sábado, abril 20, 2024

Barandal

•Gran grito patrio

•El mejor, dicen…

•El tótem del palacio

Luis Velázquez

23 de septiembre de 2019

ESCALERAS: Un priista fue invitado al grito patrio en el palacio de Cuitláhuac. El priista ha estado en unos quince gritos de gobernadores. Y según su mirada y percepción jura que el grito de Cuitláhuac ha sido el mejor de todos los tiempos. Y da sus razones:

Una: nunca como la noche del domingo 15 de septiembre tanta población desbordada. Sea el fervor patrio, sea la República Amorosa, sea la llamada por decreto Cuarta Transformación, sea el tiempo de “los pobres entre los pobres”, muchísima gente dice el priista quien trepado en el balcón miró desde las alturas al pueblo gobernado.

PASAMANOS: Dos: eran las 2, 3 de la mañana y la gente seguía ahí, dice el tricolor. Quizá cantando y bailando con la orquesta contratada y que costó 6 millones de pesos. Incluso estaban hasta con los niños, educando, digamos, a los menores en el amor patrio.

Tres: el góber, moviéndose entre los invitados con mucha habilidad política y diplomática, pues 9 meses y medio ya aprendió, habría aprendido, el arte de la política.

Así, y por ejemplo, luego del grito y mirar al pueblo desbordado saludó de mano a los invitados desde de su lado izquierdo, los primeros, como del lado derecho, los segundos.

CORREDORES: Cuatro: fue hábil y discreto el góber. Por ejemplo, con su familia. En el balcón del palacio, los actores políticos y sociales. Y su familia, sentadita en el patio del palacio mirando el grito y escuchando a la orquesta a través de una pantalla gigantesca, y al lado de los otros invitados.

Luego, el góber bajaría al patio del palacio para saludar a los demás invitados y, claro, a su familia, al frente, Atanasio García, su padre, el académico de la Universidad Veracruzana, graduado con un doctorado en la UPAV creada por Javier Duarte, diputado local y líder del Congreso en el Fidelato.

BALCONES: Cinco: desde luego, mucha polémica se armó con el gasto millonario del grito patrio. Pero en todo caso, siempre ha ocurrido así. Además, es la fiesta tradicional del país, la mera mera. Y ni modo se escatime la austeridad. Lo decía Napoleón Bonaparte: un político ha de vender esperanzas, ilusiones, utopías mundos mejores.

Más todavía: desde el tiempo de los Césares, los emperadores se movían con una regla universal, vigente aún: “Pan y circo”, decían. En el caso, digamos, “pan y circo” para el pueblo, y palos para los malandros.

PASILLOS: Seis: el sistema político es sabio dice el priista. Sea Cuitláhuac ingeniero mecánico, sea el segundo gobernador originario de Xalapa (el otro fue Antonio M. Quirasco, quizá Antonio López de Santa Anna), sea una carrera meteórica (de diputado federal un tiempecito a jefe del Poder Ejecutivo) encarna la figura emblemática del poder, incluso, total y absoluto.

Y así como AMLO es el tlatoani mayor, Cuitláhuac, el tlatoani estatal. Digamos, el arzobispo laico de Veracruz.

VENTANAS: Y más importante: tiene un gabinete legal y ampliado y una mayoría en la LXV Legislatura y en el Poder Judicial, que le sirve de todo a todo y con todo, y su palabra, así sea una vacilada, es una orden.

Y ese tlatoani, ese gurú, ese tótem fue aplaudido y reconocido la noche dominical del grito patrio en Xalapa.

El priista quedó alelado mirando y admirando el fervor patrio de la población arremolinada en la avenida principal de Xalapa. Y lo indicativo, dice, ninguno fue acarreado como en los tiempos priistas, por ejemplo.

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