Paul Walker perdió la vida cuando el Porsche en el que se movilizaba como piloto junto con su amigo Roger Rodas, quien conducía, chocó contra un árbol y se prendió en fuego. Según la investigación, Rodas excedía los límites de velocidad (160 Km/h) lo que ocasionó que perdiera el control del vehículo deportivo.
Quizás como si se tratara de una ironía de la vida, Paul murió en un accidente de tránsito, similar a los que recreaba como protagonista de la saga Rápido y Furioso. De hecho, por su muerte Universal Pictures tuvo que suspender la grabación de la película Fast and Furious 7.
Finalmente, con ayuda de los hermanos de Walker, Cody y Caleb, que lo reemplazaron en algunas escenas que faltaban por rodar, y de la tecnología pudo ser terminada la película que se convirtió en la más vendida de la saga y sólo en EE.UU. recaudó 143,6 millones de dólares.
Hoy tres años después sus compañeros de la saga lo recuerdan y le rinden emotivo homenaje.