martes, julio 1, 2025

Expediente 2016

Cambio de piel

Por: Luis Velázquez

Uno quisiera haber fumado mota y de la mala para explicarse el cambio de discurso electoral del Yunes rojo camino a la mini/gubernatura jarocha.

Por ejemplo, desde antes, mucho antes, sostenía que encarcelaría a los “políticos pillos y ladrones”, pero además, los obligaría por la vía penal “a devolver el dinero robado”.

Ahora, el domingo 13 de marzo, sostuvo en Xalapa que “de nada sirve meter a los ladrones a la cárcel si no hay capacidad para hacer que junto con la justicia lleguen el empleo, la tranquilidad y la salud”.

Pero más aún, también advirtió que “no he me preparado para cobrar fracturas, porque ser gobernador carcelero no le sirve a Veracruz”.

Y es que en la lógica del aparato gubernamental, las funciones de cada secretaría son precisas.

Por ejemplo, una vez interpuesta la denuncia por malos manejos, peculado, desvío de recursos públicos y/o enriquecimiento ilícito en contra de algunos duartistas, a la Fiscalía corresponde llevar la investigación hasta las últimas consecuencias y proceder, en su caso, con la cárcel.

En tanto, a otra secretaría, por ejemplo, a la de Desarrollo Económico, corresponde cabildear en la iniciativa privada de Veracruz, del país y del extranjero la creación de empleos.

Y si el Yunes rojo habla de la salud, entonces, tal cual la secretaría de Salud es la responsable de garantizar un pueblo sano, lleno de vida y de enjundia, para empujar todos juntos el desarrollo equilibrado del territorio jarocho.

Y si el Yunes rojo habla también que “de nada sirve meter a los ladrones a la cárcel”…si no hay tranquilidad.

Y de acuerdo con la Constitución Política de Veracruz toca a la secretaría de Seguridad Pública garantizar la seguridad en la vida y en los bienes.

Por eso resulta difícil entender con claridad la filosofía social con que el Yunes rojo ejercería el poder, pues de antemano pareciera que estamos ante un cambio de discurso, en que Javier Duarte y algunos duartistas, los más sospechosos de triquiñuelas en el gasto público, saldrían alivianados con el manto protector del futuro gobernador.

NI CORRUPTO NI INMORAL…AJÁ

Según el candidato priista a la mini, quiere “ser gobernador, no carcelero”.

En todo caso, la idea correcta que, digamos, habría querido expresar es que en caso de ganar en las urnas será gobernador por todos los costados que se ocupe del empleo, la tranquilidad y la salud (los tres rubros citados en su discurso dominical en el WTC de Boca del Río), pero también de la seguridad y la justicia.

Y la justicia significa, luego de tanto “desorden administrativo, caos financiero y corrupción política” del duartismo, la cárcel para muchos de ellos.

Y más, cuando él mismo se cura en salud y al referirse, sin nombrarlo, a su primo hermano, Miguel Ángel Yunes Linares, candidato aliancista del PAN y PRD a la mini, el Yunes rojo se tira incienso a sí mismo y asegura que ni es corrupto ni es inmoral.

Inmoral, y de paso, corrupto, sería que luego de su encendido discurso de la cárcel para los pillos y ladrones del erario, ganara la mini y se olvidara del asunto, porque, dice, primero está crear empleos y garantizar la salud pública.

SANGRE EN EL RUEDO

Si a esas vamos, entonces, la beltronista Claudia Pavlovich, gobernadora de Sonora, ha mudado en una carcelera, que por ahora ha inhabilitado a 15 ex funcionarios del panista Guillermo Padrés para ejercer un cargo público durante los próximos 10 años, además de que “pagarán multas equivalentes al doble de las sumas malversadas, y que eran recursos estatales y federales”. (La jornada México, 14 de marzo, 2016)

Más aún, en Nuevo León, todo mundo está a la espera que el góber Jaime “El bronco” Rodríguez (amigo, por cierto, de Héctor Yunes) también aplique la ley sin miramientos a su antecesor, el priista Rodrigo Medina y los medinistas, por las mismas razones por las que Pavlovich ha actuado en Sonora.

Y si ahora el Yunes rojo sostiene en su perorata que no se ha “preparado para cobrar fracturas”, contradiciéndose a sí mismo, caray, con tales bandazos simple y llanamente confunde a la población electoral.

El ciudadano, el contribuyente, la sociedad civil, las ongs, los colectivos, los apartidistas, todos que han sufrido demasiados, excesivos agravios de la familia duartista en el poder, quieren sangre en el ruedo.

Y la sangre significa la cárcel.

Pero además, el triunfo en las urnas pasa por un discurso centrado en la rendición de cuentas con acciones concretas en las que se incluye, entre otras, una denuncia penal en contra de tantas irregularidades bajo sospecha del llamado sexenio próspero.

En los últimos días, Javier Duarte y el Yunes rojo se han visto encaramelados y, bueno, si Manlio Fabio Beltrones fue doblegado luego de su discurso en Tabasco en que exigiera cuentas a JD, el candidato priista sabrá si apechuga el riesgo de fumar la pipa de la paz con el góber más desprestigiado en la historia política local.

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