miércoles, mayo 8, 2024

Columnas Luis Velázquez

Escenarios

•Los días más oscuros

•Entereza para seguir

•Mantener la lucha

Luis Velázquez

10 de septiembre de 2020

UNO. Los días más oscuros

Se viven y padecen los días más oscuros. En los últimos cien años, nunca jamás. Y en medio de la pandemia, la recesión, el desempleo, el cinturón más apretado que será el año entrante según aviso de la secretaría de Hacienda y Crédito Público, lo único que cuenta es la fuerza y la entereza para seguir adelante.

Un fracaso en la vida nunca ha sido importante. Dos. Tres. Cuatro. Etcétera, pues la vida, en todo caso, es la suma de victorias y derrotas.

Pero más, mucho más indicativo y significativo, es mantenerse en la lucha.

DOS. 7 meses acuartelados

Son los peores días de la vida. Llevamos acuartelados desde el día primero de marzo, trabajando muchos desde casa. Los estudiantes recibiendo clases en línea.

Y aun cuando la Organización Panamericana de la Salud advierte que la mitad de los ancianos están sobrecargados de stress y están apareciendo más enfermos con problemas mentales, solo queda llenarse de valor cada familia para empujar la carreta.

Ni modo, digamos, de cruzarse brazos y ver que el desastre epidemiológico, económico, social y sicológico nos devore a todos.

TRES. Llenarse de mucha prudencia

Nadie puede vaticinar por ahora el fin de la pandemia. Los grandes médicos profetizan que ya se levantará la cuarentena y días, semanas después, el rebrote.

Y sin embargo, cada quien su COVID ha de cuidarse más y más, porque la vida está en riesgo, igual o peor que hacia el mes de marzo cuando la pesadilla comenzara.

Solo resta llenarse de mucha prudencia y paciencia para alentar a la familia en las horas más oscuras que vivimos y padecemos.

CUATRO. COVID o recesión

La coyuntura es difícil. Sigue el confinamiento a costa de la crisis económica recrudecida o salimos a la calle a la vida normal para alivianar la economía con el riesgo de quedar contagiado y hasta con el peligro de la muerte.

Se muere por el COVID o se va muriendo poco a poco con la recesión, el desempleo y la hambruna.

La vida, jugándose a los dados, la ruleta rusa.

Con todo, lo único que cuenta es el valor, la decisión y la fortaleza del corazón y las neuronas para continuar unidos en la familia y entre todos buscar una lucecita en el fondo del túnel.

CINCO. La vida es así…

En el camino, muchos han quedado contagiados y una parte la ha librado. Otros, han fallecido, dejando sufrimiento y dolor.

Una silla vacía en la mesa de comer. Una cruz en el camposanto. Los recuerdos de los días buenos quizá iluminando las horas.

Pero al mismo tiempo, vaya paradoja, hay otros familiares que están vivos y por quienes ha de lucharse todos los días, en cada nuevo amanecer, con el mismo ímpetu, pues la vida, qué caray, es así.

Emerson lo expresaba de la siguiente manera:

El día cuando nacemos empezamos a morir.

SEIS. Apegarse a la vida

Algún día saldremos del atolladero. Es la historia de la vida. Los desastres naturales y las epidemias y pandemias son repetitivas.

Nadie ha podido olvidar, por ejemplo, en la Cuenca del Papaloapan, las feroces inundaciones de los ríos que entraban a los pueblos y arrastraba animales, personas, casas, bienes materiales.

Y aun cuando por fortuna muchos años hace que dejaron de darse, la experiencia es imborrable, memorable y citable.

Y por eso mismo, razones de sobra para apegarse más a la vida. Todos juntos, en familia, para flotar.

Algún día seremos los sobrevivientes del coronavirus y la recesión.

Expediente 2020

Gabinete acotado

Luis Velázquez

10 de septiembre de 2020

El gobierno de Veracruz está “atrapado y sin salida”, entre la espada y la espada.

Uno. Los desaparecidos. Los 5 últimos, jóvenes de 19 años de edad pa’lante, en Emiliano Zapata. Igual que los 5 muchachos de Playa Vicente levantados en Tierra Blanca. Igualito que las doce edecanes de Xalapa. Igual, igualito que los 7 comerciantes de Ciudad Mendoza desaparecidos en Ixtaczoquitlán.

Dos. El tiradero de cadáveres. Feminicidios en primer lugar nacional.

Tres. Primer lugar nacional en secuestros y extorsiones.

Cuatro. El tiradero de impunidad y que ha recrudecido la protesta de ONG, activistas y académicos.

Cinco. El quebradero de comercios, negocios, changarros, empresas, industrias y fábricas.

Seis. El desempleo galopante.

Siete. El recrudecimiento de la pobreza y la miseria en la mayoría poblacional.

Ocho. La calidad de vida más desplomada que nunca.

Nueve. La pésima calidad educativa.

Diez. La pésima entre la pésima calidad de salud pública.

Once. Luego de 21 meses, la desigualdad económica y social multiplicándose como los peces, los panes y el vino.

Doce. La 4T, que tantas expectativas levantara a mediados del año 2018, en la ruleta rusa, en el tobogán social, en el descarrilamiento, y sobre un camino extenuante cada vez más largo y siniestro, lleno de espinas y cardos.

Trece. La muerte de la esperanza. Ninguna lucecita alumbrando el fondo del túnel social y económico.

Catorce. El terror y el miedo en su decibel más alto. Narcojefes policiacos y narcopolicías en Álamo y Paso del Macho. Detenidos, ajá, aun cuando nadie conoce ni en boletín se han ocupado del proceso penal si es que tuvieran sujetos a. Peor tantito si se considera como hipótesis universal el número de municipios que estuvieran contaminados.

Quince. A pesar de que llevamos 21 meses con la tribu de MORENA, la venta burda y barata de esperanzas creyendo que la población todavía cree en ellos y les tiene fe.

SANGRE, DOLOR, SUFRIMIENTO Y LÁGRIMAS

Dieciséis. Lo peor es la soberbia, el desdén, la indiferencia, la apatía, el valemadrismo. Todo junto, sobre los graves pendientes sociales, económicos, educativos, de salud, seguridad y justicia y desarrollo humano.

Diecisiete. Ejercer el poder en el día con día. En una política reactiva que a nada lleva, por ejemplo, siguiendo los estragos de cada día y noche cometidos por los carteles y cartelitos.

Dieciocho. La migración que sigue a los campos agrícolas del Valle de San Quintín y Estados Unidos debido a una política económica errática para alentar la creación de empleos y reducida a la venta de mangos, higos y pambazos y que más ingresos obtienen las taiboleras con el servicio de table-dance a domicilio y virtual.

Diecinueve. La población soñando con la dicha y la felicidad a partir de un empleo seguro y estable y pagado con justicia laboral y con salud pública, pero sin ninguna posibilidad de acceder al paraíso.

Veinte. Por el contrario, la frivolidad como una constante en el ejercicio del poder. A, de la política fifí y sabadaba a la política del machete y la moruna. B, la política distractora de las inyecciones en la nalga en el Palacio Legislativo. C, el programita “Veracruz se antoja”. D, la venta de higos y mangos. E, la bata/piyama del secretario de Salud. F, el reality-show en el Tribunal Superior de Justicia por los cargos públicos. G, el discursito de que la violencia va a la baja. H, el secretario de Salud inculpando a la población del rebrote del COVID porque son desobedientes cuando 6 meses después del confinamiento todo ser humano tiende a rebelarse.

LA IMAGEN DEL GÓBER

Veintiuno. A Miguel Ángel Yunes Linares, la población temía. De Javier Duarte, se pitorreaba. Fidel Herrera cabeceaba. Miguel Alemán Velasco fue distante en el ejercicio del poder. Patricio Chirinos Calero, indolente. Dante Delgado Rannauro, cercano a la población con el programa Solidaridad. Fernando Gutiérrez Barrios inspiraba respeto.

¿Cuál es, entonces, la imagen que el góber obradorista se ha formado a sí mismo y a través de sus hechos y acciones y resultados y a través del gabinete legal y ampliado?

¿Lo respetan, le temen, despierta admiración, cariño, afecto, se pitorrean, inspira ternura, pena de la pena ajena?

Veintidós. La mayor parte del gabinete, en los días más oscuros de sus vidas públicas. Unos cuantos, en el tendedero público. En la cancha jugando, digamos, los secretarios de Gobierno, Educación, Seguridad Pública y SEFIPLAN. Los demás, sabrán ellos el bienestar social generado en beneficio de los 6 de los 8 millones de habitantes de Veracruz en la miseria y la pobreza… si es que hacemos casos a la estadística del INEGI y los Cuadernillos Municipales de la secretaría de Finanzas y Planeación.

Un gabinete cercenado, limitado, acotado, en el limbo.

Veintitrés. Del conjunto, el peor talón de Aquiles es la secretaría de Seguridad Pública.

En vez de garantizar la certidumbre en el día con día, la SSP solo está dando tiros, balazos, fuego cruzado, cadáveres flotando en los ríos y tirados en la calle, decapitados, mutilados, secuestrados, desaparecidos, extorsiones, sangre, dolor, sufrimiento y lágrimas.

Los días son duros y difíciles y cada vez el camino sembrado de más espinas y cardos, casi casi como si anduviéramos sobre vidrios astillados.

Barandal

•Cornadas del hambre

•Ranchero, migrante en E.U.

•Con el morral a cuestas

Luis Velázquez

10 de septiembre de 2020

ESCALERAS: Cornelio llegó del rancho a la vecindad para trabajar de jardinero, lavacoches y hacer mandados. Y hasta de velador.

Pero como “el hambre muchas cornadas suele dar”, con unos amigos se echó el morral a la espalda con par de mudas de ropa y ropa interior, y se fue de migrante sin papeles a Estados Unidos.

Muchos años después, unos diez, allá sigue. 6, 7 años después de su partida envió por su novia y desde entonces, felices y dichosos en el paraíso terrenal, su tierra prometida.

PASAMANOS: Todos los días se levantaba a las 5 de la madrugada para lavar las 3 camionetas de los patrones y un hijo. A las 7 de la mañana, las unidades móviles relucían limpias y enceradas.

Entonces, pasaba a regar el jardín que era amplio, grande, como la mitad de un campo de béisbol.

A veces, también agarraba la moruna para cortar el monte ya crecidito. Y a machetazo limpio lo tenía reluciente.

Buena mano para sembrar árboles y flores. En las tardes solía platicar con una que otra florecita porque, decía, tienen su vida y florecen a plenitud cuando se les platica y abraza y apapacha.

CORREDORES: En aquella mansión conoció a la trabajadora doméstica, de su edad, y originaria de otro rancho en Los Tuxtlas, como él.

Y noviaron, soñando que en el advenimiento de un bello día donde los patrones les aumentaran el salario y pudieran casarse y ahorrar y hasta lograr una casita del INFONAVIT si es que, claro, la patroncita tenía misericordia de ellos y afiliaba al Seguro Social.

BALCONES: Pero los sueños utópicos sueños son. Ilusiones. Quimeras. Irrealidades.

Uno, dos, tres años pasaron y los días eran iguales. Igual el lunes que el viernes y el sábado. La vida de Cornelio, lavando los carros, regando el jardín, haciendo mandados. Y la vida de ella, cocinando, barriendo la casa con la escoba y pasando jerga y lavando y planchando la ropa de la familia, sin que una lucecita alumbrara el fondo del túnel donde vivían.

Y así, tal cual, se dijeron, nadie mejora, nadie prospera, nadie puede seguir viviendo.

Fue cuando Cornelio miró hacia otros lados y descubrió que unos paisanos estaban en Estados Unidos y soñaban a plenitud.

PASILLOS: Y simple y llanamente, renunció a los padrones dueños de aquella mansión soberbia de una cuadra con alberca gigantesca y gigantesco jardín.

Lo acusaron de todo. Traidor. Desleal. Ingrato. Mala leche. Y aun cuando terminaron aceptando que les hacía falta, mucha falta, en ningún momento ofrecieron mayor salario.

Con unos paisanos se echó el morral con su ropita al hombro y partieron a la aventura.

Hace una década que se fue. Hace unos 3 años que envió dinerito a su novia y lo siguió. Y allá viven, en un pueblito de Carolina del Norte, en un ranchito, trabajando como jornalero y ella en la cocina y ganando en dólares.

Soñando con estar y ser.

VENTANAS: Según cuenta en un correo electrónico están felices. Viven bien. Ya procrearon un hijo. Y mientras aquí chambeaban todos los días sin día de descanso y sin ahorrar, allá, descansan sábado y domingo y han pasado los años ahorrando.

Por lo pronto, tienen descartado volver a Los Tuxtlas, de donde son originarios. Incluso, forman parte de una colonia de paisanos que muchos allá andan y mejor a que si estuvieran en sus pueblos. Entre todos se cuidan y procuran. Casi casi las comunas soñadas por Tomás Moro.

Malecón del Paseo

•El mejor profesor

•Facultad de Periodismo

•Francisco Gutiérrez

Luis Velázquez

10 de septiembre de 2020

EMBARCADERO: El mejor profesor en la antigua facultad de Periodismo de la Universidad Veracruzana fue Francisco Gutiérrez… Maestro en el aula, maestro en el ejercicio reporteril, maestro en la sala de redacción y maestro en la vida… Generoso y solidario, sin envidias, rencores ni odios… Siempre impulsando a los estudiantes en quienes veía y sentía y valoraba y calibraba “madera de reporteros” según decía… En el antiguo Dictamen era secretario de Redacción y diseñaba páginas interiores, aun cuando nunca fue diarista en la calle… Pero sabía los secretos del periodismo y enseñaba…

ROMPEOLAS: En la facultad impartía la materia de Redacción y Estilo… Partía de un principio universal… Una cosita es reportear y reportear bien todos los hechos sin dejar ninguno al aire y o en el limbo… Y otra, mil años luz de distancia, la forma cómo cada reportero cuenta la historia, pues se trata del producto final… En el salón de clases, pedía una crónica para que cada alumno la leyera y entre todos se sometiera al veredicto popular como una especie, digamos, de tertulia literaria, donde todos se ayudan entre sí para escribir mejor…

ASTILLEROS: Profesor de escuela primaria como varios de su generación trasladados al periodismo (Alfonso Valencia Ríos y Antonio Salazar Páez, por ejemplo), en la hora de clases solía elevar la voz como si fuera cantante de ópera con el único objetivo de mantener el interés de los alumnos… Pero también, centrarse en un punto importante del arte narrativo… Con frecuencia, hacía que el estudiante escribiera 2, 3, 4, 5, 6 veces la misma crónica y que él mismo guardaba para luego exponerlas como método pedagógico y analizar virtudes y defectos…

ESCOLLERAS: Solía invitar al periódico donde trabajaba para que los alumnos respiraran el medio ambiente en una sala redacción y amacizaran la vocación… Pero al mismo tiempo, para que si les interesaba aprendieran el arte del diseño tipográfico y que con gusto enseñaba… Así, trabajaba triple… Primero, en el aula… Después, en el periódico… Y luego, hacia el final de la noche cuando terminaba su faena periodística solía invitar un café para platicar las cosas del día y hacer el balance fundamental…

PLAZOLETA: Director en aquella facultad de Periodismo-UV, impulsó más, mucho más, a los alumnos con vocación periodística… Incluso, con sus relaciones, les abría puertas en los medios tanto locales y estatales como nacionales… Más aún: si algún estudiante soñaba con un viaje reporteril a una parte del mundo tocaba el corazón y las neuronas del rector de la UV, Roberto Bravo Garzón, para la compra del boleto y los viáticos por una semana, digamos… Y el trabajo era publicado… Además, rara y extraña virtud humana, era cien por ciento discreto… Nada de lucirse ni alardear… Y si alguien se lo refería siempre acreditaba los méritos de los otros…

PALMERAS: Unos alumnos lo intrigaron… Le armaron el peor zafarrancho moral y debió renunciar a la dirección de la facultad… Muchos años después quedó clara la conspiración en su contra, pero era demasiado tarde para “lavar culpas”… La alumna que se prestó a la jugarreta se arrepintió y quiso explicarse y justificarse… El maestro ya había fallecido… Su nombre, su paso por la tierra y su generosidad se multiplican… Como pocos, excepcionales, pulió y volvió a pulir a montón de reporteros… Además, con una moral “a prueba de bomba”, pues nunca, jamás, le interesaron ni cedió a las tentaciones materiales…

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