viernes, abril 26, 2024

Expediente 2017

El norteamericano asesinado

Luis Velázquez

La inseguridad se está yendo, mejor dicho, ya se fue, de las manos del bienio azul.

Y los vecinos están encabritados.

Y por eso, antes, mucho antes de que de nuevo se formen otras autodefensas como en Las Choapas, unos apuestan a los desplegados, como en el caso de Teocelo.

Cuidado, la población clama justicia por el asesino de un norteamericano.

Y entonces, habrá de preguntarse si la embajadora de Estados Unidos, Roberta Jacobson, que la semana anterior estuvo aquí, entre nosotros, habría conocido el caso.

Es más, si habría sido la razón suprema de su periplo.

Fue el jueves 22 de junio del año que corre. En La Jornada Veracruz, página once, los ciudadanos de Teocelo publican desplegado de media plana. Recuerdan el asesinato de Gordon Strom, estadunidense de 58 años de edad, “brutalmente asesinado en su casa el 4 de mayo. Han pasado cincuenta días y su crimen sigue impune”.

Más adelante, dice:

“Era un ciudadano ejemplar, amoroso y respetuoso, que trabajó desinteresadamente en favor del medio ambiente y de las personas, buscando de manera pacífica construir un mundo mejor”.

En un párrafo que revela la indignación crónica, asienta:

“Las autoridades municipales no se han pronunciado ni han hecho nada al respecto. Tampoco vemos voluntad política de las autoridades estatales, pues aunque tuvimos una reunión con personal de la secretaría de Gobernación y aseguraron que habría acciones concretas para resolver la situación de inseguridad, nada ha ocurrido”.

Entonces, expresan los días y las noches sórdidas y siniestras que están viviendo, cierto, desde el duartazgo, pero al mismo tiempo, atroz y cruel, en el bienio azul, y que al mismo tiempo reproducen pesadilla de norte y a sur y de este a oeste, como el sábado 24 en que cuatro niños y una pareja fueron asesinados en Coatzacoalcos y la chica y su señora madre ejecutadas en Orizaba, sumando 24 crímenes en un solo día:

“Hemos vivido secuestros, extorsiones, robos, asesinatos, desapariciones y más hechos violentos.

La impunidad y la opacidad de las autoridades han sido el denominador común.

No queremos que el caso de Gordon Strom sea uno más”.

Y, bueno, si han transcurrido cincuenta días (casi dos meses desde el homicidio del norteamericano), caray, es demasiado, excesivo, larguísimo tiempo para que la secretaría de Seguridad Pública y la Fiscalía sigan dando golpes erráticos.

IMPUNE BAÑO DE SANGRE…

En el caso de Teocelo, ni tampoco en el cuádruple asesinato de niños en Coatzacoalcos y sus padres, se trata de “tirar la espada en prenda” ni tampoco satanizar al góber azul y/o al titular de Seguridad Pública o al senador Héctor Yunes Landa, que tan insistente ha sido con la inseguridad.

Ni siquiera, vaya, se trata de levantar la escopeta y disparar sobre Los Pinos que tiene al país sumido en el terror.

Tampoco se trata de unas elites políticas salgan vivas o su actitud (ineficacia, ineficiencia, digamos) justifique su continuidad con pretextos o motivos, más que con argumentos.

Se trata, simple y llanamente, desde el norteamericano asesinado hace 50 días hasta los cuatro niños asesinados de que la población civil sigue quedando indefensa ante el baño de sangre que corre de norte a sur y de este a oeste del territorio jarocho.

Y más, si se recuerda el llamado Estado de Derecho, en que la seguridad en la vida y los bienes es tarea fundamental, prioritaria, clave, inevitable, insoslayable.

Con todo, en el lado azulenco han dado una respuesta tibia a los días revueltos que se viven y padecen.

En menos de siete meses, la vida sigue prendida de alfileres, como si desde el primero de diciembre los demonios anduvieran sueltos, como dice el clásico popular.

Más aún: queda confirmado que la Yunicidad no puede, no quiere, o llegó al principio de Peter, y por añadidura, están comenzado a ser, o ya son, figuras en declive.

Dice el desplegado de los vecinos de Teocelo sobre el crimen del norteamericano:

“A cincuenta días de la impunidad y ante la falta de resultados en la investigación… exigimos justicia para nuestro amigo Gordon”.

Es el mismo, el mismito clamor que cientos, miles de habitantes de Veracruz continúan reclamando al gobierno de Veracruz.

DESCRÉDITO QUE SE VOLVIÓ TÓXICO

Los vecinos de Teocelo habrían integrado “una coperacha” para publicar el desplegado. También podrían, digamos, los paisanos de otras latitudes geográficas.

Antes, mucho antes, de lanzarse a la calle en un gran número de cabeceras municipales para exigir (no clamar, no rogar, no mendigar) seguridad en la vida.

Y antes, mucho antes, de integrar guardias comunitarias.

Y antes, mucho antes de hablar a los noticieros de radio y televisión de la Ciudad de México emitiendo el alerta y la protesta y la indignación crónica.

Y antes, mucho antes de lanzar una sistemática campaña en las redes sociales que de paso pudieran enervar y levantar a todo un pueblo para detener esta masacre.

Y si en el duartazgo el tsunami de violencia tocó fondo…, ahora el bienio azul está atrapado y sin salida, digamos, en el último rincón del infierno, en el fondo del volcán erupcionando.

La piel social está herida. Sangrando. Borboteando sangre día y noche. Y el plus del gobierno panista con su política de seguridad social (fuerzas federales, estatales y municipales) se ha vuelto el eslabón más débil, más frágil, de la cadena.

Simple y llanamente, los malandros están ganando la batalla.

Hay una ola implacable, feroz y atroz de descrédito y desprestigio que se ha vuelto tóxica y amenaza con noquear en el centro del ring a la yunicidad.

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