•Una madre de 60 años busca a su hija por todos lados; su única aspiración es encontrarla para decirle a su nietecita: “Mira, allí está tu mamá…muerta”
Ignacio Carvajal/Coatzacoalcos
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Yolanda Hernández Contreras casi llega a los 60 años. Dentro de los colectivos organizados en busca de sus hijos es una de las más grandes, pero no falta energía para emprender lo que sus demás compañeras de lucha: hacer todo lo posible por encontrar a sus hijos, esposos o hermanos. Ella anda tras las pistas de su muchacha, Yolatl Thalía Berra Hernández, una trigueña de labios carnosos que desapareció el 11 de junio de 2013 en Fortín de Las Flores.
Yolanda Hernández Contreras es una mujer taciturna. Poco mira a los ojos, parece cargar una gran pena. Le duele que no le tomen en cuenta ni las autoridades ni la sociedad por el dolor que carga de no encontrar a la que le rasgó las entrañas para salir de su panza.
Después de mucho rogarle para que diga unas palabras, con voz firme, suelta: “Es que yo sólo quiero que me escuchen, así he estado desde hace tres años en que mi hija se desapareció, ya no sé qué hacer”.
Su hija se perdió cuando una tarde en que fue convocada por un amigo a las afueras de un bar, la Cabaña de Opus, en Fortín.
“Un amigo le llamó, y le dijo que fuera, ella se trasladó en su coche, ella se fue en compañía de su hijita de ocho años. A la joven supuestamente al llegar al bar la sacan del coche y se la llevan”.
A la hija la dejan allí abandonada, por casualidad amigos del padre de la menor pasaron por el sitio en donde la gente se preguntaba qué había pasado, por qué esa madre dejó a la pequeña que no paraba de llorar, alguien tomó a la nena y se la llevó a casa de su padre, quien tenía varios años separado de la joven Yolatl Berra Hernández.
Al día siguiente, el 12, “ella habló, nos dijo que estaba bien, que ya iba para la casa y nos dejamos de preocupar, pensamos que se trataba de alguna fiesta o algo así. Ya la esperaba yo en casa para regañarla de manera drástica por haberse largado dejando a la nena, pero jamás llegó. Ni contestó el celular, se iba a buzón”.
El coche de Yolatl apareció días después afuera de un hotel de Tierra Blanca, estaba lleno de armas y había sido detectado por las autoridades junto a otro vehículo en el cual también había armamento. De los que manejaban los coches no se supo nada, pues consiguieron huir antes del arribo de las autoridades, quizá, avisados por empleados del mismo negocio.
“Yo vi el coche en el periódico, pues se hablaba del decomiso de la armas y los coches y reconocí la unidad de mi hija; al irme para allá ese era, pero las autoridades no me informaron más, no me escucharon, como ahora” relata la viejecita.
El caso –dice- ahora está en manos de las autoridades federales, pues se pasó un año archivado en las agencias del Ministerio Público en donde lo tuvieron. En alguna ocasión, recuerda, encontró el expediente tirado en el suelo, le reclamó al MP y al secretario, pero de allí no pasó.
Hasta el momento no ha tenido ninguna pista sobre el caso de su hija y el ex esposo ya se valió de sus influencias para separarla de su nieta, el recuerdo más grande de Yolatl: “No me deja verla, se la llevó a otro estado, ni que le regale nada. Es injusto porque la familia se te aleja cuando te desaparecen a un hijo, es como si trajeras algo mal o se cuidaran.
“Yo seguiré en la lucha por encontrar a mi hija, quiero saber qué pasó con ella, si está viva, que bien, sino, pues tan si quiera encontrarla y sepultarla en un lugar en donde yo le diga un día mi nieta: Mira allí está tu madre…muerta”.