viernes, abril 19, 2024

Barandal

•2 feminicidios en la era Cuitláhuac

•Primera mujer descuartizada

•Narcos muestran el puño

Luis Velázquez

04 de diciembre de 2018

ESCALERAS: El último feminicidio en la era Miguel Ángel Yunes Linares fue cometido en Cuichapa. Durante siete días estuvo secuestrada. En el día número 8, los malandros tiraron su cadáver putrefacto a la orilla del río Blanco, a la altura de la comunidad Rincón de Buena Vista.

Era una trabajadora del volante. Unos campesinos se toparon, de pronto, con la muerte. El cadáver estaba en medio de unas piedras. Y más bien, eran huesos aislados.

Se llamaba Katy. Conducía el taxi con número económico 1687.

Ese mismo día, en Atzalan, el cuerpo de un hombre sin vida fue hallado. Pero decapitado. Su cabeza nunca fue encontrada. Fue en la colonia 6 de mayo. Maniatado.

Y aun cuando toda vida es importante y única, el último feminicidio ensombreció más las últimas horas de la yunicidad.

Y en el primer día del nuevo gobernador se registró el primer feminicidio. Y el segundo.

Fue en Tierra Blanca. Un anciano de casi 73 años mató a su novia de 23 años.

Cuestión de celos, quizá. El pleito pasional entre una pareja dispareja. Pero de cualquier forma entra en la tesis de que parte de los feminicidios se debe a la violencia, digamos, intrafamiliar, y que, de ser así, clama, a tono con la república amorosa, un nuevo tejido social.

Y el segundo feminicidio fue en Yanga en la nueva era de la izquierda en el poder sexenal.

Su cuerpo, descuartizado, y embolsado. Tirado sobre el acotamiento de la carretera federal Córdoba-La Tinaja, a la altura de la localidad La Palmilla.

Así se estrena la nueva era política, social y moral de Veracruz.

Los carteles mostrando el puño y el músculo.

PASAMANOS: El país, claro, anda igual o peor que en la tierra jarocha.

Por ejemplo, de acuerdo con el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, en el sexenio de Enrique Peña nieto se registraron doce mil 796 asesinatos de mujeres.

Y lo peor, de esa cantidad, solo en un 22 por ciento fueron catalogados como feminicidios, leyes, vaya, que los hombres crean y recrean para “lavarse las manos”.

Y es que el asesinato de una mujer, cualesquiera sean las circunstancias, es un feminicidio.

Pero Peña Nieto ya se fue y ahora estamos en la era de Andrés Manuel López Obrador, quien el día de su toma de posesión acuñara frase bíblica:

“Primero muerto, dijo, que traicionarlos”.

Y, por tanto, la expectativa de la esperanza social para acabar con la inseguridad, la violencia, la pobreza y la miseria y la desigualdad económica y social, educativa y de salud, es demasiado alta.

CORREDORES: El primero de diciembre, el gobernador pronunció su discurso inaugural en Xalapa. Declaró a Veracruz en crisis humanitaria por tantos desaparecidos. “Programa Emergente”, le llamó.

Delineó, incluso, un programa de acción “para dar seguimiento a los hallazgos y peritajes realizados en las fosas clandestinas” en un Veracruz donde hay, parecen existir, más fosas que municipios.

Fosario llamó un día el sacerdote José Alejandro Solalinde, director del albergue de migrantes, “Los hermanos en el camino”, a la tierra jarocha.

Y desde luego, hacer justicia a los desaparecidos y a sus familiares que tanto los han buscado desde el año 2011, el primero de Javier Duarte, significa un gran pendiente moral.

Pero al mismo tiempo, el feminicidio sigue, inalterable, fuera de control.

RODAPIÉ: Desde luego, hay prioridades.

Cierto, el desempleo, el subempleo y los salarios de hambre, uno de cada tres padres de familia llevando el itacate a la casa trabajando en un changarro en la vía pública, el millón de paisanos en Estados Unidos como migrantes sin papeles, significan un gran pendiente social, urgente, inaplazable, para aterrizarse lo más pronto posible, así sean sembrando árboles frutales.

Pero por encima de todo está la seguridad en el diario vivir y que constituye la obligación básica del llamado Estado de Derecho.

Y más, ante un Estado Delincuencial donde “casi todos los carteles” (Renato Sales, ex Comisionado de Seguridad Nacional) disputan la jugosa plaza estatal con la autopista de sur a norte, los tres puertos marítimos para embarcar y desembarcar droga, las pistas clandestinas y la alianza de políticos, jefes policiacos y policías con los malosos.

Además, claro, del jugoso negocio del huachicoleo, el secuestro, la desaparición, el cobro del denominado derecho de piso, la prostitución y la venta de protección malandresca.

Tantito peor si se considera que el gobernador se estrenó el primer día, el sábado anterior, con el secuestro de un líder ganadero en El Espinal, en la sierra de Papantla, y la ejecución de un empresario y un trabajador en Córdoba, la cuenta regresiva ha comenzado.

Los carteles y cartelitos mostrando el puño y el músculo al primer gobierno de izquierda en Veracruz.

Tan es así que, por ejemplo, en Coatzacoalcos pusieron narco/mantas el sábado anterior invitando a la población a unirse a ellos.

BALAUSTRES: El gobernador se puso el objetivo de pacificar Veracruz en dos años. Cuando menos, reducir, dijo, la violencia. Tarea descomunal. Pero, bueno, desde que AMLO y ONG lo lanzaron por segunda ocasión su candidatura sabía el estado caótico de la violencia.

Y aun cuando por ahí dijo que la inseguridad es tarea del gobierno federal está equivocado y su punto de vista o filosofía es un resbalón político, pues la chamba es de los llamados “tres niveles de gobierno” como son el federal, el estatal y los municipales, pues ni modo “de lavarse las manos”, así nomás.

Los días y las noches siempre dejan huella. Y lo peor, un día tras otro se van encimando y los barones de la droga continúan ganando la agenda pública y la población que vive con sencillez y hace sus días de la manera más común padeciendo los estragos con el asesinato de mujeres y los secuestros.

De “la noche tibia y callada” de Agustín Lara a los días y noches sórdidos y siniestros que se viven y siguen padeciendo.

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