viernes, mayo 3, 2024

Expediente 2016

Un infierno llamado Veracruz

Por: Luis Velázquez

Si un vecino de Baja California, Quintana Roo o Oaxaca leyó el periódico Reforma el sábado 26 de marzo, en la página 6, parte superior, noticia principal, en automático pensará que en Veracruz vivimos en el infierno.

Por ejemplo, los reporteros Manolo López y Jorge Ricardo entrevistan a la diputada federal, Rocío Nahle, coordinadora de los 33 legisladores de MORENA en el Congreso de la Unión, y describe el estado de cosas en el territorio jarocho con el siguiente resumen:

Corrupción, impunidad y descomposición social.

Un gobernador actuando en contra de la ley.

Un Estado corrompido hasta la médula.

Levantones y desapariciones diarias en toda la entidad.

Asesinato de jóvenes.

Trata de mujeres.

Secuestro de inmigrantes.

Desviación de recursos públicos tanto federales como estatales.

Anarquía e injusticia en el diario vivir.

Un Estado donde la impunidad y corrupción es quien gobierna.

El silencio de la secretaría de Gobernación que no ha intervenido directamente y quien debe garantizar la política interna y de seguridad en México.

La protección del PRI y PVEM al gobernador, “mientras el presidente Enrique Peña se hace de la vista gorda”.

Las bancadas del PRI y PVEM deteniendo en el Congreso de Veracruz el juicio político al gobernador.

“Un delincuente en el gobierno… que solo perpetua la delincuencia”.

“Un gobernador que ha propiciado la corrupción y la impunidad y el aumento de las desapariciones a tal grado que ya es un clamor general que se haga justicia, empezando por la justicia que se debe hacer con el gobernador”.

El Estado de Veracruz, convertido en el más grande ejemplo de impunidad en el país.

Los diputados del Movimiento Ciudadano, Macedonio Tamez y Jorge Álvarez Máynez, también aportaron en el resumen anterior su visión de la realidad jarocha.

EL CASCABEL AL GATO

En otros tiempos priistas, por menos, los gobernadores eran desaforados.

Por ejemplo, en el sexenio de Luis Echeverría, los sicarios de la familia Aramburu, originarios de Teziutlán, con un rancho en Martínez de la Torre, asesinaron a 7 campesinos que les habían invadido tierras.

Entonces, Luis Echeverría congeló a Rafael Hernández Ochoa (1974/1980) durante 3 meses en que el teléfono rojo dejó de sonar en el palacio de Xalapa y ningún cabildeo bastó.

Incluso, se habló de que el góber sería destituido, pero lo salvó su esposa, doña Teresita Peñafiel, quien cabildeara con su comadre, Esther Zuno de Echeverría.

Sin embargo, en el mismo echeverriato, Carlos Armando Biebrich gobernador de Sonora, tuvo un atentando a indígenas yaquis con varios muertos.

Y como Biebrich se soñaba candidato presidencial cuando el favorito de Echeverría era José López Portillo, entonces, el góber sonorense fue desaforado y condenado al ostracismo.

Nunca más volvió a figurar en política.

Ahora, la diputada federal de MORENA, Rocío Nahle, quien derrotó en las urnas al PRI en Coatzacoalcos, ha puesto el cascabel al gato y asegura que es indignante el silencio de Enrique Peña Nieto ante el estado de cosas en Veracruz.

Todo indica que al gobierno federal interesa más Javier Duarte, JD, que el destino social de los 8 millones de habitantes de Veracruz.

Por eso todo mundo se pregunta el número de tragedias que más han de suceder para que Los Pinos aseste el mismo manotazo que en Guerrero cuando a partir de Ayotzinapa desaforara al gobernador Ángel Aguirre Rivero y en Michoacán cuando a partir de sus relaciones políticas con el cartel de “La tuta”, Fausto Vallejo fue renunciado.

Y más cuando ante el hartazgo social que se ha traducido, entre otras cositas, en el abucheo, el góber anda a salto de mata, eludiendo el mayor número de actos políticos posibles para evitar el repudio popular.

“¡SUFRAN JAROCHOS!” HAN DE PENSAR EN LOS PINOS

El lector de Reforma en la frontera norte o sur del país se formulará la misma pregunta que los taxistas en la Ciudad de México: ¿Qué pasa en Veracruz?

Y la respuesta sólo está en Los Pinos.

Quizá Peña Nieto actúa así porque aquí, en Veracruz, perdió la elección presidencial ante la panista Josefina Vázquez Mota y ahora se estaría vengando, castigando a cada ciudadano, a cada familia, al permitir que JD siga en el cargo.

“Sufran, jarochos” ha de pensar.

Más aún: si la pesadilla número uno es la inseguridad y la impunidad, resulta inverosímil que el góber mantenga en el cargo público al secretario de Seguridad Pública y al Fiscal, incluso, con la percepción ciudadana de que hasta Los Pinos están de acuerdo.

Y si por ahí algunos priistas argumentan que el presidente es respetuoso de la autonomía política de cada entidad federativa, bastaría recordar que en los casos de Guerrero y Michoacán, y también Tamaulipas y Oaxaca, ha puesto un alto.

Todavía más: Los Pinos está arriesgando el triunfo electoral en las urnas del candidato priista a mini/gobernador con el simple hecho de tolerar que JD y su equipo de seguridad y justicia continúen en los cargos públicos.

La población electoral, como en todos los tiempos, y ante el caos bíblico que se padece, quiere, cierto, sangre, pero más, mucho más justicia.

Y si de aquí al 5 de junio, fecha de los comicios, ninguno de los tres (Duarte, Arturo Bermúdez y Luis Ángel Bravo) han sido renunciados, Héctor Yunes Landa corre el riesgo del peor descarrilamiento político de su vida, con todo y que el PRI tenga 800 mil votos duros y lleve de aliado al PVEM, al PANAL, a la AVE y el Frente Cardenista.

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