viernes, abril 19, 2024

Escenarios

•Un cochinero llamado Veracruz

•La política, igual a corrupción

•Todos se acusan de pillos

Luis Velázquez

05 de junio de 2019

UNO. Un cochinero llamado Veracruz

6 meses se han cumplido de que todos los días, Cuitláhuac y los suyos han pasado bombardeando a la yunicidad de corrupción.

Dos años vivimos así en que los yunistas rafaguearon a los duartistas por tantos pillajes y trastupijes y que, bueno, todavía continúan ahora en que, y por ejemplo, la Auditoría Superior de la Federación denunció el desvío de más de mil 500 millones de pesos federales cometidos por Carlos Aguirre Morales, Gabriel Deantes Ramos y Tarek Abdalá Saad como jefes máximos de SEFIPLAN.

Dos años y medio, pues, de que las elites políticas despotrican contra la deshonestidad de sus antecesores como si la política fuera el peor estercolero.

En vez de que los 2 años y medio hubieran pasado, digamos, enalteciendo la calidad de vida de los 8 millones de habitantes de Veracruz con un destino superior (empleos con salarios justos y prestaciones, mejor calidad educativa y de salud, altísima seguridad y procuración de justicia), lo único que ha sonado en la cancha política, social, moral y mediática ha sido la deshonestidad de los políticos, sean del PAN, PRI, PRD y MORENA.

DOS. Llena de inmundicia la vida pública

En la percepción ciudadana queda una realidad avasallante: todos los políticos, salvo excepciones, son pillos y ladrones.

La versión de que ser político es sinónimo de ser corrupto se ha vuelto universal, con todo y que en el duartazgo nadie los descobijó con denuncias penales.

Y si es cierto, como decía aquel de que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad” (Joseph Goebels), entonces, el alimento social de las neuronas, el corazón y el hígado de cada ciudadano ha sido el peor del mundo, lleno de inmundicia, razones de sobra para el terrible y espantoso desencanto social.

Karime Macías fue el símbolo de la corrupción duartista y hasta un libro inspirado en su frase célebre de “Merezco abundancia” le fue escrito, de tal modo que entonces, quizá como ahora, ninguna mujer fue odiada, rechazada, vilipendiada, agraviada, como ella, cuando, caray, durante casi 6 años fue glorificada.

TRES. Cada vez más políticos enlodados

Ha transcurrido el primer semestre de Cuitláhuac y la única obra pública de su gobierno gira alrededor del mismo vaso comunicante de otros tiempos como es denunciar la corrupción yunista llegando, incluso al duartazgo y enlodando al fidelato, como el secretario de Salud, Roberto Ramos Alor, despotricando contra el sistema de salud en el sexenio de Fidel Herrera Beltrán.

Todos los días, la misma noticia se va publicando en diferente forma, como si fuera un platillo de frijoles y arroz cocinados con varias sazones.

La corrupción política aparece en la portada y en las páginas interiores, a 8 columnas, de los medios, y es el pan de cada día.

Cada vez más y más políticos, funcionarios públicos, enlodados “hasta las cachitas”, pues metieron las manos y los pies al cajón.

Pareciera que el único objetivo de los funcionarios es “ordeñar la vaca” una, dos, tres veces al día como si fuera una vaca suiza de alto rendimiento lechero.

Y si la inseguridad “es un asco” como dijera el secretario de Seguridad Pública de Nuevo León que Superman fracasaría si fuera designado en el cargo, la política en Veracruz, igual que en el resto del país, también ha sido convertida en un asco.

Y lo peor, ni los Morenos se salvan como el caso de la compra de las patrullas policiacas, las ambulancias y las medicinas compradas sin licitación en la era Cuitláhuac.

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