viernes, abril 26, 2024

Expediente 2019

Una mujer más asesinada


Luis Velázquez

Una mujer más, asesinada en Veracruz. En el caso, una emboscada cuando viajaba con su esposo en el taxi 336 de Potrero del Llano, en el norte, el 16 de marzo. El esposo, lesionado. La agresión, directa a la mujer y quien además, estaba embarazada.

Tenía 36 años. Se llamaba Nora Hilda Loida Andrés. Vivía en el poblado de la ex hacienda El Alazán.
Quizá, un asalto. Pero ejecutada la mujer, herido el marido, bien pudo tratarse, en efecto, de una emboscada. Venganza, lanzan por ahí. Sólo falta decir que ajuste de cuentas porque el marido andaba en malos pasos.
Una más. 49 feminicidios si se considera como afirmaba Miguel Ángel Osorio Chong como secretario de Gobernación, que todo homicidio de una mujer es un feminicidio.
Pareciera, a veces, que la delincuencia organizada o común se ha emponzoñado contra las mujeres.
Acaso, porque es la parte más frágil de la sociedad y así multiplican el terror y el horror en el diario vivir.
Por un lado, ya se sabe, la incertidumbre y la zozobra, tarea de la secretaría de Seguridad Pública.
Y por el otro, la impunidad, tarea de la Fiscalía procurar la justicia pronta y expedita.
La imaginación humana queda rebasada cuando el ciudadano se pregunta las razones, primero, de la ola de violencia azotando a Veracruz, igual, y en abono de la autoridad, que en el resto del país.
Y segundo, la saña y la barbarie, como el caso, caray, de matar a una embarazada.
Y tercero, en medio de la guerra entre la autoridad y los malandros, difícil ubicar a los homicidas.
Homicidas físicos, los ejecutores.
Homicidas intelectuales, los jefes máximos que ordenan.
Las mujeres están viviendo la peor parte de esta guerra.
Y a pesar de tantos plantones y marchas como en Orizaba, que encabeza la sublevación social contra el feminicidio, y no obstante los llamados de las ONG a garantizar la seguridad en la vida, Veracruz sigue chorreando sangre.
Sangre de mujeres.

ENTRE LA ESPADA Y LA ESPADA

Unos teóricos están seguros que atrás de tantos feminicidios hay violencia intrafamiliar. Maridos celosos, rencorosos y vengativos que suelen perder los estribos en medio de las pasiones desaforadas.
Otros miran la violencia emanada de la delincuencia organizada y común, obsesionada con adueñarse de los días y las noches atrás del botín.
Otros más lo explican a partir de que la naturaleza humana está llena de amor y odio, de cariño y rencor, de prudencia y venganza, y ni hablar, en un Veracruz con 8 millones de habitantes, donde 6 de cada 10 personas son mujeres, la vida está prendida con alfileres.
En otro tiempo institucional, en el siglo pasado, cuando la efervescencia priista, se aseguraba que era tarea del DIF, que procuraba a los niños y a las madres de familia, lograr la armonía familiar para que todos vivieran en paz, sin robar, sin mentir, sin desear a la mujer del prójimo, sin matar, sin cobrarse venganza por manos propias.
El caso es que en los días y noches que caminan chorreando sangre, el número de feminicidios es alarmante, como si nunca antes, que con todo, de cualquier manera, es indicativo y significativo.
La mujer en Veracruz condenada a vivir, todo indica, entre la espada y la espada.

TIRADERO DE CADÁVERES

Desde luego, la ola violenta es avasallante y arrasante.
Por ejemplo:
El sábado 16, en la tarde, en Cosoleacaque, otra vez el tiradero de cadáveres.
Fue en la colonia Fernando Gutiérrez Barrios, el gobernador que pacificara Veracruz en los primeros 40 días de su sexenio que terminó en bienio porque fue ungido secretario de Gobernación del presidente Carlos Salinas de Gortari.
Los malandros llegaron a la colonia.
Y rafaguearon a una familia.
Tres hombres de 40, 44 y 45 años, asesinados.
Y un menor. De 13 años de edad.
Diríase que bien pudo significar el cierre de una semana atroz y bárbara con el fuego cruzado en varias demarcaciones y asesinatos y camionetas y traileres incendiados en las carreteras.
La vida, con la angustia en las manos en cada nuevo amanecer.

SAÑA Y BARBARIE

Una diputada local de MORENA, expanista, planteó como tesis el llamado «Toque de queda» para disminuir o combatir el feminicidio.
Un ministro de Dios expresó que las mujeres son culpables de que las maten por la forma de vestir.
Una ONG habló de que tanto mujeres y hombres se abstengan de andar en los antros para evitar la muerte acechando.
El caso es que el decibel de violencia en contra de las mujeres está desbordado con todo y un Veracruz con dos Alertas de Género y «tirios y troyanos» recriminando su fracaso o principio de Peter.
Saña y barbarie como un vaso comunicante.
Mujeres secuestradas y asesinadas ante la falta de liquidez familiar para cubrir el rescate millonario.
Mujeres violadas y ejecutadas.
Mujeres decapitadas.
Mujeres embarazadas ajusticiadas.
Y lo más grave, en la impunidad.
En la impunidad, por ejemplo, hasta ahora, el secuestro y desaparición y sepultura en fosa clandestina de tres edecanes y modelos de Amatlán y Córdoba en la yunicidad.
En la impunidad, el secuestro y desaparición de las trece modelos de Xalapa desaparecidas luego de una reunión en un rancho de Actopan.
Antes como antes y ahora como ahora, la población femenina de Veracruz en el peor rincón del infierno social.

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