martes, mayo 7, 2024

Expediente 2017

Masacre abstencionista

Luis Velázquez

Fue atroz el abstencionismo en Veracruz. Más de la mitad de la población quedó en casa o salió de la ciudad. O fue a la playa. O pasó el día en “la cascarita” y con los amigos.

Si antes los políticos decían que la elección de presidentes municipales despierta las más sórdidas pasiones, el domingo 4 de junio el desdén y el menosprecio ciudadano.

Les valen los alcaldes que llegarán al cargo público.

El OPLE falló. Fallaron los partidos políticos. Fallaron los candidatos. Malos, pésimos candidatos dice el politólogo Ramón Benítez. No había, dice, competencia real. Ni por dónde votar.

Hubo casos dramáticos. Película de terror social. En Tatatila, por ejemplo, a un ladito de Xalapa, ni un voto obtuvo el candidato de MORENA. En Jalcomulco, un solo voto el PANAL. En Landero y Coss, ni un sufragio para el PES.

Más aún: si en San Juan Evangelista el grito de campaña de las mujeres pidiendo al candidato “¡Hazme un hijo!” falló por completo, en Soledad de Doblado el famoso trasero de una candidata fue insuficiente para ganar en las urnas.

Claro, en Tlacotalpan, el candidato independiente, Christian Romero, apodado “El potrillo”, arrasó. “¡Voten por ‘El Potrillo!” decía.

De hecho y derecho, el resultado electoral puede calificarse de una masacre social. A la población, le vale.

Y es que la estadística del CONEVAL resulta estrujante, indicativa y significativa.

Seis de cada diez habitantes de Veracruz, en la pobreza, la miseria y la jodidez.

Un millón y medio de habitantes (de un total de ocho millones) sólo hacen dos comidas al día.

En tres años, Veracruz aportó medio millón de personas a la pobreza nacional.

Cada familia vive apretada cada quincena para garantizar el itacate en casa.

Además, de la inseguridad y la impunidad, las hermanitas gemelas que a 6 meses y ocho días de la yunicidad han empeorado.

Desde luego, votó casi la mitad de la población por los diez partidos políticos en la contienda, pero más de la otra mitad (el 55%) se abstuvo.

Bien lo establece la estadística de Latinobarómetro: los políticos están en el sótano de la confianza ciudadana, en el mismo nivel que los cuerpos policiacos.

ESTRUJANTE MACHETAZO ELECTORAL

El OPLE publicó spots en la tele y la radio convocando a votar.

¡Vaya sonrisita la del viejito de Tlacotalpan hablando con orgullo de su pueblo y pidiendo que todos sufragaran!

¡Vaya destreza del guitarrista y sus décimas tratando de convencer para ir a las urnas!

Y más allá de que el abstencionismo resulta histórico, cierto, en Veracruz, pero de igual manera en el resto de la nación, el machetazo electoral fue estrujante.

Se deriva de la jodidez social.

Pero al mismo tiempo, de la corrupción política con la que cada seis años y cada cuatro años con los presidentes municipales aparecen nuevos ricos. Y lo peor, todos en la impunidad.

Y en contraparte, doscientas familias dueñas de más del 60 por ciento de la riqueza estatal y un Veracruz pródigo en recursos naturales y habitado por gente pobre y en la miseria.

Peor, si se considera que los candidatos pusieron el mundo a los pies de la población cuando cada ciudadano mete la mano al bolsillo y descubre reservas bajas para el pan y las tortillas del día siguiente.

Y cuando la quincena se alarga más y más y sólo queda salir corriendo a la casa de empeño para pignorar el único patrimonio familiar, como es el anillo de bodas…que algo darán, mínimo, para, digamos, completar la semana.

Hay en el corazón social, cierto, esperanza, pero al mismo tiempo, dice el escritor Julio Hernández en su último libro, “Encabronados”, hay quebranto.

Hay ilusión, pero de igual manera, desconsuelo.

Hay sueños, pero todos estrellados en la realidad cotidiana.

Y mientras la población esté encabritada (y que ha sido desde mucho tiempos anterior), el abstencionismo seguirá creciendo, con todo y despensita y playerita y gorrita y bequitas miserables para los hijos de unos quinientos pesos.

ENTRE MÁS POLÍTICOS PILLOS, MÁS ABSTENCIONISMO

Un día, “en la noche de los tiempos”, el abstencionismo lanzó su primer aviso. Y luego otro y otro. Y nadie, entonces, prendió las lámparas.

Así fue creciendo. En Veracruz, la mitad de la población, en ayuno electoral. La credencial del IFE sólo sirve para el trámite oficial y bancario.

Y como va ninguna duda hay (sin la bolita de cristal) de que la tendencia aumentará. Simple y llanamente porque nadie frena la corrupción… por más y más que se habla del Sistema Nacional y de la Auditoría Superior de la Federación y del ORFIS y de las Contralorías (insólito, Ricardo García Guzmán fue exonerado por la yunicidad) y del discurso mesiánico de combatir a los pillos y ladrones.

La fórmula es sencilla: entre más políticos pillos, más abstencionismo.

Entre más impunidad a los políticos ladrones y a los funcionarios públicos abusivos, mayor indiferencia ciudadana por las elecciones.

Entre más complicidad política de y entre las elites, más indiferencia ante los candidatos a puestos de elección popular.

Lo peor del caso es que con todo y abstencionismo, a los políticos les sigue yendo bien y la población continúa igual de jodida, sin la posibilidad de que algún día lleguemos a la ingobernabilidad a partir de una baja, bajísima, limitada, limitadísima votación.

Solo así, cuando el abstencionismo se vuelva crucial y encienda los focos rojos de la indiferencia ciudadana y descarrile una elección, la vida pública cambiaría.

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