jueves, mayo 2, 2024

Malecón del Paseo

Por: Luis Velázquez

•El político más impuntual

•De Fidel Herrera a Duarte

•Cuatro horas de atraso…

NINGÚN POLÍTICO RESPETA EL TIEMPO DE LOS DEMÁS

EMBARCADERO: En el siglo pasado se decía y reiteraba en el Manual de Urbanidades y Buenas Maneras que la puntualidad era don de caballeros y de príncipes.

Pero sin duda la mayoría de políticos nunca leyó ni por accidente ni en día de asueto tal librito ni tampoco fueron educados en el respeto al tiempo de los demás.

Y por tanto, el 99 por ciento son los más impuntuales y güevones, por añadidura, del mundo.

Desde luego, cada político suele excusarse diciendo que se atrasaron en la audiencia anterior, y por tanto, que siga la fiesta, así lleguen con tres, cuatro, cinco horas de retraso, como fue el caso, y por ejemplo, de Javier Duarte cuando aterrizara 240 minutos después a una comida con la Alianza Generacional de Héctor Yunes Landa efectuada en el WTC de Boca del Río.

Es más, según la fama pública, rara, extraordinaria ocasión, la secretaría particular le programa eventos al góber en las primeras horas de la mañana, porque según se acuesta muy tarde, y por tanto, a las 9, 10 de la mañana, todavía está durmiendo.

En contraparte, cuando Fidel Herrera Beltrán se atrasaba en una cita, por teléfono hablaba una y otra vez con su equipo de avanzada para que le pusieran al organizador en el celular y le pidiera disculpa.

Pero además, si iba atrasado y si se trataba de un desayuno, una comida, les pedía que comenzaran y él llegaría.

Es más, si se trataba de una audiencia, entonces ordenaba que empezaran que de igual modo llegaría, incluso, a las conclusiones.

Tal cual, vivía pendiente del tiempo, y de algún modo se hacía presente.

Pero ahora, en el duartismo, la impuntualidad ha sido una característica sintomática donde al gabinete legal le vale de igual modo como también al Jefe Máximo respetar el tiempo de los demás.

LEGENDARIA IMPUNTUALIDAD DUARTISTA

ROMPEOLAS: El presidente de la república tiene un Estado Mayor Presidencial que vigila de manera drástica su tiempo, y así, el tlatoani mayor del sistema política suele llegar a tiempo a sus eventos.

Y si es necesario, ni hablar, acortan las ceremonias para que el presidente cumpla en tiempo y forma.

Tal cual, digamos, podrían desde el gobernador y los presidentes municipales y los secretarios de cada gabinete tener su Estado Mayor (bastaría con un solo secretario privado para tales menesteres), pues la impuntualidad duartista se ha vuelto legendaria.

Y si antes, hacia los primeros años del llamado sexenio próspero, había quienes levantaban la voz evidenciando el atraso de Duarte en todos los eventos, ahora ni quien se acuerde, pues como afirmaba el cronopio Julio Cortázar “pasado un ratito uno se acostumbra a todo”.

Claro, en los únicos casos donde el góber de la Complutense es puntual es con las giras de Peña Nieto en Veracruz, por lo regular para conmemorar fechas históricas.

Es más, se han dado evento con secretarios del gabinete legal y ampliado, donde de plano Duarte ha estado ausente.

Y así como él el desorden en la agenda pública de los políticos se multiplica en un efecto cucaracha.

Grave, entonces, será que ahora cuando iniciarán las campañas de los candidatos a la mini/gubernatura, los abanderados también llegaran tarde a los eventos públicos, con riesgo de que cuando aparezcan la mayoría de la audiencia se haya retirado…, por más acarreados que sean.

Llegar tarde a las citas, ser impuntual, manifiesta un desorden tanto en la vida privada como en la pública, y lo peor, que el político cree, siente, está seguro que la gente está obligada a esperarlo y que con una excusa es suficiente.   

“LA DICHA INICUA DE PERDER EL TIEMPO”

ASTILLEROS: Entre tantas historias sobre el respeto al tiempo de los demás hay dos que vale la pena reproducir:

Porfirio Muñoz Ledo, por ejemplo, ex de todo menos de presidente de la república, suele llegar a una cita, así sea un desayuno, una comida, una cena, con una bitácora, argumentado que para aprovechar mejor el tiempo anotó una agenda que somete a la votación de todos.

Alejandro Junco de la Vega, director general de Reforma, solo destina una hora para el convivio gastronómico, diciendo que lo que no puede decirse en una hora menos en dos, y entonces, se levanta y se retira.

Un amigo dice que él solo espera 15 minutos en una cita de amor y en el caso de la cita con un hombre diez minutos y de inmediato se retira.

Otro amigo suele llevar siempre un libro para leer en la espera por si la persona, hombre o mujer, se atrasa.

Incluso, nunca usa reloj para evitar mortificarse y por fortuna el reloj del restaurante donde siempre hace sus citas todo el tiempo está descompuesto.

En contraparte, el escritor, poeta y cronista, Renato Leduc, escribió un poema convertido en canción que habla sobre “la dicha inicua de perder el tiempo”.

En el café, sin embargo, hay una mesa de unos ocho amigos pensionados que todos los días llegan a las 7 de la mañana, cuando apenas están abriendo, para iniciar el día con un lechero que suelen tomarse durante una hora en que platican cosas de la vida, con un gran sentido del humor, de tal manera que se pitorrean de todo y de todos.

Es decir, pierden el tiempo como decía Leduc, pero contentos de estar juntos y felices.

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