domingo, mayo 5, 2024

Expediente 2017

Solalinde en Acayucan

Luis Velázquez

El padre José Alejandro Solalinde, el paladín de los migrantes, ha sido amenazado en varias ocasiones.

Un día, incluso, un Zeta lo encañonó y el padre hundió la cabeza en el pecho, se encomendó a Dios y le dijo:

“¡Aquí estoy! ¡Mátame!”.

En el Fidelato, el góber fogoso le lanzó a un trío de diputadas locales (las tres mujeres) en su contra y lo satanizaron.

En el duartazgo, el góber tuitero le envió a los evangélicos al café de “La parroquia” para denostarlo, todo, porque se había aliado con “El peje”.

En la Puebla de Rafael Moreno Valle unos policías lo detuvieron bajo el pretexto de que llevaba en su camioneta armas de uso exclusivo del Ejército.

El CEN del PRD lo quiso encarcelar que porque hizo proselitismo a favor de Delfina Gómez, la candidata de MORENA a la gubernatura del estado de México.

De los obispos y arzobispo de Veracruz, sólo el de Coatzacoalcos, Rutilo, le extendió la mano una vez a su paso encabezando una marcha más de migrantes y madres de ilegales buscando a sus hijos desaparecidos en el territorio jarocho, “el cementerio más largo y extenso” de indocumentados.

Fundador del albergue “Los hermanos en el camino”, en Ixtepec, Oaxaca, Solalinde ha dado el paso que nunca intentó o soñó en el Fidelato ni en el Duartazgo.

Y ha anunciado que instalará un albergue para refugiados en Acayucan, uno de los pasos con Coatzacoalcos, Medias, Tierra Blanca y Córdoba-Orizaba, de los más peligrosos (río de sangre y valle de la muerte) para los migrantes.

Quizá, digamos, “la gota que desparramó el vaso” fue cuando en Acayucan asesinaron al hondureño, el camarógrafo Edwin Rivera, quien huyendo de América Central por la ejecución de un amigo reportero, encontró la muerte en Veracruz.

El Veracruz de Miguel Ángel Yunes Linares.

UN SACERDOTE PIDE AYUDA

Nadie como Solalinde conoce la realidad migratoria de Veracruz, entre tantos otros territorios del mal.

Aquí, ha puesto “el índice en la llaga”, y con todo y su integridad y limpieza social, ha sido poco, digamos, el resultado obtenido…, si se considera que de cualquier forma, los malandros, los Maras, los polleros, los policías estatales y municipales, anexos, conexos y similares, siguen cometido abusos y excesos del poder en contra de los migrantes.

Un albergue es un oasis en medio del páramo tan gigantesco que parte de Honduras, Guatemala y Salvador, camina hacia México, cruza Veracruz y llega a la frontera norte para internarse de nuevo en el infierno estadunidense.

Y, bueno, igual como el caso de “Las Patronas”, de Amatlán, un albergue para refugiados significa el más alto apostolado, porque se trata de “los pobres entre los pobres”, “carne de cañón” de los malos.

Y más ahora con Donald Trump, y ante quien Solalinde ha fijado su experiencia: con todo y muro, los migrantes seguirán intentando llegar a Estados Unidos, unas veces, el mayor número quizá, por el desempleo, los salarios de hambre, la pobreza, la miseria y la jodidez.

Y otras, por la violencia que flagela a la región.

En el caso, un particular donó en Acayucan una hectárea y media de terreno (Santos López Celdo, reportero) para levantar el albergue, y ahí, “metido hasta el tuétano”, estará Solalinde al frente, igual que en Ixtepec.

Por eso, el padre ha lanzado una convocatoria para construir el local y para donar alimentos, ya, desde ahora, porque los migrantes pasan todos los días por el pueblo y ellos adolecen de un lugar seguro para estar, reposar, descansar, reponerse y seguir el camino arduo y ríspido.

UN SACERDOTE EN EL INFIERNO

En el mes de agosto (en unos cuantos días), el albergue de Solalinde en Acayucan estará listo.

Su ubicación resulta icónica y simbólica.

Por ejemplo, el paso obligado de los ilegales de América Central.

La ruta inevitable de sur a norte del país, zona de trasiego de droga.

La rebatinga de los chupa-ductos.

El tráfico de personas y la trata de mujeres.

Incluso, el feminicidio en su capítulo estelar, pues bastaría recordar que en la Decena Trágica, de 2004 a 2016, Fidel Herrera y Javier Duarte, unas doscientas mujeres fueron asesinadas en la región Isla-Rodríguez Clara, luego de la violación la mayoría, todos los crímenes impunes.

En ninguna otra zona de Veracruz tantos asaltos a los autobuses de pasajeros, y más, por el terrorífico estado de las carreteras.

La pelea milenaria por los cargos públicos para seguir “ordeñando la vaca”, incluida la compra de votos como era fama pública con Érick Lagos Hernández, el diputado federal, ajá, que obtuvo más votos en el país, bajo el principio universal de que “lo que se compra con billete… sale barato”.

Y de ñapa, el cacicazgo de las hermanas Vázquez Saut.

Alejandro Solalinde, en medio de todos ellos, para evitar la crisis humanitaria de los migrantes.

Ha de preguntarse, entonces, si con Solalinde ya de fijo en Acayucan, fans de Andrés Manuel López Obrador, militante de la Teología de la Liberación, enfrentado a la mayor parte de los obispos de Veracruz, Yunilandia revisará su política migratoria para ser condescendiente y llenarse de misericordia.

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