MARY GARCIA.

Es realmente preocupante ver que cada vez son más los casos de niños en situación de abandono, ver niños en las calles pidiendo una limosna, lastima la sensibilidad de muchas personas, que desafortunadamente no podemos hacer mucho por ellos, sabiendo que darle una moneda o invitarle a comer solo es un paliativo a su situación, pero no se las resuelve.

A pesar de que se han hecho algunas propuestas respecto a que se deben aplicar castigos a los padres que envían a sus hijos a la calle a pedir dinero, o los mandan a muy temprana edad a trabajar, nada se ha hecho hasta el momento, si acaso los organismos como el DIF intentan concientizar a los padres de que esto es una violación a los derechos de los niños, es poco lo que se logra, quizá sea necesario que se legisle en la materia, y se apliquen castigos severos a quienes incurran en esta acción.

¿Qué clase de padre o madre tiene el corazón tan duro como para enviar a su hijo a la calle a pedir dinero, sabiendo que lo expone a tantos peligros?

Cuesta trabajo creer que por muy analfabeta que sea una persona, no tenga sentimientos nobles hacia su propia sangre, pero más trabajo nos cuesta creer que existan personas que no solo no aman a sus hijos sino que los engendran precisamente para eso, para ponerlos a trabajar o a pedir dinero para cubrir sus propias necesidades.

Como vamos a avanzar como país, si todos esos pequeños que prácticamente viven en la calle no tienen la más mínima oportunidad de sobresalir, por eso, es urgente que se legisle a favor de los niños, en México no existe una ley que propiamente proteja sus derechos, aunque haya organizaciones no gubernamentales que tratan de erradicar este grave problema, se vuelve insuficiente, cada vez nacen más niños en situaciones de extrema pobreza, mientras no se apliquen castigos a los padres que abandonan a sus hijos, o que los envían a trabajar a temprana edad, esto va a continuar siendo un problema para el Estado, porque es precisamente el Estado quien debería responsabilizarse de estos niños que desafortunadamente les toca nacer dentro de un seno familiar dañino, que no solo viola su derecho divino a la protección integral, sino que son utilizados como instrumento de supervivencia.