sábado, abril 20, 2024

Expediente 2019

Migrantes secuestrados

Luis Velázquez

17 de abril de 2019

Veracruz es un pueblo de migrantes. Un millón de paisanos en Estados Unidos. Pero también es un pueblo de paso de los indocumentados de América Central al país vecino. Es más, la estadística revela que las remesas de los jarochos enviadas a sus familiares son el sostén más elevado de la economía local, encima de los ingresos derivados de la caña de azúcar, el café y los cítricos, los tres cultivos básicos en la tierra jarocha.

Por eso, cuando hace 5 semanas y media catorce hondureños fueron secuestrados en los límites de Coatzacoalcos y Minatitlán, el hecho trascendió, con todo y que tanto el gobierno de Veracruz como el delegado federal del Instituto de Migración como el cónsul de Honduras lo callaron.

O en todo caso, digamos con buena vibra y mejor karma, esperaron el tiempo prudente para confirmar el plagio masivo.

Por fortuna, la semana anterior, seis de los migrantes secuestrados (5 de Honduras y una mujer de Guatemala) fueron liberados por la Unidad Especializada en el combate al secuestro de la Fiscalía General, aun cuando ocho ilegales más siguen en el limbo.

El cónsul Raúl Otoniel Morazán ha de aplicarse por la libertad de sus paisanos.

Y más, cuando, vaya paradoja, los 6 liberados estaban en una casa de seguridad en una colonia popular de Cosoleacaque bautizada con el nombre simbólico de “Patria Libre”.

¿Libre… para los malandros que marcan la agenda setting todos los días de norte a sur y de este a oeste?

Más grave si se recuerda lo siguiente:

En la ciudad de Veracruz, próxima a cumplir los 500 años de la fundación del primer Ayuntamiento de América Latina en tierra firme con Hernán Cortés como el primer alcalde teniendo de traductora a la políglota Malinche, un hondureño que pedía limosna en la vía pública con su pareja fue asesinado.

Y al momento, ya nadie se acuerda del crimen y la ejecución sigue en la impunidad.

En el mes de diciembre, unos guatemaltecos fueron emboscados en los límites de Isla y Rodríguez Clara, una mujer asesinada y cuatro personas heridas, entre ellos, un menor.

Y luego del reality-show entre el secretario General de Gobierno y el alcalde de Isla de que habían sido policías municipales y/o polleros, la impunidad cabalgando como símbolo de la era Cuitláhuac y que también, claro, fuera el símbolo en la era Miguel Ángel Yunes Linares, y ni se diga, en la era Javier Duarte.

FOSARIO DE MIGRANTES

El sacerdote José Alejandro Solalinde Guerra, fundador del albergue de migrantes “Los hermanos en el camino”, con sede en Ixtepec, Oaxaca, y una filial en Acayucan, fue el primero en denunciar que Veracruz es un fosario… de migrantes.

Fue el tiempo cuando el periódico “El País”, edición de América Latina, publicó que en Veracruz existen más fosas clandestinas que municipios y como desde el duartazgo se ha confirmado mes con mes, año con año.

Incluso, Veracruz alcanzó la fama merecida de que el país es la peor entidad federativa para los migrantes de Honduras, Guatemala, Salvador y Nicaragua soñando con la utopía norteamericana.

En repetidas ocasiones, Solalinde caminó al frente de una caravana de migrantes reclamando paz y tranquilidad, paso seguro, en Veracruz.

En su momento, el gobernador Fidel Herrera Beltrán le envió a tres diputaditas locales vomitando fuego despiadado y volcánico en contra de Solalinde.

Javier Duarte envió a su red evangélica a despotricar en contra de Solalinde una mañana cuando desayunaba en el café de La Parroquia, de la avenida 16 de septiembre en la ciudad de Veracruz.

Y sin embargo, ahora en la era Cuitláhuac, primer sexenio de izquierda, MORENA encumbrada gracias a AMLO, Veracruz se ha convertido en el peor infierno para los migrantes.

Nunca antes, por ejemplo, ni en la yunicidad, el duartazgo y el fidelato, migrantes emboscados… como ahora.

Nunca antes, por ejemplo, un hondureño asesinado en la vía pública por pedir limosna.

Nunca antes, por ejemplo, catorce hondureños secuestrados durante 5 semanas, hacia el final de las cuales solo fueron liberados 6. Ocho más, en el limbo, sabrá el chamán y los malandros si están vivos, y si están vivos, cómo, de qué manera la estarán pasando.

TODOS SE CURAN EN SALUD…

El cónsul de Honduras se aplica, cabildea, tiende puentes diplomáticos, políticos y sociales con el delegado federal de Migración y la Fiscalía y la secretaría de Seguridad Pública y la secretaría General de Gobierno, o de lo contrario, la vida de sus ocho paisanos, “pobres entre los pobres” seguirá pendiendo de un hilo.

Van 6 semanas secuestrados y resulta insólito a partir, digamos, de la relación diplomática, pero más aún, del riesgo de la vida de ocho hondureños más.

Y en un Veracruz desbastado por más carteles que están llegando a la tierra fértil que significa para ellos el territorio jarocho.

Todavía más, cuando hay policías suspendidos, se afirma, unos, por ejecuciones extrajudiciales, y otros, por desaparición forzada, igual, igualito que en el sexenio de Javier Duarte, por ejemplo.

Y peor, cuando hacia el día número 136 de la era Cuitláhuac iban 6624 asesinatos, entre ellos, 80 feminicidios y 9 políticos y líderes sindicales asesinados y una mujer policía ejecutada, y que ante la impunidad dominante, la vida de los migrantes está en riesgo, pues la autoridad está en el principio de Peter haciéndose bolas, tirándose la pelota entre el gobernador y el fiscal.

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