martes, mayo 7, 2024

Escenarios

•De alcalde a reina del carnaval

•El dulce encanto de la campaña

•Derrota insólita en Medellín

Luis Velázquez

Uno. De alcalde a reina del carnaval

Delio Ramsés Salas Pantoja, experto en el lenguaje corporal para entender y explicar la vida humana, pudo ganar la presidencia municipal de Medellín, pero… en el camino se creyó reina de carnaval.

Entonces, el candidato del Movimiento Ciudadano que antes había soñado por MORENA y antes por la vía independiente, sucumbió a la locura del aplauso y el vitoreo y creyó que iba “en bandeja de plata”.

Al despertar el lunes 5 de junio en la madrugada supo que estaba derrotado.

Y es que en la jornada electoral dejó de leer el lenguaje de la población.

Cierto, lo halagaban y le abrían la puerta y le sonreían y le invitaban un cafecito o la sombra de la sala.

Pero en un poblado como Medellín, y como tantos otros en Veracruz, la gente es muy amable y generosa.

Y así el abonero llame a la puerta se la abren.

Fue ahí donde Delio se trepó a la ruleta rusa y terminó descarrilado.

Alto, imponente, fornido, sonrisa fácil, con la cabeza llena de sueños, olvidó su tarea fundamental que es interpretar el sentir de la gente a partir de su movimiento corporal.

Incluso, en la locura y el éxtasis del momento decidió caminar en las rancherías y como la gente es cálida, muy cálida, creyó que estaban con él a morir.

Así, descuidó otros frentes urbanos del pueblo, donde por cierto se concentra la mayoría poblacional.

Antes de sentarse en la silla edilicia ya estaba mareado. Solito, pues, se desplomó. Ni siquiera, vaya, necesitó un empujoncito de Polo Deschamps, el candidato del PAN, efímero diputado local.

Peor tantito si se considera que Delio tenía ventaja descomunal ante el panista, su adversario.

Dos. El encanto de la campaña

Por ejemplo, Delio es moreno moreno como la mayoría de la población y Polo es blanquito.

Delio vive en Medellín en un fraccionamiento cerca de la cabecera municipal y Polo en Boca del Río.

Delio tiene arraigo domiciliario y Polo es un arribista.

Delio habla como un habitante más de Medellín y Polo como un niño bien.

Delio tenía trabajo social y electoral previo, sólido y consistente, y Polo fue un arribista.

Al principio, le entró duro y tupido a la jornada cívica.

A la mitad del camino sucumbió al encanto de la campaña y aflojó por completo.

Soy muy popular, se dijo.

Y hacia el final quiso retomar el paso original, pero la hormiguita y la liebre habían sido derrotados por la tortuga azul.

El politólogo Ramón Benítez observa las siguientes circunstancias:

A) Los programas sociales de la secretaría de Desarrollo Social (Indira Rosales San Román, quien ya sueña con el Senado de la República) fueron tronantes y sonantes.

B) Los operadores de la SEDESOL azul y el Ayuntamiento del Boca del Río actuaron en toda su magnitud.

C) Mientras la zona rural estuvo amarrada por los programas oficiales, en la zona urbana el voto se dividió.

D) El billete fácil, la despensa y el acarreo del candidato panista fueron determinantes.

E) El uso y abuso de recursos oficiales significó una tentación permanente para la población, con todo y que les dijeran que se apropiaran de la carnada, pero soltaran el anzuelo.

F) En medio de tales acciones, Delio quedó atrapado y sin salida en la incertidumbre electoral y lo tumbaron del caballo.

G) La figura del tlatoani, el gobernador, pesó más en el ánimo social que la estrategia del Movimiento Ciudadano con Delio como Niño Pípila.

H) Y más todavía, porque Delio empezó a trabajar la plaza con demasiada anticipación que Polo Deschamps y el resto de los candidatos, incluido, “El rey del mango petacón” como llaman a Marcos Isleño.

Tres. Un pueblo en busca de un líder

En Medellín, como en el resto de las demarcaciones, la población necesita un líder, y un líder social que conduzca el destino común a la calidad de vida.

Delio Salas, tampoco Polo Deschamps, ni los otros, lo son.

Pero como el PAN tiene “el chirrión en la mano”, la elección dominical se trató de una elección de Estado, de igual manera como en el duartazgo y en el fidelato, donde el gobernador en funciones dispone de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial para ganar con sus candidatos.

Y es que cuando se utiliza el aparato del Estado, incluido el recurso oficial, entonces, la lucha es ardua y difícil.

Delio lo sabía. Pero de pronto, zas, se engolosinó con la miel de la población y le ganaron el mandado.

Otra cosita es si hubiera sido candidato del PRI, pues los estragos del duartazgo son todavía incalculables, pues al momento el tricolor lleva tres elecciones perdidas de manera consecutiva:

El año pasado, la gubernatura y la mayoría en el Palacio Legislativo, y el 4 de junio, las alcaldías.

Ni modo, perdimos, le dijo don Adolfo Ruiz Cortines a un amigo a quien lanzara como candidato a presidente municipal de Veracruz.

La lección política, no obstante, ya está, pues en todo caso, en la vida enseñan más las derrotas que las victorias.

Delio Ramsés tendrá espacio y tiempo suficiente para la reflexión de aquí, digamos, hacia finales de año cuando quizá levante la mano para la candidatura a diputado local o federal.

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