Políticos efímeros
Luis Velázquez
09 de noviembre de 2019
Hay políticos efímeros. Son aquellos que duran en el poder, si bien les va, un sexenio. Quizá dos, si se enrocan. Son quienes treparon al poder, poder efímero, cuando un amigo se encumbró. Y entonces duran la eternidad de un instante.
Y en Veracruz, como en el país, estamos llenos.
Quizá los más memorables (por cómo actuaron) son Erick Alejandro Lagos Hernández y Jorge Alejandro Carvallo Delfín.
El par llegó con Fidel Herrera Beltrán. Se empalmaron con Javier Duarte. Y desde hace 3 años, debut y despedida.
En la cancha pública se afirma que se fueron «cabezones». Incluso, hasta los admiran porque en tanto Duarte está preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México y unos treinta duartistas quedaron presos en el penal de Pacho Viejo, ellos, ¡vaya fortuna!, la libraron.
Y la libraron, se afirma, porque su héroe legendario es Judas. Es decir, porque habrían traicionado a Duarte pasando información confidencial a Miguel Angel Yunes Linares para que les otorgara la amnistía, el perdón, la indulgencia.
Mauricio Audirac Murillo es otro político efímero. Llegó con Fidel Herrera y se fue con Duarte. Y luego de un ratito en Pacho Viejo, desapareció. Y en aquel tiempo fue todo, o casi todo, carrera política meteórica, igual que Erick Lagos y Carvallo. Titular del ORFIS, Contralor y secretario de Finanzas y Planeación, cargos públicos, por cierto, «para ordeñar la vaca», es decir, con demasiadas, excesivas tentaciones.
El mismo Duarte fue debut y despedida. Fidel lo encumbró en lo más alto de la cresta, pero la cresta se le volvió ola desencajada, torrencial, huracán, y terminó preso, Lo peor, entronizado como el político más corrupto del siglo XXI según Enrique Peña Nieto, su antiguo aliado, su hacedor máximo luego de Fidel.
Hay más políticos efímeros, como por ejemplo, Alberto Silva Ramos, uno de los más frívolos. Frívolo, también, Luis Ángel Bravo Contreras, el Fiscal que se creía «parido por los dioses». María Georgina Domínguez, la vocera duartista, pontificando. Su paso por la política fue como un huracán.
Otros, sin embargo, desempeñaron cargos menores. Y la política, que es «un tragadero de hombres», los pulverizó.
Soñaron con la eternidad y murieron en el sueño.
EL TIEMPO SE LES FUE EN FRIVOLIDADES
Ninguno construyó una base social. En su tiempo podían, y con cargo al erario, manejar voluntades. Érick Lagos, por ejemplo, organizaba con Antorcha Campesina plantones de apoyo a Duarte, pero también, bloqueaba a los políticos adversarios. Incluso, lanzó a sus huestes en contra de Carvallo y de otros más.
El tiempo se les derritió en frivolidades. Nunca observaron el modelo de otros.
Dante Delgado con su partido, Movimiento Ciudadano. Felipe Amadeo Flores Espinoza con su Vía Veracruzana. Héctor Yunes con su Alianza Generacional.
Más, mucho más fuertes y poderosos y visionaron fueron, han sido, los caciques de Veracruz. Renato Tronco y las hermanas Regina y Fabiola Vázquez Saut, en el sur. Mario Zepahua, en la sierra de Zongolica. Basilio Picazo, en Papantla. Joaquín Guzmán Avilés, en Tantoyuca. Ricardo García Guzmán, en Pánuco.
Su permanencia y sobrevivencia, gracias a sus cacicazgos. Y, claro, en unos casos, brincar de unos partidos políticos a otros, igual, igualito que el legendario Joseph Fouché, cuya filosofía política era estar siempre, siempre, siempre, con el triunfador, nunca con el derrotado.
Pero además, pensar siempre en sí mismo. Sin comprometerse con nadie. Sirviendo a todos, pero con distancia marcada. Y más, como en el caso, cuando caciques al fin tienen una base social, aunque sea movida por el billete.
TIEMPO DE GRANDEZA
¡Ay los tiempos idos! Tiempos cuando los políticos eran, digamos, de carrera. Una carrera ascendente, poco a poco, paso a paso, pero firme, escalando.
Quizá la figura simbólica del siglo pasado el coronel Adalberto Tejeda, originario de Chiconepec, 1883/1960.
Síndico del Ayuntamiento, teniente coronel, jefe del Estado Mayor de la División de Oriente con Cándido Aguilar, jefe de Operaciones Militares en la Huasteca con Venustiano Carranza, diputado federal, senador de la república, dos veces gobernador, secretario de Comunicaciones y de Gobernación con Plutarco Elías Calles, precandidato presidencial desplazado por Álvaro Obregón con su reelección, y embajador de México en Francia y Perú.
Una carrera meteórica, con todo y los tiempos de postrevolución.
Además, un político bragado que enfrentó al presidente Alvaro Obregón, defendiendo a los campesinos frente a los latifundistas y a los inquilinos de los patios de vecindad ante los casatenientes.
Tiempos de grandeza en Veracruz.
Más, si se considera que enfrentó, incluso, la peor matanza de Veracruz cuando el cacique de la hacienda de Almolonga, Manuel Parra, «La mano negra», aliado con los latifundistas asesinara a unos cuarenta mil campesinos y a diecisiete líderes agrarios.
LOS EFÍMEROS DE MORENA
Hay una camada de políticos en Morena adueñada del palacio de Xalapa. Se ignoran cuántos serán efímeros. Debut y despedida sexenal.
Pero la constante en la historia local ha sido la brevedad del poder público. Bien dice el viejito del pueblo: cada seis años, Veracruz, el país, se reinventan. Nuevas caras, nuevos rostros y nuevos estilos de ejercer el poder, aun cuando la codicia y la rapiña se repiten, igual o peor.
El resultado es uno solo: 6 de los 8 millones de habitantes de Veracruz en la miseria y la pobreza. Medio millón de habitantes solo hacen dos comidas al día, y mal comidas, de tan jodidos que están.
Un millón de paisanos con la escuela primaria inconclusa. Otro millón con la secundaria incompleta. 600 mil con el bachillerato a medias. 600 mil habitantes que no saben leer y escribir. Un millón de paisanos en Estados Unidos como migrantes sin papeles. Veracruz, campeón nacional en producción y exportación de trabajadoras sexuales. Uno de cada 3 jefes de familia llevando el itacate a casa con el ingreso derivado del changarro en la vía pública.
Y, en contraparte, los políticos efímeros convertidos en los nuevos ricos de cada sexenio.
