martes, julio 1, 2025

Expediente 2016

Piedad, Enrique Peña Nieto

Por: Luis Velázquez

Al politólogo Carlos Ronzón Verónica solo perturba una pregunta, la siguiente: ¿Qué tragedia más ha de pasar para que Enrique Peña Nieto voltee a mirar a Veracruz y de igual forma como en Guerrero y Michoacán, Oaxaca y Tamaulipas, aseste un manotazo?

Si en Guerrero hubo un Ayotzinapa, que dio la vuelta al mundo, en el territorio jarocho hay un Tierra Blanca, en igualdad de circunstancias: jóvenes levantados por elementos policiacos y entregados a los malosos y asesinados y quemados y triturados y tiradas las cenizas a un río.

Si en Michoacán existen, además de las guardas comunitarias, los escuadrones de la muerte, ya de los carteles, incuso, de la misma policía, en Veracruz también. Los Mata-Zetas contra los Zetas, por ejemplo.

Si en otras latitudes geográficas del país hay secuestrados, desaparecidos, feminicidios, asesinatos y fosas clandestinas, en Veracruz cantamos bien las rancheras.

Si en Nuevo León y Sonora, los gobernadores se han lanzado en contra de sus antecesores por “meter la mano al cajón”, en Veracruz la fama pública consigna que de igual manera han “ordeñado la vaca”.

Tanta que, por ejemplo, bastaría recordar la declaratoria de la Auditoría Superior de la Federación en el sentido de que Veracruz con Javier Duarte, JD, hay el peor cochinero en el destino de los fondos federales, y por añadidura, ni se diga, de los recursos estatales.

Si otros gobernadores han victimizado a los muertos, incluso, hasta culpándolos de sus propias muertes, aquí también, entre nosotros, han aplicado la misma estrategia.

Si en Nuevo León, el PRI perdió la gubernatura ante Jaime “El bronco” Rodríguez, la moneda electoral en Veracruz está en el aire en una reñida y feroz competencia entre los candidatos del tricolor y de la alianza PAN y PRD, sin que al momento haya nada para nadie.

MAL FARIO

Si en el resto de la nación campea la pobreza, la miseria y la jodidez, en Veracruz, y según el CONEVAL, de cada 10 habitantes 6 están en la miseria, aplicando solo una o dos comidas al día dado el desempleo, el subempleo, los salarios de hambre y la mendicidad.

Si el centro de la república ocupa el primer lugar en migración a Estados Unidos, en la tierra jarocha andaríamos en un segundo o tercer lugar, a tal grado que según el investigador de la UV, Rafael Arias Hernández, las remesas se han convertido en el sostén de la economía local, por encima de los ingresos derivados de la caña de azúcar, el café y los cítricos.

Si la Ciudad de México concentra el mayor número de trabajadoras sexuales, Veracruz es la entidad federativa número uno en la producción y exportación de cortesanas según ha documentado la investigadora Patricia Ponce.

Si en el sureste del país domina el zika, en Veracruz ocupamos el segundo lugar nacional con enfermos de Sida.

Si la Ciudad de México está en el primer lugar nacional en calidad educativa, Veracruz se ubica en el sótano, de tal modo que según los Cuadernillos Municipales de la secretaría de Finanzas y Planeación hay 650 mil analfabetas de 14 años de edad en adelante.

Si en un estado de la república, el góber en turno carece de obra de infraestructura es Veracruz con JD.

Si los malandros buscan tierra fértil para sus operaciones, nada mejor que Veracruz, donde según la PGR y la DEA, agencia antinarcóticos de Estados Unidos, operan como en su casa los Zetas, Cartel Jalisco Nueva Generación y Del Golfo.

Y, por si fuera poco, Veracruz está en el primer lugar del ranking con la peor oferta de salud pública.

¿Qué más, entonces, se pregunta Ronzón, ha de ocurrir en Veracruz para que Peña Nieto se compadezca del mal fario, el destino apocalíptico de los 8 millones de habitantes?

NADIE TIENE LA VIDA SEGURA

Periodistas asesinados, activistas sociales asesinados, mujeres asesinadas, niños y jóvenes asesinados, ciudadanos asesinados, abogados asesinados, profesores asesinados, nadie tiene segura la vida en el Veracruz de JD.

Si en la guerra de Chiapas en 1994 con el subcomandante Marcos y sus indígenas y el Ejército solo murieron 14 personas, en Veracruz, en el duartismo el número se ha multiplicado más allá de la imaginación novelesca.

Si en la masacre de Tlatelolco en la Ciudad de México en el 1968 de Gustavo Díaz Ordaz fueron asesinadas 200 personas, aun cuando otros afirman que la cantidad llegó a 600, bastaría referir que en Veracruz y en el dato oficial de la Fiscalía hay 1,200 desaparecidos, de los cuales 144 son menores de edad.

Si en Tabasco el ex gobernador priista, Andrés Granier, está preso en un hospital por “ordeñar la vaca”, en Veracruz con todas las denuncias penales (de la Auditoría Superior de la Federación, la UV y el CEN del PAN) nada, absolutamente nada ha trascendido.

Y en contraparte, la pregunta que flota, cierto, en el politólogo Carlos Ronzón, pero de igual manera, en cada ciudadano: ¿Qué más ha de pasar para que Peña Nieto tenga piedad del destino social de Veracruz?

¿Espera Peña Nieto un Ayotzinapa con mayor número de desaparecidos?

Si así fuera, bastaría contabilizar el número de muertos que Javier Duarte carga en su conciencia.

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