miércoles, abril 24, 2024

Malecón del Paseo

•El gobernador es Dios

•El poder, ya se sabe, marea

•El Niño Dios de Solalinde

Luis Velázquez

15 de agosto de 2019

EMBARCADERO: En el ejercicio del poder político, y más con el poder total y absoluto, dueño único, por ejemplo, de las finanzas públicas y las policías y las cárceles, un político llega a sentirse dios… Mejor dicho, se cree Dios, con mayúscula, compitiendo, digamos, con Los Beatles cuando hacia la década de los 60 en el siglo pasado acuñaran su frase bíblica: “Somos más populares que Jesucristo”… “Soy más poderoso que Dios” dijo Alejandro Magno en la cumbre más alta de Asia… “Estoy en la plenitud del pinche poder” decía Fidel Herrera… “Como gobernador me volví sexy” alardeaba Javier Duarte…

ROMPEOLAS: Para el hermano menor de Emiliano Zapata, Eufemio, la silla del palacio de gobierno está embrujada y por eso había de incendiarse para evitar las tentaciones del poder… El sacerdote José Alejandro Solalinde, siempre en pie de guerra, dijo: “AMLO tiene mucho parecido con Dios”… Incluso, en la navidad del año 2018 se presentó a una posada, acompañado del senador Martí Batres, cargando un niño Dios con la cara igual, igualita, a la de Andrés Manuel López Obrador… “Es el nuevo Niño Dios”, aseguró sin pena ni vergüenza…

ASTILLEROS: Ignacio Ramírez, “El nigromante”, ministro de Asuntos Religiosos de Benito Juárez, cuando ingresara a la Academia de Letras de la Ciudad de México, exclamó: “Dios no existe”… Entonces, León Tolstoi, el escritor ruso, quien por cierto adoraba a Porfirio Díaz y el dictador lo quiso nombrar diputado federal por Oaxaca, contestó: “Si Dios no existe, entonces, yo soy Dios”… Un día, un Sumo Pontífice se levantó a las 5 de la mañana para rezar en la capilla y en el pasillo se topó con un hombre… “Era Dios”, exclamó el Papa, y se puso a platicar con él según revelara más tarde a los suyos…

ESCOLLERAS: Por eso, nada raro y extraño resulta para un morenista de Veracruz comparar al gobernador (su gobernador) con un dios… Lo mira así: dueño del día y de la noche, dueño del destino común, jefe del Poder Ejecutivo y jefe de parte del Poder Legislativo y jefe de parte del Poder Judicial, y jefe máximo de las corporaciones policiacas y de los veinte penales y de las 212 delegaciones de Tránsito y jefe nato de su partido, y jefe nato de los presidentes municipales de su partido, MORENA… Así, como dios, será aclamado durante 6 años…

PLAZOLETA: Encaramados en el poder, Luis Echeverría Álvarez se creyó líder máximo de la Organización de las Naciones Unidas… José López Portillo se creyó Quetzalcóatl… Miguel de la Madrid, el profeta de la renovación moral… Carlos Salinas, el líder de los presidentes de naciones del tercer mundo, soñando con entrar al primer mundo… Vicente Fox, el gerente general de la Coca-cola en el planeta… Felipe Calderón, soñando con imponer a su esposa como la primera presidenta de la nación… El poder, entonces, transforma, marea, enloquece, subyuga y descarrila en el tobogán de la ruleta política…

PALMERAS: Todos los días, los secretarios del gabinete legal y ampliado, anexos y conexos, suelen lanzar incienso al gobernador en turno… Y entonces, con tanto halago desmedido y en una feroz competencia interna pues cada parte se desvive con la miel, el político encumbrado, jefe máximo, pierde la noción de la realidad y, en efecto, cada mañana se levantará y creerá un dios… Nada ilustra el estado paranoico y sicótico de los políticos sintiéndose un dios como el libro de Suetonio, “Los doce Césares”…

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