sábado, abril 20, 2024

Escenarios

•Un muerto en campo de fútbol
•Malandros se radicalizan
•La vida no vale nada…

Luis Velázquez

UNO. Un muerto en campo de fútbol 

La tarde del sábado 14, en el campo de futbol de la comunidad «El Porvenir», en Córdoba, dos equipos disputaban el liderazgo.
De pronto, hacia el medio tiempo, llegaron dos sujetos armados. Sicarios. Pistoleros. Sabrá el chamán si malandros de un cartel o un cartelito. O simple delincuencia común.
Y dispararon.
Miguel Ángel Vargas Rodríguez, de 29 años, quien vivía en la colonia México, fue rafagueado.
Intentó escapar. Pero fue alcanzado por los disparos.
Delante de los fanáticos quedó muerto. Boca abajo.
Luego, los sicarios huyeron en una motocicleta… para más rápido.
En la numeralia de la muerte dicen que Coatzacoalcos ocupa el primer lugar estatal en incertidumbre, zozobra e inseguridad.
Y aun cuando sea así, en Córdoba la barrera de la muerte está pegando en el corazón social.
Por ejemplo, semanas anteriores los comensales de una taquería y la taquería misma fueron asaltados.
En un balneario de Córdoba, los malandros también llegaron y mataron a un cristiano.
En una plaza comercial fue asesinada una niña que porque su padre era maloso.
Después, otro niño más fue asesinado.
Los carteles se han recrudecido al término de la saña y la barbarie.
Claro, en las playas de Acapulco están matando gente como sucediera el domingo 15.

DOS. «Ayuden a buscar a mi hermano»

El fin de semana fue fatídico en Córdoba.
Agustín de Jesús Luna Solís, de 18 años de edad, vivía en la colonia «Los Filtros».
El viernes 13 desapareció.
En el facebook, su hermana pidió ayuda para encontrarlo y difundió su fotografía.Abigail Luna escribió en su muro:

«Por favor amigos, ayúdenme a buscar a mi hermano, su nombre es Agustín de Jesús Luna Solís, edad: 18 años, estatura: 1.70 metros, iba vestido así».
Hacia las 22 horas del sábado 14, en Los Filtros escucharon detonaciones de arma de fuego cerca de los tanques de agua.
Dos cadáveres fueron hallados.

Uno de ellos, de Agustín de Jesús.
«La muerte, pues, sigue teniendo permiso» y por todos lados.
De norte a sur y de este a oeste, la muerte acecha.
Incluso, el gobernador Yunes, aquel que prometiera acabar con la inseguridad duartiana en seis meses, ha solicitado a los presidentes municipales que inviertan en seguridad, más, mucho más que en obra pública, digamos, un saloncito de clase, la pavimentación de una calle, y/o como en el caso de Córdoba con la alcaldesa Leticia López Landero, el pago de dos millones de pesos que hará a Yuri para amenizar los 400 años de la fundación del pueblo.

TRES. Malandros se radicalizan

En el año 2012, el PAN fue lanzado de la presidencia de la república por el grave pendiente de la inseguridad.
Felipe Calderón Hinojosa dejó el sexenio con 150 mil muertos.
En el año 2016, el PRI fue lanzado del palacio de gobierno de Xalapa por dos gravísimos pendientes:
Uno, el saqueo de Javier Duarte. Y dos, la desaparición forzada y que significa la alianza de políticos, jefes policiacos, policías y narcotraficantes para en nombre de la ley secuestrar personas y asesinarlas y sepultarlas en fosas clandestinas o tirarlas a los ríos Blanco y Coatzacoalcos, los preferidos de los malandros.
Dieciséis meses y medio después de la yunicidad, la vida sigue igual.
Quizá peor, porque el gobernador Yunes levantó muchas, demasiadas, excesivas esperanzas en el corazón ciudadano y resulta que la inseguridad, el peor mal de la caja de Pandora en Veracruz, ha rebasado la frontera.
Ahora, jóvenes asesinados en el campo de fútbol, comensales de una taquería asaltados, niños ejecutados en una plaza comercial, menores asesinadas en un fuego cruzado de policías y malandros en Río Blanco, niños ejecutados en una colonia popular, edecanes de Amatlán y Córdoba desaparecidas y cuatro personas (un matrimonio de Paso del Macho, un nutriólogo jarocho y una señora de la Ciudad de México) desaparecidas hasta el momento que porque fueron a fiesta swinger.
Los malandros se radicalizan y con todo y las juntas semanales para pulir y volver a pulir el combate al crimen, Veracruz, río de sangre y valle de la muerte.

CUATRO. Dinosaurio bronco y bragado

Está claro que la estrategia yunista contra los malandros está dejando mucho que desear, con todo y que pudiera decirse que Javier Duarte y Arturo Bermúdez dejaron una dinosaurio bronco y bragado.
Quizá sea hora de insistir una y otra vez al presidente de la república para aumentar, mejor dicho, multiplicar la Gendarmería y las fuerzas militares y navales en Veracruz, con todo y que el resto del país está igual o peor.
Pero si, por ejemplo, han pedido a los alcaldes que inviertan más en seguridad, por más y más que lo intenten están atados por un presupuesto deficitario, donde el 80, 85 por ciento de los recursos se van en salarios.
Y, de ñapa, el fin del sexenio federal y el fin del bienio.
A siete meses y días de que termine la yunicidad, nada, absolutamente nada indica que la tierra jarocha será de nuevo el paraíso terrenal perdido.
Se vive y padece «el infierno tan temido».
El colmo: el gobierno japonés lanzó una alerta roja por las carreteras de Veracruz, epicentro en la región de Córdoba y Orizaba donde asaltan a sus connacionales empresarios.
Cierto, el país está igual.
Y allá cada gobernador que haga maravillas para enfrentar y solucionar el pendiente.
Pero aquí, «en la noche tibia y callada» de Agustín Lara, algo está fallando.
El cuerpo social sigue enfermo.
La vida no vale nada.
Y por más y más que los obispos y el arzobispo y los curas rezan y se ocupan en la homilía del Veracruz sangriento, las horas del día y de la noche están atiborradas de incertidumbre y zozobra.

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