto a perder para brindarle un gran momento en su vida, se movió unos pasos al frente y tiró la bola muy suavemente para que Herbert pudiera al menos hacer contacto con ella.

El primer tiro llegó y abanicó torpemente y falló.

El ‘pitcher’ de nuevo se adelantó unos pasos para tirar la bola suavemente hacia el bateador.

Esta vez Herbert abanicó y golpeó la bola tan suavemente que ésta cayó justo enfrente del ‘pitcher’.

El juego podría haber terminado. El ‘pitcher’ podría haber recogido la bola y haberla tirado a primera base. Pero, el ‘pitcher’ tiró la bola muy alto sobre la cabeza del niño en primera base.

Todos los espectadores y los jugadores de ambos equipos empezaron a gritar ‘Herbert corre a primera base, corre a primera’ nunca en su vida Herbert había corrido esa distancia, pero logró llegar a primera base. Corrió con los ojos muy abiertos y sobresaltado.

Todos gritaban, ‘¡Corre a segunda, corre a segunda!’. Herbert, recobrando el aliento, corrió con dificultad hacia la segunda base.

Para el momento en que Herbert llegó a segunda base el niño del jardín derecho tenía la bola. Era el niño más pequeño en el equipo y sabía que tenía la oportunidad de ser el héroe del día. Sólo tendría que tirar la bola a segunda base, pero había entendido las intenciones del ‘pitcher’ y la tiró demasiado alto, por encima de la cabeza del niño en tercera base.

Cuando Herbert llegó a tercera, los niños de ambos equipos, y los espectadores, todos, estaban de pie gritando ‘¡corre a ‘home’! corre’.

Herbert corrió al ‘home’, se paró en la base con sus brazos en alto, rebosando felicidad, giró la cabeza mirando a su padre… mientras (cosa extraña) los jugadores de ambos equipos lo vitoreaban y abrazaban como el héroe que bateó el ‘grand slam’ y ganó el juego para su equipo. ‘Ese día’, dijo el padre con lágrimas bajando por su rostro, ‘los niños de ambos equipos se confabularon dándole a este mundo una muestra de verdadero amor y humanismo’.

Herbert no sobrevivió otro verano. Murió ese invierno, sin olvidar nunca haber sido el héroe y haber hecho a su padre muy feliz, haber llegado a casa y ver a su madre llorando de felicidad y ¡abrazando a su héroe del día!

DEL PRINCIPIO AL FIN

TODOS NOSOTROS mandamos cientos de bromas por correo electrónico sin pensarlo dos veces, pero cuando nos llega un mensaje sobre las lecciones maravillosas que nos da la vida, la gente duda… LO CRUDO, vulgar y a veces obsceno circula libremente por el ciberespacio, pero las discusiones públicas sobre decencia no son estimuladas y son comúnmente suprimidas. PENSAMOS QUE todos juntos podemos hacer la diferencia y por lo tanto todos son elegibles para recibirlo. Nosotros tenemos miles de oportunidades cada día para ayudar a que se realice ‘el orden natural de las cosas’, ésta es solo una de ellas. Un sabio dijo una vez: ‘Toda sociedad será juzgada por como trata a los menos afortunados”… FELIZ FIN de semana. Por favor, ¡SONRIA!

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