jueves, abril 25, 2024

Expediente 2017

Liderazgo anunciado

Luis Velázquez

Américo Zúñiga ya se destapó. “Estoy listo para servir a mi partido” dijo. Luego fue humilde. “Desde cualquier trinchera”. Pero desde hace ratito en el carril político lo miran con cara de presidente del CDE para relevar al presidente imaginario que es y ha sido Renato Alarcón, culpable de que el tricolor sólo ganara tres alcaldías como partido postulado y 37 más en alianza con el PVEM y el PANAL.

Sea como sea, el presidente municipal de Xalapa, ex diputado local y ex secretario de Trabajo y Previsión Social, es uno de los pocos, excepcionales plus del partido rojo, cuando la mayoría de las elites priistas, todas con el fierro duartiano en la frente, están azorrilladas y sumisas para ver si libran el penal de Pacho Viejo.

Y cuando, además (ya está dicho pero nunca ha de olvidarse), el tricolor perdió tres elecciones seguidas (gobernador, diputados y alcaldes) en menos de un año.

Y cuando, de ñapa, aun cuando la mitad del priismo y la otra mitad ya saben que el senador Pepe Yunes Zorrilla es el inminente candidato a la silla embrujada de palacio, su contraparte, Héctor Yunes Landa, sigue como la gota a la roca perforando y minando la unidad roja, causando y multiplicando la incertidumbre y la zozobra.

RESUCITAR UN PAQUIDERMO

Américo Zúñiga, cierto, tiene el sello de casa. Es amigo, “uña y carne” de Pepe Yunes. Ambos crecieron juntos, hijos de dos padres amigos y hermanos ´putativos.

Y con los años la amistad se ha fundido. Y ahora, vidas paralelas, se juntan más en el carril político.

Y en un momento crucial, definitivo, para su partido, pues si el primero de julio del año entrante el tricolor perdiera la gubernatura y las diputaciones locales y federales y las senadurías, entonces, caray, significará el peor entre los peores de los mundos imaginados.

Américo, sin embargo, está llamado a resucitar el cadáver, cenizas, polvo, en que lo dejara Javier Duarte y sus guardias pretorianos, Erick Alejandro Lagos Hernández, Jorge Alejandro Carvallo Delfín, Alberto Silva Ramos y Alfredo Ferrari Saavedra, todos, por cierto, premiados con otros cargos públicos.

Así, el alcalde de Xalapa cargará la cruz a cuestas subiendo al Gólgota, con todos los vientos huracanados en contra, y en donde su capacidad, experiencia, talento, estrategia, relaciones y mañas estarán en juego.

Y más, porque en el otro lado de la cancha estarán Miguel Ángel Yunes Linares, el gobernador con el chirrión en la mano, jefe máximo, y Andrés Manuel López Obrador, vía Cuitláhuac García.

Y más, porque de por medio estará la disputa por la presidencia de la república en un Veracruz considerada la gran potencia electoral del país luego del estado de México (en manos del PRI), la Ciudad de México (en manos del PRD con una MORENA “pisándole los talones”) y Jalisco (todo indica en manos del Movimiento Ciudadano).

Y tal cual, si en Veracruz el tricolor pierde la elección presidencial, como sucediera en el año 2012 con Enrique Peña Nieto ante Josefina Vázquez Mota, entonces, Américo Zúñiga cargaría con el fardo político más espantoso y terrible de su vida.

En contraparte, si como presidente del CDE del PRI, a lo que parece predestinado, resucita a su partido, entonces, merecerá “hacha, calabaza y miel” para, desde ahora, y más allá del futurismo, consolidarse como la única carta para la gubernatura del año 2024/2030, y que la esposa del gobernador Yunes ha predestinado para su hijo Fernando Yunes Márquez, alcalde electo de Veracruz.

RESCATA O DESCARRILA MÁS AL PRI

Semanas anteriores, Zúñiga Martínez fue destapado como presidente del CDE del PRI.

En algunos espacios mediáticos lo coronaban ya.

Pero en el camino hubo reversa. Se ignora si desde el altiplano o porque en las vencidas Renato Alarcón logró posponer su sacrificio. Ahora, está listo.

Incluso, días antes precisó que en su plan de vida, y por ahora, en ningún momento figuraba la candidatura al Senado.

Quizá se trata de un plan preconcebido, pues seguro de que su hermano putativo, Pepe Yunes, será el candidato al trono imperial y faraónico, llevar el peso de la campaña electoral, mirando al presente y con un pie en el futuro inmediato y volverse, digamos, y en casa de ganar las urnas, el secretario General de Gobierno, digamos, el Rogelio Franco Castán de Yunes o el Reynaldo Escobar de Fidel Herrera.

En el cargo edilicio se volvió líder natural de los presidentes municipales reclamando a Javier Duarte el pago de las participaciones federales retenidas.

Encabezó también el cabildeo diplomático en las instancias federales.

Organizó una caminata en la avenida Reforma de la Ciudad de México como parte de su resistencia pacífica ante el duartazgo.

Se volvió líder nacional de alcaldes y encabezó un movimiento municipalista sin precedente.

Su pasado y experiencia lo avala por completo para dirigir a su partido, además, en un momento estelar donde se sublima y lo redime y por el contrario, descarrila más.

“Estoy listo”, dijo ya, y que de ser así, reproduciría el ejemplo de su padre, el maestro Guillermo Zúñiga, quien también fue alcalde, diputado y dirigente partidista, entre otros cargos.

Un par de hermanos putativos, Américo Zúñiga y Pepe Yunes, listos para enfrentar la batalla más importante de sus vidas, tiempo en que toda la inteligencia, estrategia y capacidad jugarán en las grandes ligas ante Yunes Linares y López Obrador, con su alfil Cuitláhuac García.

Juan Maldonado Pereda, QEPD, lo decía de la siguiente manera:

“No es el puesto el que hace al hombre, sino el hombre al puesto”.

Américo Zúñiga, ante la historia política y social de un Veracruz donde seis de cada 10 habitantes están atrapados y sin salida en la pobreza, la miseria, la jodidez y el infierno.

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