miércoles, mayo 8, 2024

Expediente 2019

“La panza es primero”

Luis Velázquez

20 de diciembre de 2019

Veracruz sigue en las grandes ligas. Ocupamos el quinto lugar nacional en gordos. ¡La panza, ya se sabe, es primero! Y tragones al fin, dejamos que la panza tome la forma caprichosa que desee.

Nuevo León brincó al primer lugar en nuevos gordos este año. La Ciudad de México, en segundo. El Estado de México, tercero, Jalisco, el cuarto. Y Veracruz, el quinto.

Nadie inculpa a la secretaría de Salud de una política fallida de salud pública. La vida sedentaria causando estragos. Pero también, la comida chatarra.

Nada hace más feliz en la vida que sentarse en la butaca del cine con unas palomitas y cheetos y un refresco de cola.

Mayor felicidad con un banquetazo de picadas y gordas, tacos y tostadas, pambazos y pizzas.

Por eso quizá, pensando en la felicidad de los niños de Veracruz, el secretario de Educación cabildea o ya fue lo impuso que en las escuelas primarias y secundarias solo vendan Pepsi Cola.

La felicidad total, alcanzada a plenitud cuando luego de comer la persona se tira en la hamaca meciéndose con la brisa marina y una cervecita a un lado.

Felicidad absoluta, mirando un juego de futbol por la tele con los amigos y las chelas y la botana a un lado para vitorear al equipo favorito si mete un gol.

Mario Tejeda, el priista ex presidente de la Vía Veracruzana, siempre ha dicho que el café de los 200 años es el paraíso de los flojos.

El desayunito de comida chatarra todos los días en las oficinas porque la gente suele levantarse tarde y aprisa y de prisa y con prisa llega a la chamba para en la primera oportunidad tomar los alimentos, pero por lo regular, lo que se pueda.

El encanto de estar gordo para que la pareja entone aquella canción de “gordo/ gordo de mi vida/ cuánto te quiero”.

NADA MÁS FELIZ QUE LA PANZA BAMBOLEANDO

De acuerdo con la estadística del vecino, de cada diez hombres que pasan enfrente, seis, siete quizá, están gordos.

Las llantas cuelgan y se bambolean felices, dichosas, de seguir ganando la batalla a la secretaría de Salud con sus anuncios convocando a la población para ejercitarse cada día, aunque sea un ratito.

En cada consulta médica, la primera actitud del doctor es medir la presión arterial y el peso, y aun cuando sugiere hacer ejercicio, por un oído entra la recomendación y por el otro sale.

Y desde luego, en algún momento de la historia, los gordos ganaron la batalla, porque si, por ejemplo, se miran las fotografías o retratos de los personajes famosos de la historia, todos eran delgados.

El más flaco de todos fue Jesucristo. Y ninguno de los doce apóstoles era gordo.

Adán y Eva, los dos, eran delgados. Y por eso mismo, incluso, andaban desnudos en el paraíso para mirarse y admirarse en su arquitectura humana.

Es más, Luzbel, el reino del mal, también era delgado.

Todos y cada uno de los Emperadores y Césares de la antigüedad eran delgados.

Sócrates y Séneca predicando en la plaza pública en Roma eran delgados, y luego, y acompañados de sus efebos, se iban a los baños colectivos para quedar desnudos y alardear su figura atlética.

Emiliano Zapata era delgado, pero Pancho Villa, un gigantón, era gordo.

El caso es que Veracruz se mantiene en uno de los primeros lugares nacionales habitado por gente excedida de peso.

Y aun cuando “con el tiempo y un ganchito” la mayoría, todos quizá, terminarán en el consultorio médico del traumatólogo para aligerar los dolores musculares, hemos de resignarnos a que la panza tome la forma caprichosa que desee y que sirvan las otras acompañada de botana rica.

¡Viva, entonces, la comida chatarra!

LOS GORDOS TAMBIÉN VAN AL CIELO

En el concurso de Miss Universo (México, en tercer lugar), todas las mujeres eran delgadas.

En el cine, la mayoría de los artistas, mujeres y hombres, son delgados.

En las pasarelas de la moda, todas son mujeres delgadas.

Las mujeres y los hombres delgados ganan más suspiros que la gente excedida de peso.

Pero ni así, el ideal humano es conservarse en forma pues, y por naturaleza, el género humano tiende a lo más fácil y a la comodidad.

Por fortuna, los gordos también se van al cielo pues nadie les ha prohibido el acceso.

Así, entonces, nada que lamentar que Veracruz ocupe el quinto lugar nacional en gordos.

Y más, cuando se vive de cara al mar para disfrutar la milonga y la hamaca.

Incluso, la pareja siempre suele exclamar “mi gordito amado” en tanto con una mano le acaricia la panza, mejor dicho, la pancita, dicho sea con cariñito.

Formemos, entonces, un club de gordos. Y para evitar habladurías que sea como los grupos de Alcohólicos Anónimos, con bajo perfil, sin ventilarse en la cancha pública y que bien podría, digamos, llamarse el club de Gordiflones Anónimos, el GA, y que hasta un concursito anual pudiera tener para la dicha de todos, incluida la presentación en traje de baño.

Es más, un fotógrafo pudiera tomar la gráfica de la panza de cada uno para una exposición en el museo de la ciudad con el título de “Identifique su panza”.

El premio sería un pase para desayunar picadas y gordas en el Sanborcito jarocho ubicado en La Huaca, allí de donde salió al estrellato Toña la negra, quien era una gordita feliz.

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