sábado, septiembre 21, 2024

El gran problema de las morgues

Ciudad de México.- «En la desaparición tenemos dos problemas: el de la persona ausente, que no está, que desapareció y por el otro lado, las que son encontradas, la mayoría de las veces sin vida y que no se pueden saber quiénes son», dijo Julio Hernández Barros, presidente de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV).

Según datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), tan sólo de 2006 a 2011 se reportaron 5 mil 397 desapariciones, en el mismo periodo, se tenían sin identificar 8 mil 898 cuerpos.

Actualmente, de acuerdo con la Secretaría de Gobernación, 27 mil 887 personas están reportadas como desaparecidas.

Del número de cuerpos no enterrados en fosas comunes no hay un dato preciso.

Según información de la PGR, en los últimos 10 años se han encontrado 215 fosas clandestinas de los 693 cuerpos recuperados, sólo uno de cada cinco ha sido identificado.

«Si nosotros pudiéramos hacer un cruzamiento entre las personas que están buscando y las personas que son encontradas, desde luego que el número de desaparecidos en nuestro país bajaría dramáticamente», destacó Hernández Barros.

«Debería de priorizar el Estado mexicano la identificación de los cadáveres, por supuesto, y la búsqueda de las personas desaparecidas como una cuestión de seguridad nacional, incluso», destacó el Presidente de la CEAV.

Algunas propuestas no se han concretado.

«No tenemos conformado todavía un Banco Nacional de ADN que es una necesidad imperiosa», dijo el presidente Hernández Barros.

Lo más cercano al uso de una base de datos es el que se incluye en el Plan Nacional de Búsqueda de personas Desaparecidas: se trata del software Antemortem-Posmortem, cuya licencia fue donada a México por el Comité Internacional de la Cruz Roja en 2014.

El programa funciona así. En la pestaña de personas desaparecidas las autoridades deben llenar el formulario con información que se solicita a las familias, por ejemplo: marcas en la piel, cicatrices por cirugía o accidente, tatuajes, hábitos de higiene bucal, fracturas o amputaciones.

En la pestaña de cadáveres encontrados, el médico forense debe incluir los mismos datos y, además, los detalles del hallazgo. El objetivo es tener información espejo.

El siguiente paso es comprobar la identificación por medio científico, ya sea con una prueba de ADN, huellas dactilares u odontología forense.

«El software no hace la identificación, lo que hace es reducirme el grupo de posibles coincidencias ya sea de personas desaparecidas que corresponden a un cuerpo o de cuerpos que pueden corresponder a una persona desaparecida», afirmó Carlos Villalobos de la Gestión de Información Forense de la Cruz Roja.

Lo más importante es tener la información concentrada en una misma plataforma y ponerla a disposición de todos los que buscan y de todos los que encuentran.

En 2015, la PGR anunció que el software se comenzaría a usar en todo el país. Un año después, aún no es posible hacer los cruces de información. De acuerdo con el presidente de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, el programa antemortem-posmortem se terminó de actualizar el 26 de septiembre pasado y sólo siete fiscalías lo utilizan.

«Es falta de voluntad política, de dedicarle horas hombre, por supuesto que el software está instalado y es gratuito. Francamente yo creo que es una cuestión de las fiscalías, las fiscalías son las encargadas de identificar los cuerpos y de preservarlos», reiteró Hernández Barros, presidente de la CEAV.

La Cruz Roja colabora con la PGR para formar grupos que capaciten al personal de las fiscalías.

«Ellos son los que están a cargo de este proceso de implementación, replicación y capacitación», insistió Villalobos.

«El reto es de las autoridades y nosotros podemos dar herramientas, ayudarles, recomendaciones, asesoría, el reto es grande», destacó UteHofmeister, coordinadora forense regional de la Cruz Roja.

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