Expediente 2018

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13 cadáveres en el clóset

Luis Velázquez

Fueron muchos, demasiados, excesivos, los agravios de Javier Duarte y compañía a la población de Veracruz.
Un saqueo desmedido, por ejemplo.
Un pillaje fuera de serie que se tradujo en el enriquecimiento ilícito y que incluye la creación de empresas fantasmas, inexistentes.
Además, el peor mal del corazón humano, como es la soberbia, la altivez, la indolencia y el desdén en el ejercicio del poder.
Igual de grave que Duarte destinara trece mil millones de pesos para silenciar a los medios y tirarle incienso a su paso.
Por eso, ahora cuando han asestado un golpe más al sexenio anterior con la captura del exdirector de Servicios Periciales y de la ex delegada de la Policía Ministerial en la zona centro de Xalapa por desaparición forzada ha de reconocerse la firmeza del gobernador Yunes para hacer justicia, simple y llanamente justicia.
Y es que cuando todos creímos que se había perdido la capacidad del asombro y ya «nada nuevo quedaba bajo el sol», resulta insólita la filosofía jurídica con que el ex Fiscal, Luis Ángel Bravo Contreras, habría, digamos, actuado luego del 19 de enero de 2016 cuando en la barranca de «La Aurora», en el municipio de Emiliano Zapata, fueron hallados 19 cadáveres.
La ley dice que han de reportarse y luego enseguida de la autopsia publicitar los datos físicos para ver si en un Veracruz con tantos secuestrados y desaparecidos los familiares los ubicaban.
Por el contrario, hubo la orden siniestra y sórdida de ocultar la mayoría de los cadáveres.
De entrada, ocultaron trece cadáveres y que desde entonces, nadie supo, nadie ha sabido, más que ellos, su destino.
Y sólo dieron a conocer que el tétrico y fatídico hallazgo era de seis cadáveres.
La tesis es que todos habrían sido asesinados por servidores públicos de la secretaría de Seguridad Pública de Arturo Bermúdez Zurita, preso en el penal de Pacho Viejo.
Gilberto «N», el ex director general de los Servicios Pericliaes, y Carlota «N», delegada Regional de la Policía Ministerial, fueron detenidos el martes 3.
El corazón ha quedado estrujado una vez más.
Las neuronas paralizadas ante la locura con que el duartazgo gobernó Veracruz al grado de ocultar trece cadáveres.
Todo, y de entrada, para proteger y encubrir abusos del poder.

LA PIRÁMIDE DEL PODER

De acuerdo con el boletín, la barranca de «La Aurora», y según vecinos, era «el lugar en que arrojaban a víctimas de desaparición forzada» y que como se recuerda se deriva de la alianza infernal entre políticos, jefes policiacos, policías y narcotraficantes para desaparecer, secuestrar, torturar, asesinar y sepultar en fosas clandestinas a personas, por lo regular, civiles.
En el caso, por órdenes del director de Servicios Periciales y la delegada de la Fiscalía, «el personal bajo su mando únicamente reportó el hallazgo de 6 cuerpos» de los diecinueve encontrados.
Nadie pensaría, entonces, que «el personal bajo sus mandos» actuaron por voluntad propia.
Ellos, y como una premisa universal, simple y llanamente, obedecieron órdenes superiores.
La punta del iceberg lleva entonces «más arriba».
¿Habrían, por ejemplo, actuado el director de Servicios Periciales y la delegada de la Fiscalía por voluntad propia, por iniciativa propia, por conveniencia propia?
De ser así, habría sido demasiada audacia y temeridad.
Y más porque hay una escalera del poder político y más del poder político autoritario.
A: El Fiscal.
B: El secretario de Seguridad Pública.
Y C: El gobernador en funciones.
Pero, digamos, que por ejemplo, el director de Servicios Periciales y la delegada de la Fiscalía actuaron por decisión personal, entonces, ¡qué mal que nunca el jefe superior haya conocido el estilo de ejercer el poder de sus colaboradores, elegidos por él mismo y/o por el jefe máximo.
Desde luego, resultaría inverosímil, insólito, inaudito, increíble, que el Fiscal, el secretario de Seguridad Pública y/o el gobernador, y/o todos juntos, hayan ignorado lo que abajo del poder sucedía.
Por eso, la Fiscalía tiene muchísimo trabajo para interrogar con inteligencia y talento a Gilberto «N» y a Carlota «N», única manera para, primero, hacer justicia, y segundo, restablecer el Estado de Derecho.

CADÁVERES QUE CAMINAN

Según el boletín, en el duartazgo se gobernaba, entre otras formas, de la siguiente:
l. Los 19 cadáveres hallados en la barranca de «La aurora», en el municipio de Emiliano Zapata.
2. Uno de los cadáveres «fue llevado hasta la localidad de Santa Ana, municipio de Alto Lucero» de Paquita la del barrio, y que en el siglo pasado fuera jurisdicción de Manuel Parra, el jefe máximo de «La mano negra», tiempo de la barbarie en contra de los ejidatrarios por la lucha agraria y que dejara cuarenta mil campesinos asesinados.
3. El cadáver que en el duartazgo fue trasladado de Emiliano Zapata a Alto Lucero «ya habías sido identificado» y «su hallazgo fue simulado».
Era el cadáver de un policía, David Lara Cruz, «elemento de la secretaría de Seguridad Pública desaparecido el día de enero de 2016», es decir, 7 días antes del infierno descubierto en la barranca de «La aurora» con los 19 cadáveres.
4. Lo insólito, lo peor, lo increíble:
El policía David Lara Cruz, dice el boletín, había sido «privado de su libertad por miembros de su propia corporación cuando salía de las instalaciones de Evaluación y Control de Confianza de esa dependencia».
Es decir, por miembros de la secretaría de Seguridad Pública.
Es decir, por sus propios compañeros.
Es decir, ¿con anuencia y conocimiento de Arturo Bermúdez?
Es decir, ¿sabía Duarte de tales «ajustes de cuenta», «el hombre lobo del hombre», Kramer contra Kramer, feroz pelea por el poder, entre los policías (¿Los mandos medios, los mandos altos?) de Seguridad Pública?
La barbarie humana.
El infierno.
Y, bueno, si así actuaban los policías, podrá derivar el lector el trato dispensado a la población civil.
Y más, mucho más, a las personas incómodas al sexenio anterior.

PISTAS LLEVAN A ARTURO BERMÚDEZ

Nunca un boletín de prensa ha alcanzado la dimensión estelar del periodismo y de la vida pública.
Dice, por ejemplo:
«Según testimonios, los restos de las 12 personas restantes (cuyos asesinatos fue ocultado por la Fiscalía de Luis Ángel Bravo Contreras)… fueron entregados a la secretaría de Seguridad Pública, dependencia que se encontraba al mando del hoy vinculado a proceso por su probable participación en desapariciones forzadas, Arturo “N”, durante el Gobierno de Javier Duarte de Ochoa».
Gilberto «N», entonces, señalado una vez más como el mago de la muerte que desapareció doce cadáveres, pues uno de ellos (de los 13 ocultados) era el cuerpo sin vida del policía David Lara Cruz.
Ha, pues, de ponerse en el carril político, jurídico, penal y social las razones sicológicas, siquiátricas y neurológicas para que Gilberto «N» llegara, en caso de ser así, a tal dimensión de la naturaleza humana.
Y es que si sus jefes le ordenaron ocultar los cadáveres, igual que a Carlota «N», la respuesta digna, humana, era la renuncia.
Pero ellos, así como están de señalados, siguieron para adelante, cumpliendo las órdenes.

 

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