miércoles, mayo 8, 2024

Escenarios

•Experiencia de un vejete

•La vida, vivida en vano

•Todos mienten y roban

Luis Velázquez

03 de octubre de 2019

UNO. La experiencia de un vejete

Hacia el final de los días, el viejito del pueblo sintió y pensó que era la hora de dejarse de cuentos y llegó a la siguiente conclusión:

La marihuana es divertida. El matrimonio igualitario, una aventura, incluso, ruleta rusa. El aborto, una experiencia imborrable.

El amor libre, vivir con el motor acelerado y el tanque lleno de gasolina. El adulterio, el frenesí más intenso.

El embarazo de adolescentes, un doctorado para crecer y madurar lo más pronto posible.

La infidelidad, una prueba constante del amor, pues como decía María Félix, el hombre infiel comprueba, mide y calibra y conoce el amor verdadero.

La ingratitud, el reacomodo de fuerzas humanas y bendito el chamán porque así se conoce más la naturaleza humana.

El engaño y la mentira, una oportunidad para desenmascarar a los otros.

El perdón, un mero consuelo religioso para ganar indulgencias en el otro lado del charco.

La amnistía, una estrategia política para quedar como un perdona-vidas.

El indulto, una forma de tranquilizar la conciencia de los políticos abusivos.

El código de ética, “una tomadura de pelo”.

La cartilla moral, una reliquia histórica que nunca nadie respetó.

DOS. El hereje

El viejito del pueblo, 70 años lo contemplaban, resumió de la siguiente manera las 7 décadas vividas:

Todos mienten. Todos roban. Todos desean a la mujer de su próximo y de su prójimo. Y si es necesario, todos matan.

Nadie, desde hace más de dos mil años ha cumplido con los Diez Mandamientos. Tampoco con el decálogo evangélico.

Menos, ha vivido con el alma purificada. Ni tampoco hay corazones cristalinos. Y nadie, además, “puede tirar la primera piedra”, porque nadie está “libre de pecado”.

Incluso, los más pecadores son los sacerdotes, los enviados de Dios en la tierra, claro, con sus excepciones.

Tampoco nadie ama al otro o a los otros como a sí mismo.

Y aquello de que hay un infierno y un cielo es pura faramalla de la iglesia en la Edad Media.

Más aún, cuando el abad de la Basílica de Guadalupe, Schulemberg, aseguró que la Virgen de Guadalupe y el indito Juan Diego eran un invento y fue excomulgado y nunca se conoció su destino, quizá el destierro, el exilio, el entierro…, digamos, por hereje.

TRES. ¿Dónde está Dios?

Cada vez el viejito hace suya la frase de Ignacio Ramírez, El Nigromante, cuando al ser admitido en la Academia de Letras de la Ciudad de México, dijo en su discurso que “Dios no existe”.

Y aun cuando León Tolstoi aseguraba que “si Dios no existe, entonces, yo soy Dios” (quizá el dios de la república de las letras), si hay Dios, entonces, ¿dónde está cuándo más se le necesita?

Y si no hay Dios, tampoco hay Luzbel.

Y aquella frasecita del arzobispo de Xalapa de que ante el oleaje de inseguridad “solo resta rezar” es quizá un mero consuelo para los feligreses.

Y, bueno, si Los Beatles dijeron que “somos más populares que Jesucristo” lo dijeron en un viaje esotérico lleno de drogas, quizá de alcohol y quizá olorosos a sexo fácil.

CUATRO. Fumar mota y de la mala

Nadie, claro, descartaría que el viejito del pueblo fumó mota y de la mala para escribir las líneas anteriores.

Pero ni hablar, cada quien tiene sus vivencias y experiencias y sus clavos atornillados y flojos y piensa y habla “como le fue en la fiesta” de la vida.

Hacia el final del día y de la noche, vivir es una aventura. Y lo que es bueno para unos, es malo para otros.

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