sábado, mayo 4, 2024

Avanza cumbre Estados Unidos-Corea del Norte

Los rápidos movimientos que desde el primer momento han dominado la relación entre dos líderes tan difíciles como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, han vuelto a desplegarse en la última semana.

Un día después de anunciar que se cancelaba la cumbre organizada para el 12 de junio en Singapur, Trump informó el pasado viernes que se han «reanudado los contactos». El histórico encuentro cara a cara entre los dos mandatarios, en el que se debe abordar la desnuclearización de Pyonyang, vuelve a ser una posibilidad.

«Estamos hablando con ellos ahora. Ellos y nosotros queremos la reunión. Veremos qué pasa», dijo Trump, que ha manifestado que la cumbre «incluso podría ser el día 12», como estaba inicialmente previsto.

Varios factores parecen haber influido en estos movimientos diplomáticos. Tras el anuncio sorpresa de Trump, Corea del Norte respondió con mesura. Y Pyonyang, muy metido en su nuevo papel de socio responsable y tenaz defensor de la paz, aclaró que la puerta a la negociación sigue abierta.

«Nuestro deseo es sentarnos cara a cara con Estados Unidos y resolver los problemas en cualquier momento y en cualquier formato», señaló la semana pasada el viceministro de Asuntos Exteriores, Kim Kye-gwan.

«Nuestro compromiso es esforzarnos al máximo para conseguir la paz y la estabilidad en el mundo y en la península coreana. Ese compromiso permanece inalterado y estamos abiertos a darle tiempo y otra oportunidad a los Estados Unidos», añadió en un comunicado.

Esa cumbre cancelada, juzgó Kim, es «desesperadamente necesaria» para acabar con las hostilidades entre ambos países.

Seúl, Pyonyang, Washington y Tokio han duplicado las reuniones, las llamadas telefónicas y los vuelos para que ambos mandatarios se encuentren el mes próximo en Singapur. Quedan pocas dudas hoy de que los líderes estadunidense y norcoreano tendrán su ansiada foto. Sin embargo, hay grandes dudas sobre el éxito de la cumbre.

Es conveniente observar todos los movimientos de última hora. Corea del Norte, aislada del mundo por décadas, ha puesto a trabajar a sus diplomáticos.

Kim Chang-son, alto funcionario de la Comisión de Asuntos Exteriores y señalado por la prensa surcoreana como el mayordomo de Kim Jong-un, llegó hace dos días a Singapur tras una escala en Pekín. Allí se encontrará con una delegación estadounidense que partió de la base japonesa de Yokota.

Por otra parte, Kim Yong-chol, vicepresidente del Partido de los Trabajadores y exjefe del aparato de espionaje norcoreano fue visto anoche en el aeropuerto pequinés y, según confirmó la Casa Blanca, llegará a Nueva York este miércoles.

Kim Yong-chol será el funcionario norcoreano de mayor rango en pisar suelo estadunidense en casi 20 años.

El mariscal Jo Myong-rok visitó Washington en el año 2000 para proponer una reunión presidencial en Pyonyang a Bill Clinton, quien juzgó excesiva aquella invitación y envió en su lugar a la secretaria de Estado, Madeleine Albright.

Kim Yong-chol es un personaje muy importante y de primer nivel en la jerarquía norcoreana. Se sospecha que está detrás de las acciones más hostiles de las últimas décadas. Además, es un caso de longevidad en un régimen de purgas cíclicas, ya que conserva su protagonismo a los 72 años.

Yong-chol fue sentado junto a Ivanka Trump en la clausura de los recientes Juegos Olímpicos de Pyeongchang. Acompañó a su presidente en los dos viajes a Pekín el mes de abril y negoció con el secretario de Estado, Mike Pompeo, durante sus dos visitas a Pyonyang.

Observadores internacionales han dicho que negociadores de Washington y de Pyonyang se reunieron a finales de la semana pasada en la población fronteriza de Panmunjom. Por parte de Washington acudió el embajador en Filipinas, Sung Kim, ya que Trump no ha encontrado a nadie aún para la Representación en Seúl.

También en Panmunjon se citaron un día antes Kim Jong-un y su homólogo surcoreano, Moon Jae-in, en la segunda cumbre presidencial en apenas un mes. Seúl informó después que el propósito norcoreano de sacrificar su programa nuclear sigue firme a pesar de las dudas sobre la solidez de las garantías de seguridad estadunidenses.

La cuestión de fondo, sin embargo, persiste: Estados Unidos quiere una desnuclearización inmediata, verificable y completa, mientras Corea del Norte defiende un proceso por etapas en materia económica y de seguridad.

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