POR MARY GARCIA

Que Veracruz ocupe uno de los primeros lugares en pobreza y marginación a nivel nacional y San Andrés Tuxtla, sea uno de  los  municipios  más pobres del Estado debe preocuparnos realmente, porque como ciudadanos es necesario hacer algo para cambiar el rumbo.

Independientemente de los factores que influyen para que un Estado no repunte en su economía, como son la inseguridad, las malas condiciones de sus vías de comunicación, que ahuyentan al turismo, tiene mucho que ver la actitud con la cual sus pobladores enfrentan las crisis económicas.

La pobreza no se lleva en los bolsillos, sino en la mente.

Por ejemplo, si nos preguntamos ¿Cómo actúan los ricos ante las crisis, y como responden los pobres?

Cuando un rico recibe una buena cantidad de dinero producto de sus ganancias o de algún préstamo bancario, lo que hace es invertirlo para hacerlo crecer y generar ganancia, mientras que una persona en condición de pobreza, si recibe una cantidad de dinero lo que hace es guardarlo bajo el colchón o gastarlo en cosas que necesita o hacer la fiesta de XV años que le prometió a su hija.

La diferencia es que el rico arriesga e invierte su dinero y este continua siendo suyo además de la ganancia que se genere, y el pobre lo gasta y ya no es recuperable.

Nos preguntamos cómo es posible que en nuestro Estado exista tanta pobreza, si es uno de los Estados que más éxodo de migrantes tuvo en las últimas décadas hacia los Estados Unidos, lo que representó una buena oportunidad de que miles de familias cambiaran su estilo de vida al recibir las remesas de sus familiares, y que aun así, miles de veracruzanos continúan laborando en el país vecino y con el alza del dólar esto beneficia aún más a las familias mexicanas.

No es ciencia entender que lo que realmente  necesitan los Jefes de familia es asesoría, capacitación que los estimule a pensar diferente, a aprovechar las oportunidades que se presenten para hacer crecer su patrimonio y poco a poco ir saliendo de su extrema pobreza.

Lo que hace falta son programas de asesoría y capacitación, porque no es dando el pescado sino enseñando a pescar lo que marcará el cambio, y los pocos talleres o proyectos que logran aterrizar son insuficientes para la gran cantidad de mexicanos que lo necesitan.

Y recordar que no es rico el que más tiene, sino el que menos necesita.