•Mundo de tinieblas en Veracruz
•”Nos deben el derecho a soñar”
•La peor elite priista en el poder
Por: Luis Velázquez
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Hay un mundo de tinieblas en Veracruz, entre otros, y por ejemplo, los siguientes.
Nadie conoce, más que la elite duartista, el paradero de los fondos públicos tantos federales como estatales.
Por ejemplo, ¿dónde quedaron los 2 mil 70 millones de pesos de los subsidios estatal y federal a la Universidad Veracruzana?
¿Cuál fue el destino de los préstamos millonarios autorizados por la 63ª. Legislatura a Javier Duarte?
Nadie tampoco sabe el destino de los desaparecidos y secuestrados en Veracruz, que en la versión de la Fiscalía General suman 1,200, de los cuales 144 son menores de edad.
Nadie sabe el paradero de los cadáveres encontrados en las fosas clandestinas, ni menos, mucho menos se conoce en la mayor parte su identidad.
Tampoco nadie conoce, aunque presume, las mansiones y departamentos, terrenos, lotes y ranchos, edificios, joyas, yates y helicópteros, empresas creadas al vapor sexenal que los candidatos a la gubernatura han acreditado en los miembros del gabinete duartista, encabezados, claro, por el Jefe Máximo.
De igual manera, en las tinieblas, digamos en el limbo, están las razones por las cuales con un Veracruz tan sórdido, revolcado y turbulento, el presidente Enrique Peña Nieto ha tolerado en todo y con todo a Javier Duarte, JD, no obstante que en Guerrero y Michoacán y en el SNTE asestara el manotazo y desaforara a los ex gobernadores Ángel Aguirre Rivero y Fausto Trejo, en tanto mantiene encarcelada a la profe de todos los tiempos, Elba Esther Gordillo.
En las tinieblas también están las razones por las cuales JD ha despedido y enrocado a 84 funcionarios, lo que constituye un parteaguas en la historia política, pues es el gobernador que más cambios ha efectuado en el viaje sexenal y además, sin rendir cuentas a nadie, dueño del día y de la noche.
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Aun cuando todo el mundo habla, en el limbo están los bienes que algunos familiares de JD y su esposa, la presidenta del DIF estatal, han acumulado en el transcurso del sexenio.
Y de igual manera los negocios armados por el suegro más famoso de Veracruz, Antonio “Tony” Macías, y de paso, los escándalos que tanto ha descrito de manera puntual en su columna el reportero sureño, Mussio Cárdenas, de la dinastía periodística de Francisco Cárdenas Cruz.
En las tinieblas también siguen las canonjías que las barbies y las reinis han disfrutado por tantos servicios a la patria y con cargo al erario, tanto con recursos oficiales como con cargos públicos.
Y en el limbo viven y anidan y se multiplican las razones por las cuales el ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, y la Comisión de Vigilancia del Congreso, integrada por 15 diputados locales pastoreados por Francisco Garrido, ex convicto del penal de Topo Chico por fraude, han protegido tanto tanto tanto al duartismo.
Y aun cuando el mundo político y ciudadano presupone “los motivos del lobo”, resultan incuantificables las razones para tanto solapamiento.
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En las tinieblas están las razones por las cuales Javier Duarte mantiene en la secretaría de Seguridad Público al llamado general de West Point, Arturo Bermúdez Zurita, con tantos estragos de la violencia y que van desde los secuestrados y desaparecidos hasta los ejecutados y las fosas clandestinas.
Peor tantito: en el limbo están los motivos para que año con año la violencia se recrudezca y el Estado de Derecho haya sido relevado por el Estado Policiaco (los gendarmes aliados de los carteles) y/o de plano el Estado Delincuencial, en que la vida de cada ciudadano está prendida con alfileres.
Es más, la inseguridad llega a tanto que muchos hemos dejado de creer en Dios (el dios del bien) para creer en el Diablo (el dios del mal), atrapados y sin salida en una sicosis de miedo, terror, horror, incertidumbre y zozobra.
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Vivimos y padecemos una película de horror en Veracruz, donde se nos ha arrebato el legítimo derecho a soñar en un bello día, el día de la mujer, el día del hombre, el día de la humanidad, el día del paraíso terrenal.
Todos, la mayoría, salvo, quizá, acaso, una que otra parte de la elite priista beneficiada en el duartismo, nos sentimos desanimados, ofendidos, humillados, vejados y menospreciados.
Pero además, burlados en la dignidad humana, lo que nunca antes logró un gobernador y su gabinete legal y ampliado, y de paso, hasta sus barbies.
El sexenio que por fortuna está terminando será conocido como los años del escarnio, el pitorreo y la burla pública de la cúpula gobernante.
La indolencia como praxis política.
El saqueo como estilo personal de gobernar.
La humillación como práctica cotidiana.
El góber tuitero. El señor de los strippers y del Pipirrín. El señor de las tangas. El señor de las maletas voladoras. El señor de los pensionados apaleados. El líder de los Bembones. El curita de la SEGOB.
Desde el mundo de las tinieblas, tal cual significará la esencia y la sustancia con que el investigador establecería las categorías universales para escribir la historia del duartismo.