miércoles, mayo 7, 2025

Expediente 2015

El desencanto

Luis Velázquez

HARTAZGO Y DESÁNIMO EN VERACRUZ

Era tanto el hartazgo ciudadano en contra del priismo en Oaxaca y Puebla que la elección de gobernador la perdió en ambas entidades.

En Oaxaca ganó el ex priista Gabino Cué Monteagudo por una alianza electoral y en Puebla el ex priista Rafael Moreno Valle también por una alianza electoral.

En Oaxaca la inconformidad social alcanzó su más alto decibel con Ulises Ruiz, el gobernador ruin, y en Puebla, con Mario Marín, el góber precioso.

Claro, varios años después, tanto Gabino Cué como Rafael Moreno han desencantado a la población.

Gabino Cué, con la protesta social más alta en la historia local del magisterio integrado en la CNTE, Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, y Moreno Valle, el góber con el más alto número de presos políticos en el transcurso del sexenio y que llegan a 250.

En Nuevo León, otro ex priista, Jaime “El bronco” Rodríguez, se lanzó de candidato independiente y derrotó en las urnas a la candidata del PRI por culpa, entre otras cositas del desgobierno del priista Rodrigo Medina, acusado de enriquecimiento inexplicable tanto él como su padre y su familia y el gabinete legal y ampliado.

Pero de acuerdo con el politólogo Carlos Ronzón Verónica, la realidad social y política de Veracruz está más cerca de Puebla y Oaxaca que de Nuevo León.

Y por tanto, las historias de allá pudieran repetirse en la tierra jarocha en la elección de gobernador el año entrante.

Claro, el priismo libró su derrota en el año 2010 con Javier Duarte de candidato, porque Fidel Herrera fue el coordinador político, social, económico y electoral de su campaña.

Pero y por desgracia, si el ciudadano y el contribuyente llegó al hartazgo con el fidelato, el góber fogoso “en la plenitud del pinche poder”, con Duarte las circunstancias desembocaron en la saciedad, el desánimo, el desencanto y la decepción por las razones conocidas por todos.

VERACRUZ, HERIDO DE MUERTE

Y es que en el corazón y las neuronas y el hígado y el alma de Veracruz predomina el dolor.

Nunca como ahora cada familia de norte a sur y de este a oeste tiene un hijo, un hermano, un tío, un sobrino, un conocido, un compadre, un vecino, secuestrado, desaparecido, extorsionado, asesinado y sepultado en fosa clandestina.

Sin ninguna duda, la inseguridad ha entrada de manera nauseabunda como las cucarachas en la piel y la entraña de los 8 millones de habitantes.

Y, lo peor, con su hermana gemela, la impunidad.

Y más cuando una cosita es el secuestro, digamos como hipótesis, donde todo mundo inculpa a los carteles y cartelitos, y otra la impunidad de un Fiscal General elegido por desgracia autoritaria por nueve años a quien sólo importa su frívola vanidad, antes, mucho antes, de administrar la justicia de manera rápida y expedita.

Jamás en la historia local, ni siquiera, vaya, en el sexenio de “La Sonora Matancera”, decenas de familiares de desaparecidos se habían apoderado de las calles y las avenidas y las ciudades y los pueblos para reclamar el regreso a casa de los suyos vivos y sanos.

Lo más lamentable: nunca había existido un gobernador que se pitorreara del dolor ajeno y le valiera tanto a él como su gabinete de seguridad y justicia.

Por eso, el hartazgo y la saciedad en contra del llamado sexenio próspero y que anuncia vientos desfavorables, huracanados, en materia electoral, para el año entrante, por más, mucho más que el duartismo planee comprar los sufragios al precio que sea con tal de retener la gubernatura.

Ahí estaban Oaxaca, Puebla y Nuevo León.

EL PRI FUE LANZADO DE PALACIO

En Oaxaca, y con Ulises Ruiz de gobernador, la familia priista se fracturó.

Y en Puebla, con Mario Marín, la elite tricolor también se hizo añicos.

Y por eso la derrota quedó abonada en tierra fértil y una alianza electoral lanzó al partidazo del palacio principal de gobierno.

Y más porque hubo un candidato fuerte de la oposición.

Sin embargo, en Veracruz el duartismo se resiste a aprender una enseñanza de tales hechos.

Rodrigo Medina, por ejemplo, gobernó Nuevo León como si fuera el dueño de una hacienda porfirista y enriqueció a los suyos.

Así, en la tierra jarocha, dice Carlos Ronzón, se están dando las mismas circunstancias que pudieran, digamos, empinar al tricolor.

Desde la cúpula familiar enfrentada (Javier Duarte contra los senadores Pepe Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa) hasta la sospechosa prosperidad para varios secretarios del gabinete legal y ampliado. Dueños del poder que se creen y sienten, mesiánicos, el colmo: la imposición en puerta del tamaulipeco Gabriel Deantes Ramos como candidato a diputado local por el distrito indígena de Zongolica y de Harry Grappa con su ridícula fundación para amarrar la curul local por el puerto jarocho camino, según él, a la presidencia municipal en el año 2018.

Todo, pues, expresión autoritaria del poder, multiplica el hartazgo. Indigna y encabrita. Y en las urnas, como sucediera en Oaxaca y Puebla, habrá de manifestarse. Todo es cuestión de esperar con prudencia y sentarse en la banqueta de la casa a ver pasar el cadáver del enemigo…

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