miércoles, mayo 1, 2024

Escenarios

Por: Luis Velázquez

•Duarte y el pueblo, frente a frente

•Visiones contrariadas del mundo

•Sólo su voluntad gobierna…

1

Javier Duarte, JD, se ha colocado ante la población de Veracruz en dos carriles.

En el carril de la gente, el bienestar social. En su carril, la indolencia. El valemadrismo.

En el lado de la sociedad, el diálogo. En su lado, la intimidación, que es una forma de la represión, y la represión misma.

En la cancha de la ciudadanía, la desesperanza y el desánimo. En la suya, el pitorreo.

En la autopista de la gente, el ejercicio de la libertad. En su autopista, el fundamentalismo. “Estás conmigo o estás contra mí”, el mismo grito de Idi Amín y Omar Gadafi, Rafael Leónides Trujillo y Augusto Pinochet.

En el camino social, la vida. En el otro camino, la muerte. Secuestrados, desaparecidos, asesinatos, fosas clandestinas.

En el rincón popular, el legítimo sueño de vivir en paz. En el rincón duartista, los carteles y cartelitos, dueños de la vida. Y de la muerte.

En el grito callejero: “Hoy mataron a mi hija Karime Alejandra. Mañana puede ser la tuya”. En el palacio, los policías aliados, socios y cómplices, de los malandros.

En el eje social, vivir con la esperanza de la justicia expedita, ágil y oportuna. En el eje oficial, la impunidad.

En el lado de la gente, las garantías constitucionales. La Carta Magna por delante. El derecho a transitar. El derecho a reunirse. El derecho a soñar. El derecho a protestar en la vía pública. En el lado gubernamental, la ley Ampudia, que sataniza con 5 años de cárcel a quienes se adueñen de calles y carreteras. La ley Bermúdez (por fortuna, descarrilada) que condenaba a solicitar permiso con 6 horas de anticipación para una protesta popular.

2

En un ferrocarril, el pueblo doliente, sangrando con sus hijos desaparecidos. Y enfrente, JD riéndose, mejor dicho, burlándose.

En una vertiente del río, los profes pidiendo el pago de su pensión sin cheques de hule. Los estudiantes, esperando su beca. Los deportistas discapacitados, su beca. Los proveedores y prestadores de servicios, sus pagos. Y en la otra vertiente, la tomadura de pelo.

Tal cual, en un lado de la autopista, la esperanza que dura más, decía el fogoso, que la lealtad. Y en el otro lado, la soberbia. Debo, no niego. Pago, ya me lo gasté. Y si te emberrinchas, me vale. Tendrás dos trabajos: enojarte y disciplinarte.

En un lado del ring, un pueblo que con todo sigue pagando impuestos, pues de lo contrario, ni modo, se expondrá, incluso, a ser embargado. Y por el otro, el ejercicio autoritario del poder y de la tarea de gobernar. Yo mando. Yo soy el Estado. Yo tengo el poder. Yo tengo el puño de mi lado.

En cada nuevo amanecer, las familias soñando con el bienestar social. En cada nuevo día, el duartismo apostando a seguir “ordeñando la vaca”.

Cada ciudadano que denuncia trastupijes, esperando que el ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, y la Comisión de Vigilancia del Congreso local, aplique la ley y exija la clara y transparente rendición de cuentas. Y en contraparte, el duartismo apostando a la impunidad. Cuidado, todos son mis empleados. Y quien se sienta a disgusto, ahí está la puerta.

El ciudadano, soñando con sus ideas y sus ideales, principios y valores. Para el político duartista, gobernar es robar. Mejor dicho, saquear las arcas oficiales. Por eso, incluso, la denuncia penal de la Auditoría Superior de la Federación en contra de 19 duartistas en la procuraduría General de Justicia de la nación.

En el lado de la población, el coraje social, la protesta popular. En el lado oficial, ni te veo ni te oigo. ¡Ah, pero si te pasas de tueste, entonces, te apaleo. “Yo di la orden” diría el secretario General de Gobierno. Los pensionados apaleados. Los estudiantes de la UV, madreados al amanecer. Los profes contra la reforma educativa, reprimidos en la plaza Lerdo. Los indígenas de Soledad Atzompa, intimidados por cien policías. “El oaxaco”, desaparecido en las goteras de Xalapa. La rectora de la UV, estafada.

3

La población, dice el sicólogo, se levanta cada día a empujar la carreta motivada por un ideal familiar, un ideal social, un ideal religioso, un ideal académico. Según la fama pública, el duartismo vive para enriquecerse. El senador Pepe Yunes lo dice así. “El desorden administrativo, el caos financiero y la corrupción política” son manifiestas.

4

Al principio del duartismo, quizá, la población levantó expectativas porque se trataba de un gobernador joven, considerando, en términos generales, que en la juventud se viven los ideales plenos. Cinco años, dos meses y 8 días después, el desencanto, la desesperanza, el desánimo, la frustración social. Un pueblo jodido, miserable y pobre según el CONEVAL. 500 mil pobres más en solo un par de años. Algunos duartistas, enriquecidos a la sombra del poder. Y, de ñapa, en la impunidad. Y por añadidura, unos, diputados federales, y los otros, buscando la curul local.

Lo peor de todo es un pueblo dolido y sangrando, pero también, herido y lastimado en su dignidad, y ni se diga, en sus derechos humanos.

Siempre, siempre, siempre, a JD le ha valido. Así era desde antes. El error fue que nunca conocimos su identidad.

Igual que Guillermo II, solo su  voluntad gobierna.

Igual que Federico “El grande”, si era necesario, intimida, acosa, reprime, madre. Le falta encarcelar a los disidentes, incómodos y críticos, igual que Roberto Borge en Quintana Roo y Rafael Moreno Valle en Puebla.

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