sábado, septiembre 21, 2024

Expediente 2017

¡No… a Sara Ladrón!
Luis Velázquez

Aun cuando aquí se ha escrito que la reelección de la rectora de la Universidad Veracruzana, UV, Sara Ladrón de Guevara, pareciera crónica de una victoria anunciada, el politólogo Ramón Benítez, tan incrédulo que es porque dice que «piensa mal y acertarás», vislumbra en su bolita de cristal que ninguna seguridad existe de que la posibilidad pudiera consumarse.
Por ejemplo, observa que los ex rectores Víctor Arredondo Álvarez (y quien soñara con tercer período) y Raú Arias Lovillo (quien luego enseguida se jubilara y hasta migrara de Veracruz, primero a Ecuador y ahora a Guanajuato considerando que «el respeto a la rectoría ajena es la paz) pudieron ser reelegidos… porque tenían un proyecto académico que permitió convencer a los miembros de la Junta de Gobierno en turno que era pertinente dar continuidad a sus respectivos proyectos por un periodo adicional de cuatro años.

La misma rectora Sara Ladrón ha destacado sus propias razones para reelegirse y entre ellas no se encuentran sus logros académicos.
Los escasos resultados que puede presumir son resultado de la inercia del trabajo de los anteriores rectorados.
Es más, ha de preguntarse ¿dónde quedó la innovación educativa?…
¿Y dónde quedó el activo papel de la UV en la sociedad local?…

¿Y dónde se perdió el respeto y la atención a los académicos, particularmente a los investigadores de la institución?…
¿Y dónde quedó la atención a los estudiantes?…
¿y dónde quedaron la rendición de cuentas, la capacidad de negociación para obtener fondos adicionales, el diálogo con la comunidad universitaria, etcétera, etcétera, etcétera?
Todo se perdió.
La rectora ha pasado de la entrega total a Javier Duarte (la comunidad universitaria no olvida que la propia rectora le abría la puerta de la USBI a temprana hora a este señor para que entrenara en sus campos deportivos) a la sumisión absoluta al gobernador actual para construir el Plan Veracruzano de Desarrollo y que no ha servido de nada.
Pero también, y de ñapa, ha brincado a la proyección acomodaticia de una posible alianza con MORENA, quizá, acaso, hasta escuchando «el cántico de las sirenas» para, digamos, buscar la candidatura a la Senaduría (vía Manuel Bartlett Díaz, el senador del PT en el Congreso de la Unión, y amigo entrañable de la familia).
Así ha de preguntarse ¿dónde quedó la llamada autonomía universitaria?
Por estas razones la comunidad universitaria (integrada por unas 85 mil personas entre estudiantes, académicos y burócratas), en su inmensa mayoría,  no quiere la reelección.
Quiere que la UV vuelva a ser un espacio de libertad y de diálogo, de libre pensamiento de  ideas, que es lo único que propicia el desarrollo de la ciencia, el saber y la cultura.
En los últimos años, la comunidad universitaria únicamente ha conocido el carácter despótico de la gestión universitaria y el incremento del burocratismo y de la represión.

TODO EN MANOS DE LA JUNTA DE GOBIERNO

Entre los aspirantes que se han anotado para buscar la rectoría se encuentran académicos de prestigio, que son ya triunfadores en sus respectivos ámbitos de trabajo académico.
Son siete en total, y entre quienes figuran el doctor Jorge Manzo Denes, director del Centro de Investigaciones Cerebrales, y la antropóloga Rosío Córdoba, ambos miembros del Sistema Nacional de Investigadores, y el primero, igual que Sara Ladrón, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, y en donde han sido actores fundamentales en el país.
Sus propuestas para convencer a la Junta de Gobierno tienen aspectos relevantes que hablan de una seria preocupación por cambiar el rumbo del deterioro y estancamiento en que ha vivido la UV en los últimos cuatro años.
No quieren más de lo mismo.
No quieren más mediocridad, sino levantar la esperanza de tener una máxima casa de estudios reactivada por todos los miembros de la comunidad universitaria.
Por otra parte, asumiendo que pueda ser posible la intervención de Miguel Ángel Yunes Linares en el proceso de elección, la propia reelección de Sara Ladrón de Guevara juega en contra del propio proyecto del gobernador.
En el mundo actual todas las políticas públicas requieren de nuevos conocimientos e innovación que no pueden impulsarse con una universidad estancada y mediocre.
No hay reelección segura de la rectora porque la Junta de Gobierno tendrá que escuchar la casi unánime demanda de la comunidad universitaria que desea un cambio.
Por otra parte, si lo único que la rectora ofrece es más de los mismo (su propuesta fue un refrito de su informe anual), la Junta de Gobierno tendrá que escuchar las propuestas de las otras candidaturas.
La Junta de Gobierno, al mismo tiempo, no puede optar a ciegas por la reelección porque mina seriamente la credibilidad de este órgano de gobierno universitario.
La prioridad de la Junta de Gobierno debe ser la institución y no la reelección.

 

 

QUE NO SE ARRUGUEN LOS 9 NOTABLES

La reciente aprobación en el Congreso de Veracruz de la denominada “autonomía presupuestaria gradual” no es más que otra burla para la comunidad universitaria.
Y es que será hasta el año 2023 (dentro de seis años) cuando se alcanzará (si somos optimistas) un presupuesto del 4% del presupuesto estatal, cuando la propia comunidad universitaria demandó el 5% desde la famosa marcha de la dignidad que exigió, además, el pago de los 2,500 millones de pesos que adeudaba el gobierno de Javier Duarte.
Hoy el gobierno de Yunes no ha cubierto esa deuda, vamos, ni siquiera una parte, mientras se da “atole con el dedo” con la supuesta autonomía presupuestaria.
Y lo peor, ante el silencio ominoso, negro, oscuro, de la rectora que sueña con reelegirse.
Y más cuando estamos ante un estado devastado por el gobierno de Javier Duarte, donde la población de ocho millones de habitantes sólo podrá recuperarse con una UV de calidad que mantenga un papel activo en su entorno a favor de los diversos sectores sociales de una entidad federativa, donde seis de cada diez personas están atrapadas y sin salida en la miseria, la pobreza y la jodidez como ha documentado el CONEVAL.
Y con el futuro no se juega.
Y de paso, nadie quisiera, observa el politólogo Ramón Benítez, que la decisión de los nueve notables de la Junta de Gobierno de la UV se arrugue como se arrugara hace cuatro años con los enmascarados de Javier Duarte y Érick Lagos Hernández, secretario General de Gobierno, que con sólo sitiar la USBI de Xalapa se acalambraron y temerosos, según ellos, del regreso del porrismo, inclinaron el dedo por Sara Ladrón, quien fuera la primera sorprendida con su nombramiento.

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