viernes, mayo 3, 2024

El fantasma de la recesión

Por Gabriel García-Márquez

agosto 1, 2019

Columna: Sentido Común

Mucho se ha hablado durante los últimos días sobre la recesión que presumiblemente se vive en México. Algunos analistas afirman que estamos viviendo una época difícil en que priva una recesión económica, producto de las malas decisiones y la política financiera implementada por el actual gobierno federal. Sin embargo, no todos sabemos lo que significa estar en recesión, sobre todo cuando escuchamos al presidente de la República afirmar categóricamente que no hay recesión y al secretario de Hacienda reafirmar que hay desaceleración, pero no recesión.
Para quien no lo sabe la recesión es un decrecimiento de la actividad económica en un país y cuando durante dos trimestres consecutivos la tasa de variación anual del PIB es negativa. En este periodo disminuye el consumo, la inversión y la producción de bienes y servicios; y por el contrario aumenta el desempleo y se reduce la actividad económica.
¿Dónde radica la diferencia entre recesión y desaceleración? Es una explicación muy sencilla, en una recesión se necesita gastar, pero no se tiene dinero; en cambio en una desaceleración la población tiene dinero, pero se limita en el gasto, lo cual afecta la tasa de desempleo y propicia el cierre de negocios de consumo.
La aclaración del secretario de Hacienda de que SÍ hay desaceleración en México, en vez de tranquilizar a los inversionistas y a las empresas, los puso a pensar, porque esto quiere decir que estamos a un paso de vivir una recesión.
El crecimiento del 0.1 % registrado por el INEGI durante el segundo trimestre, aun cuando es un buen dato NO negativo ha obligado a Arturo Herrera a salir a tranquilizar a los mercados, diciéndoles que para el segundo semestre del año habrá un crecimiento positivo. La meta sigue siendo la misma de crecer entre el 1.1 % y el 2.1%
Esto significa que ya no hay que preocuparse por la recesión, pero hay que ponerle mucha atención a los signos de desaceleración que surgen por todas partes como son el desempleo, la producción industrial, las ventas al mayoreo y el ingreso real.

TRANQUILOS, TRANQUILOS
Aunque un tanto de manera tardía, para evitar caer en una recesión técnica, han decidido lanzar una inversión de 485 mil millones de pesos para refinanciar pequeñas y medianas empresas a través de la banca de desarrollo, lo cual se verá reflejado en infraestructura e inversión privada. Sin embargo, esto se percibirá hasta el próximo año, por lo engorroso que resulta el papeleo para acceder a los créditos de la banca de desarrollo.
Estos fondos se aplicarán en infraestructura el 67% y en las pequeñas empresas el 33%. La intención es reactivar la economía, generando gasto público, para que las empresas empiecen a producir y reabastecer al gobierno de mercancías y productos.
La forma en que se dio a conocer el índice del 0.1 % de crecimiento se hizo para tranquilizar a la ciudadanía, pero el dato no es tan bueno como para echar las campanas al vuelo, porque estamos a un tris de no lograr crecer lo que se ha planeado y el fantasma de la recesión sigue espantando a los inversionistas, aun cuando las autoridades nos quieran convencer de lo contrario. 
Lo cierto es que cuando el río suena es que agua lleva, tan es así que esta semana en Plaza Forum de Coatzacoalcos cerrarán una docena de comercios que ya no pueden pagar la renta ni cubrir los gastos de mantenimiento, porque no generan ventas y en algunos casos tienen más empleados que clientes. ¿Cómo se le llama a esto? ¿Recesión o desaceleración? Para el caso da lo mismo.

No hay que preocuparse por la recesión, pero hay que ponerle mucha atención a los signos de desaceleración que surgen por todas partes como el desempleo, la producción industrial, las ventas al mayoreo y el ingreso real.

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