domingo, mayo 19, 2024

Expediente 2019

Un infierno llamado Coatzacoalcos

Luis Velázquez

29 de agosto de 2019

Ha sido la peor matanza de Veracruz. En Coatzacoalcos, el atentado en un centro nocturno. 25 muertos. Once personas más, internadas de gravedad en un hospital. Según versiones, los malandros, irritados por la negativa para pagar el llamado derecho de piso.

9 mujeres entre las víctimas. La mayoría, todo indica, bailarinas. Una bailarina quedó sin vida en el escenario totalmente desnuda. Había cumplido con su streap-tease.

En los primeros días de agosto llegó la Guardia Nacional. Hace una semana, el secretario de Seguridad Pública llegó al pueblo para sembrar florecitas en los jardines públicos. “Veracruz se antoja”, claro, como dice la secretaria de Turismo. Se antoja… para los malandros.

En Minatitlán hubo otra matanza semanas anteriores. 14 muertos. Uno de ellos, un bebé en brazos de su señora madre.

El gobierno, incapaz de garantizar el Estado de Derecho, empezando por la seguridad en la vida y en los bienes, más, mucho más, en la vida, pues los bienes se van y vienen…, si regresan.

Era Veracruz una entidad federativa en el caos. Ahora, primer lugar nacional en secuestros, primer lugar nacional en feminicidios según la iglesia católica, primer lugar nacional en infanticidios, las matanzas de Minatitlán y Coatzacoalcos, quince políticos ejecutados, más de mil 300 asesinatos, Veracruz, un reino caótico.

Las elites políticas, rebasadas.

El presidente municipal de Coatzacoalcos, Morenista, lo dijo así, pobrecito, vaya neuronas:

“Hablaré con los carteles y convenceré de que hacen mal”.

El alcalde de Xalapa, Morenista, lo expresó de la siguiente manera:

“Sólo queda cuidarse unos a otros”.

El arzobispo de Xalapa confió en la fe y la esperanza:

“Sólo queda rezar”.

El góber lo dijo semanas anteriores:

“Está bajando el índice de violencia. Estamos contentos. Muy contentos”.

Ajá.

La matanza de Coatzacoalcos engloba todos los males de la caja de Pandora.

La autoridad, en el principio de Peter. No puede. Las circunstancias la han rebasado. Los carteles, dueños de la agenda pública, del día y de la noche, del destino común, haciendo y deshaciendo.

9 MESES DESPUÉS AQUÍ REINAN LOS CARTELES

Las cúpulas políticas condenan la nueva masacre de Veracruz, aun cuando en el día con día los asesinatos de cada nuevo amanecer significan una matanza pian pianito, poco a poco, sumando los muertos, por ejemplo, 160 mujeres asesinadas y 46 menores de edad, la mayoría de 17 años.

Cierto, cuando MORENA entró al palacio de gobierno de Xalapa, los carteles con sus masacres ya estaban aquí. Bastaría referir que su auge inició en el sexenio de Patricio Chirinos Calero.

Pero 9 meses después de la era Cuitláhuac, todavía siguen aquí. Y más crueles y bárbaros que nunca.

Y en 9 meses transcurridos del sexenio de la izquierda en la tierra jarocha, se vive y padece el peor infierno, la peor pesadilla.

Un día, mataron al primer reportero del sexenio. Entonces, el gobierno de Veracruz tuvo una ocurrencia. Dijo:

“No podemos poner un policía a cada reportero”.

Y más, si se considera como se pitorreaba Javier Duarte de que en Veracruz había ocho mil trabajadores de la información.

Ahora, congruente con su filosofía política, dirá que ni modo de poner un policía a cuidar a cada uno de los clientes del antro Caballo Blanco, de Coatzacoalcos, escenario de la tragedia del martes 27 de agosto a las diez y media de la noche, con el saldo de 25 muertos, 9 mujeres entre ellas.

Todo Veracruz está incendiado. No hay una sola familia sin llorar un pariente, un amigo, un compadre, un vecino, un conocido, asesinado debido a la violencia.

Por eso, en algunos pueblos aparecieron las guardias comunitarias. Y en otros, los vecinos se integraron para vigilar el barrio. Y en otras, como el ganadero de Jáltipan, agarró su escopeta en el rancho y esperó a los malandros y mató a tres.

Y en otros pueblos, como en Soledad Atzompa, detuvieron a 6 malandros y lincharon y quemaron vivos.

Y, claro, la autoridad aguantó vara porque ni modo de detener a todo un pueblo enfurecido.

La vida se ha vuelto irrespirable y hay tardes cuando se reza un padrenuestro porque estamos vivos, aun cuando la noche ni siquiera ha comenzado.

LARGO Y EXTENSO TÚNEL SOMBRÍO, SÓRDIDO Y SINIESTRO

Hay luto en Veracruz. 25 muertos en el centro nocturno de Coatzacoalcos. Todos, absolutamente todos, civiles. Bailarinas que hacían streap-tease para llevar el itacate y la torta a casa. Meseros, personal de limpieza y empleados administrativos. Guardias. Clientes. Turismo quizá.

Ninguna duda existe que la autoridad tiene identificados a los carteles disputando la plaza. Pero allá de las policías municipales y estatales, y la Fuerza Civil, y la Guardia Nacional, los carteles siguen ganando la batalla.

El próximo domingo, el primer informe presidencial de AMLO. Y con todo y los programas sociales para los pobres y las buenas intenciones para combatir la corrupción política y purificar la vida pública y los mejores deseos para lograr un buen gobierno, la violencia es el gran pendiente.

Hay miedo y pánico y terror en la población. Ningún ciudadano está seguro de haber librado el oleaje de inseguridad, incertidumbre y zozobra. Todos vivimos con el temor de un secuestro, una desaparición, un asesinato, una decapitación, una bala perdida.

Nadie está a salvo. Y la confianza en la autoridad va para abajo, en caída libre, sin ninguna esperanza en el largo y extenso túnel sombrío, sórdido y siniestro.

Hubo un tiempo cuando éramos el paraíso. Agustín Lara, Pepe Guízar y Chavela Vargas, cantando a Veracruz. María Félix, en el hotel Mocambo de Boca del Río. Ahora, el infierno.

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