martes, julio 8, 2025

Barandal

•Javier Duarte sigue sorprendiendo

•Insólito el cochinero en que cayó

•Peores atrocidades del duartazgo

Por Luis Velázquez

PASAMANOS: Apenas ahora se está conociendo a Javier Duarte. Desde su fuga de Veracruz, la vida, digamos, clandestina que llevó, apenitas está trascendiendo. Mucha larva tirará aún el volcán eructando lava sucia y cochina.

Por ejemplo, resulta insólito que con recursos públicos haya comprado la casita de Tlacotalpan, a orilla del río Papaloapan, y la escriturara a nombre de su prestanombre Frankli García y que fue embargada y rescatada por el bienio azul para fomentar la cultura. Con todo, claro, y que en la tierra donde quiso nacer Agustín Lara hay, había una casa ex profeso.

El ciudadano también queja perplejo que Duarte haya comprado, con recursos públicos y a nombre de su prestanombre, otra vez Franky García, el rancho “El faunito”, incluidos los 190 cuadros pictóricos, entre ellos de Diego Rivera y Botero, y que de igual manera ha sido embargado por la Yunicidad.

De igual modo, claro, resulta inverosímil que con cargo al erario, mejor dicho, desviando recursos federales para la educación y la salud pública, comprara el rancho “Las mesas”, en el Valle de Bravo, donde además de estar rodeado de una vegetación exuberante, casi casi un bosque, tiene caballos, y lo insólito, una alberca para los caballos.

Sorprende la capacidad corruptora de Duarte. Y si el ser humano habría, digamos, perdido la capacidad de asombro, con el duartazgo la recuperó en un dos por tres.

Inverosímil que Duarte egresado de la Universidad Iberoamericana, escuela de jesuitas, y doctorado en Economía, decía él, de la Complutense, dispusiera del dinero del contribuyente para enriquecerse y coleccionar bienes materiales.

Lo peor: que el ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, con su par de titulares, y la Comisión de Vigilancia del Congreso, integrado por quince diputados locales, y la Contraloría con sus tres titulares, y la secretaría de Finanzas y Planeación con sus seis titulares, todo, absolutamente todo le hayan permitido.

BALAUSTRADAS: En la fama pública se tiene la certeza de que la mayoría, ¿todos quizá?, de los políticos roban el erario.

Pero en el caso de Duarte, un priista lo define de la siguiente manera:

“Robó… para cinco generaciones seguiditas”.

Y como cada vez aparecen más trastupijes, el saqueo se vuelve incalculable, por otra razón: Duarte saqueó el erario, pero también varios, muchos acaso, de los suyos.

Robó y dejó robar… (igual que Porfirio Díaz, Venustiano Carranza, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles) para así crear alianzas, acuerdos, pactos y complicidades.

Sus bienes (mal habidos) dan cuenta. Por ejemplo, las propiedades en México, Estados Unidos y España. La lancha italiana de nueve millones de pesos. La flotilla aérea, en uno de cuyos aviones huyó a Guatemala. La colección de pinturas de famosos. La vida principesca que llevara con los suyos. El reino de las barbies que creó y recreó. Los seis perros, sus mascotas, que tenía con un entrenador y con comida de primer mundo para los animales. Etecé. Etecé.

Lo peor de todo es que parte del gabinete legal y ampliado también le entró.

Tomás Ruiz González, ex de SEFIPLAN y la SIOP, con dos amparos para evitar órdenes de captura.

Caleb Navarro, subsecretario de Infraestructura, tramitando amparo que ya le fue negado, por miedo a ser capturado.

Ramón Ferrari Pardiño, ex de SEDARPA, en la mira.

Flavino Ríos Alvarado, el góber interino durante 48 días, pagando cinco millones de pesos de fianza para llevar el proceso penal en libertad.

Carlos Aguirre Morales, ex de SEFIPLAN, y Leonel Bustos, ex del Seguro Popular, prófugos de la justicia azul.

El colmo: tanto los duartistas descarrilaron a su partido, el PRI, que ahora una parte considerable de priistas se cobijó en el PVEM para buscar un puesto edilicio, y en donde el fidelista Jorge Carvallo Delfín fue el operador, claro, a nombre del góber fogoso.

Todos ellos, saqueando el erario, sin vigilancia ni control. Manos libres para “ordeñar la vaca”.

Insólito. Alí Babá y los cuarenta ladrones ridiculizados.

ESCALERAS: Quizá la clave del saqueo está en las dos palabras que Karime Macías escribiera durante 50 ocasiones en su diario. “Merezco abundancia”.

Así, la codicia y la ambición sin límites, insaciables, alcanzó dimensión estelar.

Cierto, hay quienes aseguran que “Los perdedores de almas” (Enrique Jackson, José Murat Casab, Érick Lagos, Jorge Carvallo, Adolfo Mota, Alberto Silva, Tarek Abdalá, Vicente Benítez y Juan Manuel del Castillo, entre otros) descarrilaron a Duarte con “el beso del diablo”.

Okey. Y nadie lo dudaría.

Pero al mismo tiempo, para que haya baile se necesitan dos. Y si Duarte le entró a los ilícitos, ¡y en qué forma!, significa que tenía disposición y voluntad.

Incluso, y ni modo que Karime ignorara, fuera ajena, indiferente, a los bienes que cada vez multiplicaban su patrimonio personal y familiar.

Desde el primer mes como gobernador, quizá desde antes como subsecretario y secretario de Finanzas y Planeación en el Fidelato, Javier Duarte tenía claro su objetivo, como era enriquecerse más y más y más y más… a la sombra del poder público.

El hecho de manejar SEFIPLAN desde el Fidelato con sentido patrimonialista constituye el peor latrocinio.

¿Cuántos Duartes más habrá, hay en Veracruz y en el país? ¿Cuántos Duartes más dejarán este año de ser presidentes municipales? ¿Cuántos Duartes más ganarán la elección de alcaldes el 4 de junio?

Un día, los Duartes perdieron la vergüenza y se volvieron cínicos. Y creyeron que las arcas eran un botín predestinado para ellos. La gerencia de su empresa familiar. Y “metieron la mano al cajón” y como veían que “nada pasaba”, entonces, se volvieron adictos.

Simple y llanamente, desvergonzados, cínicos y adictos…, sin nadie que los fiscalizara, ni siquiera, y en el caso, la esposa y la familia, y los amigos y los políticos cómplices.

Entonces, de adictos pasaron a criminales, reproduciendo la advertencia de Mario Puzzo en “El padrino” de que atrás de toda riqueza hay un muerto. Arturo Bermúdez Zurita con sus jefes policiacos, Marcos Conde y Alfonso Zenteno Pérez, éste último, recién aprehendido el sábado 30 de abril, acusado de desaparición forzada y de la violación de un niño, a quien primero emborrachó y luego le puso una pistola en la sien.

Las peores atrocidades del duartazgo.

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