lunes, mayo 6, 2024

Expediente 2016

Demasiados bandazos

Por: Luis Velázquez

Muchos políticos han desfilado por la secretaría particular de Javier Duarte, JD.

El tablajero Harry Grappa se fue, luego de que expuso a JD al primer abucheo en el viaje sexenal. Fue en el Teatro del Estado en un concierto, donde como siempre, llegó tarde. Y Harry, igual que Adolfo Mota, secretario de Educación, perdieron la sensibilidad política para manejar la situación.

Luego, lo entronizó en la secretaría de Turismo, empresario turístico como es, la iglesia en manos de Lutero, soñando con la candidatura a diputado local para luego brincar, predestinado como se cree y siente a la candidatura priista a presidente municipal, tiempo para cuando entonces JD vivirá en el extranjero.

Juan Manuel del Castillo González salió de ahí seguro de ganar la elección como candidato a un puesto de elección popular en Córdoba y perdió, tiempo aquel cuando anunció su boda y puso una mesa de regalos en Nueva York. Ahora despacha como subsecretario de Finanzas y Planeación, con lo que, bueno, significaría que JD lo ha movido para agigantar su horizonte político.

Jorge Carvallo Delfín y Juan Antonio Nemi Dib pasaron por ahí como un torbellino. El primero, camino a la secretaría de Desarrollo Social, y el segundo, para cumplir el sueño de su vida como abogado y policía y dirigir la secretaría de Salud.

El maestro Enrique Ampudia Mello pasó de la subsecretaría General de Gobierno a la secretaría particular y ahora renunció para incorporarse de lleno a la campaña electoral de su amigo Héctor Yunes Landa, él mismito que lo recomendara para los dos cargos con JD, de igual modo como recomendara a Yolanda Gutiérrez Carlín y Harry Jackson Sosa en la secretaría de Protección Civil.

En total, cinco secretarios particulares que lleva JD y que cerrará con seis, porque ha nombrado al relevo de Ampudia.

LOS POLÍTICOS AUTOMÁTICOS

Y, bueno, cuando un gobernador tiene seis secretarios particulares, más 6 secretarios de Finanzas y Planeación, más cinco secretarios de Infraestructura y Obra Pública, antes Comunicaciones, y a cuatro secretarios de Gobierno, y a cinco subsecretarios de Gobierno, entre otras linduras (un total de 83 funcionarios despedidos y enrocados), entonces, algo está mal en las neuronas, el corazón y el hígado del Jefe Máximo del Priismo.

Simple y llanamente, porque son muchos, demasiados.

Por ejemplo, resulta inverosímil que ya lleve seis secretarios particulares, de hecho y derecho, a uno por año, aun cuando en todos los casos los ha promovido a otros cargos, quizá, acaso, agradecido con todos ellos.

Si es así, entonces se diría que la secretaría particular ha sido convertida en una especie de trampolín político donde tienen cabida los políticos automáticos, aquellos que por aquí toman posesión de un cargo piensan en el siguiente por el que trabajarán.

Pero, al mismo tiempo, oh paradoja, tantos cambios significan, de entrada, un viraje en el estilo personal de gobernar y ejercer el poder, si se considera que cada maestro arrastra su librito.

Además, está claro que salvo el caso de Harry Grappa, los otros secretarios desempeñaron tareas superiores, digamos, políticas cien por ciento como en su esencia pura ha de ser un secretario particular.

El general Heriberto Jara, por ejemplo, tuvo como secretario particular al poeta Manuel Maples Arce, creador del estridentismo, la gran corriente poética de su tiempo en el país, y a quien luego nombrara secretario General de Gobierno.

Enrique Peña Nieto tenía de Jefe de la Oficina Presidencial a Aurelio Nuño Mayer, una especie de secretario particular con funciones políticas, y ahora lo designó secretario de Educación Pública, camino a la candidatura presidencial en el año 2018.

MADUREZ NEUROLÓGICA DE JD

Con todo, y en el caso de JD, demasiados bandazos en la secretaría particular, como ha sido la característica en otras dependencias.

Y por eso mismo, equivale a poner bajo sospecha al maestro que reprueba a más del 50 por ciento de alumnos en el salón de clases, pues quien está mal es el profe, en ningún momento los estudiantes.

Así, la madurez emocional y política, la firme concepción de la vida y de la tarea pública y el grado neurológico de JD domina en la pasarela y que solo podría cotejarse con la apasionada defensa de su secretario de Seguridad Pública y su Fiscal, a partir del peor descrédito del duartismo que son la inseguridad y la impunidad, y no obstante, ahí continúan, inamovibles, bajo la advertencia de que “Yo soy el Estado, yo soy el gobernador, yo mando, y si me equivoco, vuelvo a mandar”.

Y, lo peor, sin rendir cuentas a nadie, porque con los 83 cambios al momento, jamás ha informado de las razones de Estado, motivos, pretextos o berrinches.

El huracán Javier Duarte imponiendo su ley. Haciendo y deshaciendo como si fuera el capataz de una hacienda porfirista. Razón de sobra tiene el clásico: “El poder político corrompe. Pero el poder absoluto corrompe de manera absoluta”.

Y más, como en el caso, cuando es jefe máximo de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, jefe de las finanzas, jefe de las participaciones federales, jefe de los cuerpos policiacos, jefe de la mayor parte de líderes sindicales, jefe de una parte significativa de los medios (“El dueño de los fierros” le llaman) y jefe de otra parte substancial de la elite eclesiástica.

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