viernes, mayo 3, 2024

Barandal

•La justicia según Yunes

•Seis diputados impunes

•Temporada de Judas

Por Luis Velázquez

PASAMANOS: El 20 de enero del año que corre de la Yunicidad fue detenido Leonel Bustos, ex director del Seguro Popular en el duartazgo, y sólo duró once días privado de su libertad en el penal de Pacho Viejo.

El 27 de enero fue detenido el líder fundador de los 400 Pueblos, César del Ángel, e internado en el penal de Pacho Viejo, que conoció durante más de los seis años preso en el Chirinato.

El 3 de febrero fue detenido Arturo Bermúdez Zurita, ex secretario de Seguridad Pública, y refundido en Pacho Viejo y ahí sigue.

Y el 12 de marzo fue detenido el gobernador interino (40 días en el mandato), Flavino Ríos Alvarado, y desde entonces, ahí vive los días y las noches.

De pronto, zas, el proceso de desafuero en contra del diputado federal, Antonio Tarek Abdalá, en el Congreso de la Unión, entró en el limbo.

Y aun cuando la Fiscalía se ha convertido en una cazadora de cabezas tipo Gestapo, las cabecillas principales del duartazgo hasta anoche permanecían intocables.

En el pasillo político corre la siguiente versión:

Todos ellos (érick Lagos Hernández, Jorge Carvallo Delfín, Alberto Silva Ramos, Adolfo Mota Hernández, Édgar Spinoso Carrera, Antonio Tarek Abdalá, Mauricio Audirac Murillo, Ricardo Sandoval, y otros más) ya se arrodillaron ante el góber azul y por alguna razón habrían sido perdonados.

Las razones, se afirma, giran alrededor de un par de versiones.

La primera: despepitaron todo, hasta con papelitos notariales, grabaciones, correítos electrónicos, pistas, etcétera, en contra de Javier Duarte, como si de plano se viviera (y padeciera) la temporada de Judas.

Y la segunda: que habrían devuelto en efectivo una parte importante del dinero oficial que se birlaron.

Así, habrían obtenido lo más importante en la vida de un político en el tiempo del Sistema Nacional Anticorrupción como es la libertad.

Tiempo aciago, por cierto, en que el presidente del CEN del PRI, el taxista Enrique Ochoa Reza, llama el ícono de la corrupción política nacional y asesino a Duarte, quien hoy cumple 162 días prófugo de la justica.

BALAUSTRADAS: Es, sería, el mismo caso del ex Fiscal, Luis Ángel Bravo Contreras, quien de pronto, cuando fue elegido para un periodo de nueve años por la LXIII Legislatura, y no obstante sus bravatas callejeras y mediáticas, entregó el más alto y honroso cargo público, y desapareció del carril político y mediático.

Por eso, y ante la rara y extraña circunstancia, la versión es que anda por ahí, paseando, contento, feliz, sin preocupaciones, porque dejó el cargo a cambio de la impunidad, pero también, habría, se afirma, devuelto bienes sustanciales.

Incluso, y aun cuando el titular del Órgano de Fiscalización Superior, Antonio Portilla, tan impoluto y justiciero que camina anunciando el rastreo de pistas en la secretaría de Finanzas y Planeación y el Instituto de Pensiones por el presunto saqueo en el IPE, más bien parecen amenazas intimidantes para ver si la Yunicidad sigue doblando a otros exduartistas.

Semanas hace, por ejemplo, que el vocero Elías Assad Danini anunció que interpondría denuncias penales en contra de sus antecesores, María Georgina Domínguez Colio y Alberto Silva Ramos, y nada ha trascendido.

Y, bueno, quizá habría, en efecto, interpuesto la denuncia penal, pero tanta chamba hay en la Fiscalía de la venganza que de plano se han enredado.

Con todo, la versión predominante es que el sexteto de diputados federales, los más cercanos a Duarte, andan tan campantes que de ser cierto que pagaron culpas con la devolución de una parte de su dinerito y en efectivo, valió la pena.

ESCALERAS: Por ejemplo, fue claro y manifiesto que si Adolfo Mota se apareció en un evento público al gobernador fue pacto expreso anterior, en que el cabildeo del senador Emilio Gamboa Patrón surtió efecto.

El perdón a Érick Lagos habría venido, se afirma, porque su cabildero ante la Yunicidad fue el secretario General de Gobierno, Rogelio Franco Castán, quienes fueron, con

Freddy Ayala, candidato del PRD-PAN a la alcaldía de Sayula de Alemán, compañeros en pensión estudiantil en su tiempo en la facultad de Leyes de la UV.

De Édgar Spinoso siempre ha trascendido que habría devuelto un avión.

Jorge Carvallo Delfín, se afirma, encontró en su compañero en el Congreso local, el senador con licencia, Fernando Yunes Márquez, a su mejor abogado ante el góber azul.

Y Alberto Silva, el diputado federal que más rafagueó a Yunes en la campaña electoral del año anterior, estaría, digamos, buscando un padrino poderoso, de igual manera como, digamos, habría sucedido con Tarek Abdalá, cuyo desafuero yace en el limbo.

Y es que la felicidad suprema del góber azul está, cierto, en mirar tras las rejas a César del Ángel, Bermúdez y Flavino, pero también en que se le arrodillen, como el caso de Moisés Mansur Cisneyros, a quien cuando apenas digo que encarcelaría a su esposa, todo, absolutamente todo, despepitó.

En tanto, Jaime Porres habría buscado un padrino poderoso por la liga familiar (de los Porres a los Chedraui, se afirma), mientras que José Janeiro, otro prestanombre de Javier Duarte, se volvió testigo protegido de la procuraduría General de la república, PGR.

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