jueves, abril 25, 2024

Expediente 2019

“El fin del mundo…”

Luis Velázquez/Parte I

14 de octubre de 2019

El góber fifí y sabadaba ha lanzado una nueva fraseología bíblica. Se llama “No sería el fin del mundo”. Es la filosofía política en su más alto decibel. Es la filosofía, digamos, del “Power del Sureste”, como le llamó a su (presunta) alianza con sus colegas de Tabasco y Chiapas, y quienes a sí mismo se consideran el club de Tobi más cercano, cercano entre los cercanos, a AMLO.

La nueva filosofía fue aplicada a que “no sería el fin del mundo…” si los Tiburones Rojos desaparecen, o mejor dicho, si el magnate priista, Fidel Kuri Grajales, se los lleva a otra entidad federativa como ha amenazado.

Pero el término político, filosofía política, ciencia política, experiencia total y absoluta en el campo de batalla, bien puede aplicarse a otros rubros de la vida pública.

Por ejemplo, tampoco “fue el fin del mundo” la promesa incumplida del regreso de “El Águila de Veracruz”, con todo, incluso, que el béisbol es el deporte preferido de AMLO.

Ni fue “ni sería el fin del mundo” encarcelar al primer yunista, subsecretario de Finanzas y Planeación.

Ni “fue el fin del mundo” despedir a Leslie Garibo como Contralora luego de su apasionada defensa del nepotismo con los Eleazares Guerrero.

Tampoco es “el fin del mundo” que el secretario de Salud fuera llamado a Palacio Nacional para ajustar cuentas sobre Veracruz en el primer lugar nacional de muertes por dengue y en Sida y en desabasto de medicinas.

Y bien pudiera, sin embargo, que el góber se la esté guardando al doctor Roberto Ramos Alor cuando “El besucón” acuñara su frase imborrable de que antes, mucho antes de que él caiga… caerá Cuitláhuac.

Tampoco “sería el fin del mundo”, por ejemplo, el primer informe de gobierno inventando obra pública o alardeando la construcción de Centros de Salud (el primero en Otatitlán de Cisneros Burgos) sin medicinas.

Ni “sería el fin del mundo” que también desapareciera el equipo de básquetbol, “Los Halcones” de Xalapa, creados y recreados en el Fidelato.

Ni menos, mucho menos “sería el fin del mundo” que Zenyazen, Bogar y Paco terminaran peleados a golpe en un duelo a muerte como en el siglo XVIII, siguiendo, digamos, la ruta de la dignidad del escritor Alexander Puskhin.

EL DÍA CUANDO RESUCITARÁN LOS MUERTOS

“El fin del mundo” tampoco será si, por ejemplo, MORENA perdiera la elección de presidentes municipales y diputados locales y federales en el año 2021.

Ni menos, mucho menos “el fin del mundo” se anticipará al Día de la Resurrección de los Muertos con los carteles y cartelitos mandando en Veracruz con más de mil 500 asesinatos en los últimos diez meses y medio.

Ni “El fin del mundo será” si los secuestros, desaparecidos, asesinatos, feminicidios, infanticidios, cadáveres flotando en los ríos aguas abajo y tirados en la vía pública continúan en ruleta rusa y Veracruz siga chorreando sangre, pues en todo el país completo, completito, sangra y sangra, incluso, peor que en la tierra jarocha.

“El día del Juicio Final”… que así también llaman a “El fin del mundo” tampoco será si Miguel Ángel Yunes Linares y la mayoría de los yunistas libran la cárcel como constituye la obsesiva obsesión de Cuitláhuac.

MAL FARIO, PEOR KARMA

Otro góber fifí, de MORENA, hay en Puebla. Se llama Miguel Barbosa, ex perredista. La semana anterior acuñó frase, digamos, tan bíblica como la fraseología de Cui.

Dijo, por ejemplo, y refiriéndose a la primera elección la gubernatura ante el PAN que “yo gané y me la robaron, pero Dios los castigó”.

Desde luego, nadie cree que Dios se ocupara de la elección de Puebla y castigara a los enemigos y adversarios panistas de Barbosa, con todo y sus ojos de sapo.

Pero si así fuera, Cuitláhuac tiene más chispa y fósforo bitacal que Barbosa con su frase de “no sería el fin del mundo” si, por ejemplo, en el año 2024 MORENA perdiera la gubernatura de Veracruz y ganara, digamos, un priista, o en todo caso, un panista, digamos, Miguel Ángel Yunes Márquez si amarrara, claro, la nominación para entonces.

Por eso, y para honrar al góber de AMLO en Veracruz hemos de adoptar la frase imborrable y memorable de “no sería el fin del mundo” como frase, más que dominguera, de fin de semana, incluso, de todos los días, para aplicarse, por ejemplo, en la desventura y en el mal fario y el peor karma.

Por lo pronto, tampoco “es el fin del mundo” que Jorge Wínckler Ortiz y su profe, Marcos Even Torres Zamudio anden, quizá, “a salto de mata”, pues antes, mucho antes, los duartistas anduvieron igual y con lo que, además, queda confirmada la tendencia histórica de que “los carniceros de hoy serán las reses del mañana”.

Más todavía:

Si hacia el año 2024 MORENA perdiera la elección y con el sucesor de Cuitláhuac se diera otra cacería de bruja en contra de los santones del reino de Cuitlalandia tampoco “será el fin del mundo”.

Ni siquiera, vaya, el mundo se acabó cuando Jesucristo fue crucificado en el Gólgota luego de cargar la cruz tan pesada en el largo y extenso camino.

Y cuando, además, Luzbel, el ángel que soñó con parecerse a Dios, fue lanzado del paraíso.

Y si el góber lanzó la frase bíblica significa que sus neuronas apenas, apenitas le alcanzan para canturrear dichos populares. Sus lecturas de cabecera serán los libros de autoayuda que venden en Sanborn´s y en los mercados populares.

Estemos pendientes. La nueva frase bíblica de Cuitláhuac, el góber, está lista para lanzarse al estrellato. Es la siguiente: “Yo estoy dispuesto a pactar con el diablo para que MORENA gane las elecciones en 2021 y 2024. Todo sea por AMLO, mi dios, mi gurú, mi tlatoani”.

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