Escenarios

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•El chico de dieces

•Lumbrera en el bachillerato

•Arturo Díaz, de la U.V.M.

Luis Velázquez

18 de julio de 2019

UNO. El chico de dieces

Se llama Arturo Díaz. Acaba de concluir el bachillerato. Lo cursó en la Universidad del Valle de México, UVM. Sus colegas lo describen como un chico callado, totalmente callado. Casi casi, diríase, que vive para adentro. Llevó el área de Física y Matemáticas.

Hijo de una familia con limitaciones, los padres hicieron titánico esfuerzo para estudiar en la U.V.M. Insólito y admirable: durante los seis semestres del bachillerato obtuvo diez de calificación en todas y cada una de las materias cursadas.

Los maestros, perplejos. La dirección de la escuela, más alucinada.

Y en reciprocidad, la U.V.M. tomó alentadora y admirable decisión: otorgar una beca al cien por ciento para estudiar la carrera universitaria que desee.

El premio a su inteligencia y talento. El premio a su disciplina y constancia. El premio a su entrega total al estudio.

Pocos, excepcionales casos suelen darse. Y más, en una universidad privada tan pendiente de la rigurosidad y la calidad académica.

Se ignora la carrera que haya decidido cursar. Pero en donde el destino lo lleve honra a sus padres, se honra a sí mismo, honra a su universidad.

DOS. Trayectoria deslumbrante

Y más, en un Veracruz donde, y por ejemplo, hay medio millón de habitantes de 14 años de edad en adelante analfabetas en la tierra de Enrique Rébsamen, Enrique Laubscher, Rafael Delgado y Carlos A. Carrillo.

500 mil personas que no saben leer ni escribir, una estadística que cuando la expresara el escritor y director general del Fondo de Cultura Económica, Paco Ignacio Taibo II, constituyó una vergüenza nacional.

Y más, en un Veracruz donde la calidad educativa está en el sótano nacional.

Y en donde de cada cien niños egresados de la primaria solo diez llegan a la universidad.

Y en donde la deserción de niños en edad escolar resulta impresionante.

Por eso, alienta y conforta la trayectoria académica de Arturo Díaz en el bachillerato.

Puros dieces en todas y cada una de las carreteras durante los 6 semestres.

Una vida quemándose las pestañas y robando horas y días y noches a la distracción para estudiar y estudiar y estudiar.

TRES. Con o sin SEV, pa´lante

Hay otros casos de jóvenes bachilleres brillantes que mucho, demasiado, honran a Veracruz.

Por ejemplo:

Unos chicos que presentaron examen de admisión para cursar la carrera en el Instituto Tecnológico de Monterrey, campus Puebla, y algunos obtuvieron beca y que va del 70 al 40 por ciento y que en materia económica, social y educativa significa un logro.

Y un gran logro, porque estarían buscando lo mismo que decía Víctor Hugo, el autor de la novela “Los miserables” de que un niño pobre tiene el legítimo derecho que los niños ricos a estudiar en escuelas y con profesores del más alto nivel.

Pero la secretaría de Educación de Veracruz anda ocupada en otros menesteres y por eso mismo, nunca indaga ni da seguimiento a la inteligencia y el talento de los jóvenes para darles un nuevo impulso.

Quizá, claro, con o sin SEV los chicos sigan pa´lante. Pero al mismo tiempo, en tiempos tan difíciles significan razones de sobra para sentirnos todos orgullosos.

Bastaría referir, por ejemplo, que unos quince chicos del norte a sur y del este a oeste de la tierra jarocha lograron llegar al concurso de “La Voz Azteca”, y aun cuando ninguno llegó a la final, hubo quienes llegaron a la semifinal, y ninguno fue estimulado, reconocido, exaltado por la secretaria de Turismo.

Arturo Díaz, con tantos dieces en su boleta del bachillerato, honra a Veracruz.