sábado, mayo 4, 2024

Barandal

•Revolución jarocha

•Las fotos de la muerte

•Veracruz en tinieblas

•Virtual Toque de Queda

Luis Velázquez

25 de mayo de 2019

ESCALERAS: Se ha producido en Veracruz una revolución. No es hija de la lucha armada, insurgente, juarista, maderista. Es una revolución que por lo pronto, y de acuerdo con las fotos y las notas publicadas en la prensa, expresan la desolación, la destrucción, la sangre, el fango, la muerte, el exterminio.

Las fotos exhiben y muestren los montones de cadáveres. Incluso, frente a iglesias, como el sábado 18 en Fortín con dos hermanos acribillados.

Ningún espacio urbano, suburbano, rural e indígena la libra.

PASAMANOS: Hay cadáveres en las calles y avenidas. En las ciudades y los pueblos. A orilla de carretera y en los ríos flotando. En los pozos artesianos de agua dados de baja. Entre cañales.

Bien pudiera escribirse que Veracruz vive en las tinieblas y aun cuando el dicho ranchero dice que cuando está más oscuro significa que pronto amanecerá, cada vez los días se vuelven más obscuros y negros.

Incluso, en muchos pueblos hay virtuales Estados de Sitio, virtuales Toques de Queda, y en donde los presbíteros convocan a los feligreses a refugiarse en sus casas apenas, apenitas, apenititas oscurece porque la noche es propiedad de los malandros girando en motocicletas.

CORREDORES: En vez de retratar paisajes, en la tierra jarocha han de retratarse los cadáveres, el tiempo sórdido y siniestro que se vive desde hace 26 años cuando con Patricio Chirinos Calero gobernador aterrizó el primer cartel, José Albino Quintero Meraz, años después purgando condena en el penal de Almoloya.

Y desde entonces, Veracruz, el paraíso terrenal, la tierra pródiga con vientos favorables, tierra fértil para el negocio ilícito.

Veracruz, claro, es más grande y más fuerte que la fiesta de las balas.

BALCONES: Por eso, la fiesta de la salsa. “El festival de salsa más grande del mundo” alardeó aquel.

La tierra jarocha con un gobierno salsero, el primero de la izquierda.

Claro, y aun cuando el huésped principal del Palacio Federal ha dicho que “por el bien de todos, primero los pobres”, en el Festival de Salsa en Boca del Río hubo espacio para que los pobres, la clase media media y media baja y baja, sean felices y bailen, digamos, de gratis.

Pero a un ladito, salas VIP para los ricos, sala aparte para evitar revolverse con los jodidos, los excluidos, los condenados de la tierra, los olvidados de Dios, y en donde hay festín corpóreo doble y triple, la salsa, el alcohol y la comida.

La gente bonita, en un Veracruz donde 6 de los 8 millones de habitantes están en la miseria y la pobreza que dicen el CONEVAL y el INEGI.

PASILLOS: Par de festivales en rara y extraña conjunción:

El Festival de las Balas. El Festival de Salsa.

Y es que, ni hablar, una cosita es que los carteles sean dueños de Veracruz, y otra, la lucha ideológica, pues ni modo, además, de sumirse en la angustia “si para morir hemos nacido”.

Mientras, los carteles siguen libres, haciendo y deshaciendo, y mientras se pueda culpar al Fiscal, pa´delante todos.

VENTANAS: Quizá Morena en el poder estatal soñaría igual que Enrique Peña Nieto y Miguel Ángel Yunes Linares con que la página policiaca fuera cancelada en los medios para así difuminar la ola de violencia.

Pero ni modo “de tapar el sol con un dedo” o de protegerse de un vendaval con un paraguas.

Además, la sangre vende. Y más, cuando se publican las fotos de los muertos, y entre más truculentas porque truculenta es la realidad, mucho mejor.

Un anciano de una colonia popular de Veracruz compra el periódico única y exclusivamente para ver si entre los muertos y en las esquelas aparece el nombre de un conocido y disfrutar que ha vivido un día más.

PUERTAS: En el siglo pasado, la revista semanal, Alarma, que chorreaba sangre, fue un éxito.

Tan solo en la ciudad de Veracruz vendían nueve mil ejemplares cada semana y que, por cierto, pocos, poquísimos, excepcionales medios escritos alcanzan hoy.

Alarma vendía sin publicar una sola foto de mujeres desnudas. De la primera a la última página, muertos.

Famosos sus titulares: Violola. Matola. El depredador del barrio. El enfermo sexual.

CERRADURAS: Desde hace ratito, los cadáveres forman parte del paisaje urbano de Veracruz.

Tan es así que hemos ocupado el primer lugar nacional en feminicidios y secuestros y en homicidios y competimos en los primeros lugares de América Latina con fosas clandestinas, a tal grado de que corre la versión de cementerios particulares hasta en los penales.

Veracruz, en las grandes ligas de la violencia. Pero más aún, de la desintegración familiar.

Hogares enlutados. Niños huérfanos. Esposas y maridos viudos. Padres ancianos, a la deriva social y económica.

Cada vez Veracruz como “El monte de las cruces”, allí donde Miguel Hidalgo, en las goteras de la Ciudad de México, sufriera su primera gran derrota ante los realistas con dos mil muertos, pero más con cuarenta mil indígenas y campesinos, sus soldados, solo armados con su entusiasmo social, huyendo despavoridos.

De manera silenciosa se vive y padece aquí el genocidio, el exterminio, si se suman los muertos desde hace 26 años con Patricio Chirinos gobernador, tiempo del infierno desatado.

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