jueves, mayo 2, 2024

Barandal

•Autoritarismo en la UV

•Una placita para los hijos

•La mano de Liliana Betancourt

Por Luis Velázquez

PASAMANOS: En el duartazgo, la rectora de la Universidad Veracruzana, UV, mostró su piel de guerrera y de paso, digamos, paseó su honestidad.

Fue aquel tiempo cuando, entre otras cositas, dijo en un mitin que el prófugo de la justicia «nos había robado el derecho a soñar».

Echada para adelante, declaró su guerra en contra de la corrupción política.

Todo dentro de la ley, nada fuera de la ley como repetía Fernando Gutiérrez Barrios citando a Benito Juárez, el indígena inmortal.

En su lucha, nada consiguió la rectora, más que el pitorreo, la estafa, la burla y el engaño.

Pero al mismo tiempo, nadie le quitó el gusto y la satisfacción de luchar, de igual manera, digamos, y guardada toda la proporción, Ernesto «El che» Guevara fue derrotado y asesinado en su legítimo sueño de la revolución en Bolivia, y murió feliz del intento.

Por eso resultan extrañas y raras algunas circunstancias que la doctora Sara Ladrón ha permitido en su reinado como jefa máxima, tlatoani, gurú de la casa de estudios que cada vez se engrandece más ante los trastupijes en la Universidad Popular Autónoma de Veracruz, UPAV, y el Colegio Veracruz, COLVER…que soñó, vaya temeridad, con un facsímil del Colegio de México, Colmex.

Por ejemplo, el tráfico de influencias, mejor dicho, el autoritarismo para favorecer fast track a los hijos de uno que otro funcionario académico con una que otra plaza, incluso, y violentando la normatividad académica, hasta con tiempos completos.

Liliana Betancourt Trevedhan fue vicerrectora de la zona Veracruz-Boca del Río y ahora se desempeña como directora general del Área Económica Administrativa en Xalapa.

Jefa de jefas.

El gabinete legal de la rectora.

Encumbrada.

Más aún, gente de su confianza total y absoluta.

Y en nombre de la relación amical y afectiva, cariñosa, logró que la rectora le otorgara una plaza de maestro de Tiempo Completo a su hijo, Ignacio Ortiz Betancourt, quien según parece tiene 25, 26 años de edad.

Pero más aún, la rectora lo acaba de nombrar Coordinador del Posgrado en la UDICA Veracruz, donde está asignado, como académico en el programa de Especialización de Administración de Comercio Exterior.

Y, bueno, el relato bíblico expresa que los hijos son los únicos a quienes se heredan, incluso, muchas veces por encima de la esposa.

En la Biblia, por ejemplo, hubo reyes, emperadores, jefes de tribus que nombraban sucesor al hijo de diez años de edad.

Y todavía de ñapa, herederos en el trono durante veinte, treinta, cuarenta años, mientras, claro, fueran leales a Yavé.

Y desde tal mirada, ni hablar, felicitaciones a Liliana Betancourt porque ha cumplido con la tarea bíblica y apostólica.

«Podéis ir en paz que la misa ha terminado».

La rectora, procurando el bienestar familiar de su equipo.

BALAUSTRADAS: Se está viviendo y padeciendo en Veracruz un gobierno de terror, casi casi en el mejor estilo de Donald Trump.

Y por eso mismo, quizá, Liliana Betancourt se fajó con todo en el campo de batalla para heredar a su hijo.

Por ejemplo, de acuerdo con las versiones, cuando se dio la plaza de tiempo completo en la UDICA, amenazó a los demás docentes, muchos con suficientes años de antigüedad que esperan una oportunidad, que si se atrevían (ojo, si se atrevían) a concursar en contra de su hijo, jamás, jamás, jamás, mientras ella tuviera vida obtendrían una plaza en el tiempo mediato e inmediato.

Y como es natural, y ante la guillotina, todos recularon, y nadie se atrevió a llevar la inconformidad ante el líder del FESAPAUV, Enrique Levet Gorozpe, quien fue un aguerrido y controvertido líder estudiantil capaz de resolver los problemas y los pendientes en el ring.

Así, el campo estuvo allanado para el hijo.

Por un lado, la bendición de la rectora.

Y por el otro, la amenaza velada y abierta ante la competencia académica.

ESCALERAS: Los estudiosos dicen que la historia siempre se repite, unas veces como tragedia y otras como comedia.

El caso del hijo de doña Liliana recuerda, por ejemplo, el nombramiento del hijo de Gerardo Buganza Salmerón, dos veces secretario General de Gobierno de Javier Duarte, y secretario de Infraestructura y Obra Pública y fallido precandidato independiente a gobernador.

Pero la plaza de Tiempo Completo categoría «C», la más alta, a los 25 años de edad para el hijo de Buganza en la facultad de Filosofía, filósofo que es, ajá, en ningún momento se dio cuando Duarte desgobernaba Veracruz, sino cuando Fidel Herrera Beltrán.

Y es que el góber fogoso todo, absolutamente todo le concedió a Buganza en el sexenio 2004/2010, luego de que fue su contrincante en las urnas y le ganara «a la mala» como el mismo Buganza lo dijo asegurando que el hijo predilecto de Nopaltepec «es un mafioso».

Con todo y que es mafioso, Fidel ordenó la plaza académica en la UV para el hijo de Buga, el diputado local que llegó por un partido político y luego enseguida se declaró, vaya farsante, independiente.

He ahí, pues, el estilo personal de gobernar y ejercer el poder de la rectora de la UV para engrandecer el destino académico.

Está bien que ayude a su gente de confianza.

Pero al mismo tiempo se cubran, como ella misma lo predicó al inicio de su mandato académico, con la normatividad.

En el camino, pronto se olvidó de sus principios y valores y terminó traicionándose a sí misma.

Y con todo, sueña con reelegirse que bien podría, porque tiene de su lado a los vicerrectores y directores de facultades, un presupuesto asignado, una Junta de Gobierno a modo, y de ñapa, la simpatía del gobernador, porque en el duartazgo le abrió la puerta.

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