San Martín de Porres
Luis Velázquez
28 de diciembre de 2019
El secretario General de Gobierno es un santo laico de la política. Atrás de su mirada dura y de su puño y músculo tenso contra los opositores a MORENA, incluidos los Morenistas, como los diputados locales, por ejemplo, hay un san Martín de Porres. Solo que a diferencia de san Martín, que siempre actuaba con humildad y discreción, al titular de la SEGOB jarocha le gustan las candilejas. Y suele echarse incienso en cada acto oficial. Por ejemplo, cuando la noche navideña repartió té de frutas, bocadillos y cobertores a los familiares de los enfermos hospitalizados en el Centro de Alta Especialidad de Xalapa, doctor Rafael Lucio.
Antes o después de su cena navideña privada, digamos, en familia, como se estila, ingresó al hospital público con su ejército de un par de auxiliares de confianza, jóvenes ambos, entró por el lado de Urgencias, y como Jesucristo cuando multiplicara los peces y los panes, repartió «una sencilla cena con los presentes» según el boletín.
Y, desde luego, le tomaron fotografías y las publicitaron para que la mitad de la población electoral de Veracruz y la otra mitad lo supieran y esté informada de que en el Palacio de Gobierno de Xalapa hay un santo laico. La versión masculina de la madre Teresa de Calcuta. Un apóstol de Jesús predicando con hechos el evangelio y la buena nueva.
A partir de ahora, y como cada mañana repite AMLO, el presidente de la república, también puede, Cartilla Moral en mano, cacarear el evangelio de «no mentir y no robar y no matar» y no desear a la mujer de tu próximo ni de tu próximo.
Ningún otro secretario del gabinete legal y ampliado, incluso, tampoco el góber de AMLO, menos, mucho menos, el propio secretario de Salud, con el corazón de oro de Éric Patrocinio Burgos.
Atrás de su rostro duro, un corazón noble, solidario con los pobres y los llamados «pobres entre los pobres».
¡Vaya mesianismo protagónico!
LA MISERICORDIA ES DE FAMILIA
En el ritual religioso, el bien ha de hacerse «sin mirar a quien», y al mismo tiempo, con toda la discreción del mundo, pues, se afirma, nada está oculto para el Ser Supremo, quien siempre mira a todos y sabe del comportamiento de cada uno.
Además, de que en el otro lado del charco son premiadas las personas que ayudan a los pobres y más cuando el benefactor se quita la única camisa que tiene para darla a los jodidos pues solo así la caridad alcanza el más alto decibel.
Pero en el ritual político, y como en el caso, si se obsequian alimentos básicos para una cena navideña (té de frutas y bocadillos y cobertores) solo resulta válido si se publicita en las redes sociales (twitter y facebook, de preferencia) y en la prensa escrita y digital.
Así, mientras el góber cenaba con su familia en casa de su hermana, «El dos del palacio» asestaba un campanazo, advirtiendo al mundo «que no es la primera vez que lo hago pues lo hace desde hace muchos años», quizá en Baja California, su tierra adoptiva y donde viviera la mayor parte de su vida.
Incluso, publicitó que su inmensa generosidad es familiar porque tiene «una hermana que pasa casa por casa regalando juguetes en alguna comunidad el 6 de enero».
De ñapa, también dejó unos bocadillos en el área administrativa del hospital y a los elementos policiacos de guardia.
El secretario de Gobierno se puso así, digamos, a la altura más sublime del obradorismo, comprando té y bocadillos y cobertores para los pobres de su bolsillo (ajá) y que dado el impacto mediático que buscó habría salido ultra contra súper recompensado.
Ha de referirse, por ejemplo, que cada semana, en el Hospital Regional de Veracruz, hay mujeres jarochas que llevan cafecito calientito con panes y tamales a los familiares de los pacientes internados que pasan las noches así llueve, truene y relampaguee, sin publicitarse en los medios ni tampoco gritonear que están ayudando a los pobres.
EL CRISTO NEGRO SE APIADÓ DE LOS POBRES
Si AMLO tiene un vicepresidente de la república en Marcelo Ebrard Casaubon, secretario de Relaciones Exteriores, soñando con la candidatura presidencial de MORENA en el año 2024, entonces, el góber jarocho tiene en Éric Cisneros Burgos, secretario de Gobierno, a un vicegobernador, soñando, de igual modo, con la candidatura de MORENA a jefe del Poder Ejecutivo Estatal en el año 2024.
Por ejemplo:
Cisneros trae en el puño y en el músculo a los secretarios de Seguridad Pública y de Salud y a la Fiscal. Trae a una parte de los diputados locales de MORENA, pues otra parte está en su contra.
Trae al delegado federal de la Fiscalía General de la República. Trae a un montón de presidentes municipales de MORENA.
Trae a varios funcionarios del OPLE. Trae la estructura electoral de MORENA. Trae a TV Más con «El kiko». Trae a la presidenta del Tribunal Superior de Justicia, madre de su secretario particular.
Y dueño de las neuronas de gran parte de los actores políticos de la izquierda, entonces, ahora busca adueñarse del corazón social de los pobres, y por eso, su misticismo protagónico de llevar tecito y bocadillos al Hospital de Alta Especialidad y contarlo al mundo para que el mundo esté informado de su gran corazón.
Por eso, está soñando con la silla embrujada del palacio de Xalapa para el año 2024, o antes, en caso de que, y como asegura el diputado federal, Héctor Yunes Landa, Cuitláhuac sea invitado al gabinete legal o ampliado o diplomático del obradorismo.
Uno de los familiares de los pacientes del hospital que pasaba frío y hambre dijo al Cristo Negro de Otatitlán y Esquipulas:
«Gracias por venir y acordarse de que aquí estamos muchos pasando frío y no tenemos a dónde ir porque no somos de aquí».
Otro familiar añadió:
«Ningún funcionario (como usted, Éric Cisneros) deja su cena en su mesa para compartir en un hospital público».
Entonces, el titular de la SEGOB jarocha, lleno de misericordia y compasión y solidaridad y amor por los pobres, repartió «abrazos y besos» a todos y cada uno, y en medio de la noche fría de Xalapa (noche de paz y amor) fue despedido con aplausos.
¡Hosanna, hosanna!
