lunes, mayo 6, 2024

DE PRIMERA MANO

MIERCOLES 26 DE junio de 2019

ROLANDO QUEVEDO LARA

LADRON DE ESPERANZAS / 2

  En el periódico de atrás, y otros, promueven le entreguen al presidente Manuel López, el Premio Nobel de la Paz; eso y otras gracejadas de sus jilgueros, obligan rescatar datos que muestran el principio del fin del tabasqueño, temas escritos por los que saben y tienen información privilegiada desde atrás tiempo.

  Va segunda parte, transcripción del libro Ladrón de Esperanzas de Francisco Martín Moreno, la narración del personaje principal, Antonio M. Lugo Lea (Andrés Manuel López Obrador).

  FraMarMo “entre la verdad y la ficción”, hace decir a AmLo:

  “Juré acabar con la corrupción; juré acabar con la mafia del poder y encarcelarla para que ya nunca volviera a imponer a un nuevo títere. Juré administrar una gran purga para ahorrar quinientos mil millones de pesos que son el saldo de los cochupos y de la putrefacta corrupción del gobierno; juré arrestar a los ladrones del patrimonio público y ahora tengo que tragarme una a una mis palabras, porque no perseguiré a nadie aunque me acusen de traicionar las promesas de campaña con las que logré que treinta millones de mexicanos me eligieran para hacer justicia y aplicar indiscriminadamente la ley por primera vez en nuestra dolorida historia. Pero bueno, por más que le choque a medio mundo lo de ‘al margen de la ley nada y por encima de la ley nadie’, debe entenderse como una estrategia para ganar votos. Mi promesa es válida del 1 de diciembre en adelante, porque para atrás nada, ni siquiera para tomar vuelo.

  “Prefiero, cumplir mi pacto secreto con Pasos y con Villaguay, por más que me duela, en lugar de cumplirle al pueblo de México que tanto se merece y tanto le quedamos a deber los políticos, pero que muy pronto se olvida de todo. Esa es la ventaja: mis compatriotas, para mi buena fortuna, tienen muy mala memoria y no se acuerdan de nada y cuando finalmente se acuerdan, no hacen nada, y menos todavía si el día de la protesta callejera se juega un clásico de futbol o llueve, porque entonces nadie los sacará de sus casas. ¿Cuántos presidentes no soñarían con tener un electorado así de olvidadizo y de resignado?

  “¿Qué sería de México si al final de mi mandato entregara las mismas cuentas desastrosas de Pasos Narro? ¿Y si la inversión extranjera no creyera en mí y me abandonaran a mi suerte? Ah, cómo odio a los podridos pirrurris de Wall Street, ese nido de agiotistas. ¿Y si yo no impartiera justicia como ellos esperan? ¿Y si no elevara el nivel de vida y las condiciones materiales de quienes me condujeron al máximo poder en México? ¿Qué cuentas voy a entregar si no creo millones de empleos a lo largo del país, si no aplasto a los narcotraficantes que envenenan a la sociedad y la esquilman?, ¿y si también fallara mi revolución ética y nadie se ajustara a mi Constitución Moral y el pueblo traicionara los santos postulados de Jesús? ¿Millones de mexicanos vendrán entonces a escupir mi tumba? No, por favor, no…

   “La posteridad debe premiarme con grandes avenidas que habrán de llevar mi nombre escrito con letras mayúsculas: ANTONIO M. LUGO OLEA, Benefactor de México, Benemérito de la Patria en Grado Heroico, Protector de la Nación, Verdugo Invencible de los Mafiosos, Ángel Tutelar de la República Mexicana, Visible Instrumento de Dios, Salvador de la Paz y del Amor. Eso es, ¡claro que sí…! ¡Me canso, ganso! Habré de merecer un hemiciclo más grande que el de Juárez, el Benemérito de las Américas, en donde yo aparezca sentado en un trono de nubes, rodeado de arcángeles vaporosos especialmente seleccionados para colocar en mi cabeza una corona dorada de laureles, una muestra palpable de mi ingreso a la eternidad. He de merecer espacios dignos en todas las enciclopedias, así como varias páginas lúcidamente escritas en los libros de texto gratuito, con fotografías de mi imagen a todo color en actos públicos, en giras de trabajo y en mi despacho, con la banda presidencial puesta. Los estudiantes de escuelas públicas y privadas jamás deberán olvidar el éxito de mi Cuarta Transformación, diseñada para conquistar el bienestar de la nación, en lugar de que vayan a llenar de gargajos mi lápida.   “Merezco al menos que se me recuerde con una colosal cabeza al estilo de mis paisanos, los olmecas. Una cabeza con mis rasgos, tallada en basalto, que inmortalice mi efigie con una expresión de sabiduría”.

Que conste, Francisco Martín Moreno se adelantó a todo.

DEL PRINCIPIO AL FIN

CHIIINNNNNNNN, el espacio… LO INVITO a que compre el libro Ladrón de esperanzas, o búsquelo por internet… LEALO COMPLETITO, no tiene pierde…

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