martes, abril 23, 2024

Barandal

•Obispo predica en el desierto

•Río caudaloso de sangre

•“La muerte tiene permiso”

Luis Velázquez

18 de septiembre de 2018

ESCALERAS: El obispo de Córdoba, Eduardo Patiño Leal, predica en el desierto. Y solo. Nadie escucha su clamor para restablecer la paz en Veracruz. Y, bueno, cuando un ministro de Dios es desoído y ninguna autoridad lo pela significa que el último reducto de esperanza ha sido reducido a la nada. Y la nada es nada.

Fue el 9 de septiembre. Domingo. Tres días después del anuncio de la fosa clandestina En “El arbolillo”, municipio de Alvarado. Justicia para las familias con un familiar desaparecido elevó su oración en la catedral.

Una homilía en el desierto.

Ningún político tampoco expresó voluntad social y política para trascender con la película “El desierto” filmada con Gael Bernal García en papel estelar como migrante.

Los migrantes siguen muriendo en su paso por el desierto de México a Estados Unidos.

También en Veracruz hay pendientes fosas clandestinas en más de cincuenta municipios.

Ene número de ocasiones, el obispo Eduardo Patiño ha clamado justicia.

Desde el púlpito hasta la rueda de prensa los domingos hasta la marcha pacífica en calles y avenidas y hasta el diálogo en corto con la autoridad.

Jamás los funcionarios han replicado en su feudo.

PASAMANOS: Incluso, y a propósito de la muerte de civiles y de los migrantes, Patiño Leal tuvo una cumbre con el entonces gobernador, Javier Duarte, en el Obispado, y en donde llegara acompañado del secretario General de Gobierno, Gerardo Buganza Salmerón, y el subsecretario, Érick Lagos Hernández.

Entonces, demasiados fuegos artificiales lanzaron al espacio social, político y mediático.

Pero sin ninguna trascendencia.

Duarte y los suyos en el pitorreo. La visita al obispado, sólo para tomarse la foto.

Muchas ocasiones en lo que va del bienio azul, próximo a terminar, Eduardo Patiño ha levantado la voz, pero sin ningún resultado.

Veracruz sigue como un río de sangre y un valle de la muerte.

CORREDORES: Antes, mucho antes, en otro tiempo, la voz de un ministro de Dios era cien por ciento sagrada. Escuchada y respondida con hechos en el lado oficial.

El país y Veracruz se estremecían. Más valía estar bien con Dios.

Habrá sido porque, entonces, habría miedo y temor y respeto a la iglesia.

Quizá porque entre las partes existían buenos vasos comunicantes y ni modo de conflictuarse con un enviado del Señor.

Acaso se trataba de valores entendidos.

El caso que ahora cuando el obispo cordobés dice que “debe haber pronta justicia para estas familias con un hijo desaparecido” pareciera que ara en el desierto y por más y más que empuja la carreta la carreta sigue atrapada y sin salida en el socavón político.

En todo caso habría de pensar en la posibilidad de que el Cardenal, el Arzobispo, los presbíteros, los sacerdotes y los feligreses se lanzaran en un frente común, paralizando, incluso, las iglesias, como medida de presión a los políticos y funcionarios públicos que gobiernan.

Un manotazo firme, inquebrantable, claro, nítido y transparente quizá estremecería a las buenas conciencias de los políticos, mínimo, a sus parejas, para presionar y seguir presionando y restablecer el paraíso perdido que fue Veracruz hace siglos.

RODAPIÉ: Quizá una especie de Procesión del Silencio, tipo Semana Santa, ayudaría bastante a la movilidad oficial para restablecer la paz.

Acaso la marcha pacífica en todas las iglesias de Veracruz, invitando, digamos, al Nuncio Apostólico, para marchar al frente.

Quizá el Cardenal Sergio Obeso podría invitar a sus iguales aquellos ungidos y bendecidos por el Papa Francisco el mismo día como tales.

Acaso el vocero del arzobispado invitaría a los medios de la Ciudad de México y corresponsales extranjeros para cacarear la marcha pacífica en el mayor número de confines del mundo.

Quizá en todas las procesiones del silencio el Santísimo por delante encabezando la marcha cargado por el Obispo, la máxima autoridad.

Sólo así, digamos, la autoridad quedaría entre la espada y la espada y de paso, hasta un milagro originaría en el corazón, las neuronas y las almas de los malandros y los barones de la delincuencia organizada.

Y es que, bueno, una voz solitaria como la de Patiño Leal orando en el desierto por la paz perdida nada significa. Es letra muerte. Intrascendente. Notita publicada en una parte de la prensa. Pero olvidada al mediodía como reza la canción de Héctor Lavoe.

BALAUSTRES: El Estado tiene como objetivo fundamental garantizar la seguridad en la vida y en los bienes.

La iglesia tiene como prioridad luchar por la vida de los feligreses.

Entonces, si el Estado incumple con la tarea, la iglesia ha de transfigurarse un contrapeso, pues sólo así en el equilibrio de poderes la calidad de vida puede mejorar.

El tiempo aquel de las voces solitarias está superado. Por eso, las guardas comunitarias y los vecinos organizados para enfrentar a los ladrones y rateros y violadores, y si es posible, y aun cuando en Veracruz muchos vecinos han quedado con las ganas, llegar al linchamiento como sucede en los estados de México, Hidalgo y Tlaxcala.

Patiño Leal dice que las fosas clandestinas “por lo inhumano y el atentado a la vida… no vuelvan a suceder” aquí, entre nosotros.

Cierto…pero con todo y su voz levantada en la catedral de Córdoba, los secuestros, desaparecidos, asesinatos y fosas clandestinas siguen latigueando la calidad de vida de los 8 millones de habitantes de la tierra jarocha.

Publicidad




Otras noticias

SENTIDO COMÚN

SENTIDO COMÚN

Bitácora Política

SENTIDO COMÚN