Xalapa, Ver.
De acuerdo con el “Informe sobre la Equidad del Gasto Público en la Infancia y Adolescencia en México 2015”, elaborado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el menor grado de desarrollo humano para la infancia, se encuentra en seis estados del sur-sureste del país: Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Puebla y Michoacán; además de dos al norte de la República: Zacatecas y Nayarit.
La infancia en Veracruz permanece en un estado de desigualdad, en el que las oportunidades de desarrollo se concentran en zonas urbanas. La brecha de la inequidad se ensancha para los niños indígenas, donde los menores, de cero a cinco años, son los más afectados.
El documento expone que entre los subgrupos que abarca el objeto de estudio, Niños, Niñas y Adolescentes (NNA), se encuentran los denominados de Primera infancia (de cero a cinco años de edad), Edad escolar (de seis a 11 años) y Adolescencia (de 12 a 17 años). Para Veracruz, el Desarrollo Humano coincide con los indicadores nacionales: los párvulos representan aquellos con mayores rezagos.
El último Censo de Población y Vivienda, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), indica que en Veracruz viven 2 millones 132 mil 581 niños y niñas, de cero a 14 años, que representan el 28 por ciento de la población de la entidad. El censo también refiere que 39 por ciento de la población es rural, por ende, las oportunidades educativas para más de 831 mil ciudadanos veracruzanos se encuentran condicionadas por su franja territorial.
El origen étnico y la dimensión geográfica donde habitan los pequeños también son factores de prevalencia que arrojan datos mezquinos para la entidad: por ejemplo, el porcentaje de niñas y niños menores de cinco años con desnutrición crónica en áreas rurales y urbanas, en 2012, coloca a Veracruz en el quinto lugar nacional con 22 por ciento relativo, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut). Aunado a esto, el porcentaje de la población global con desnutrición para la entidad en menores de cinco años es de 7.1 por ciento, de los cuales, el 1.8 por ciento se da en zonas urbanas, y 5.3 en rurales.
El rezago de la infancia en la zona sur-sureste también responde a una lógica poblacional, puesto que en ésta área se concentran más de 7.3 millones de los indígenas del país: en Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Yucatán y Puebla, donde la mayoría de las casi 25 mil comunidades originarias suelen ubicarse en lugares de difícil acceso, lo cual repercute en la exclusión escolar y en el incumplimiento de otros derechos de los menores.
La Unicef señala que en el país, 33.2 por ciento de los niños indígenas menores de cinco años sufrían de baja talla en 2006, en comparación con el 12.7 por ciento de todos los niños de esa edad. La tasa de mortalidad infantil de la población indígena es 60 por ciento mayor, que la de la población no indígena.
El incumplimiento de los derechos básicos de los niños indígenas también se refleja en su bajo nivel de logros educativos. Se estima que la tasa de analfabetismo entre los pueblos indígenas es cuatro veces más alta (más de 26 por ciento de la población de 15 o más años) que el promedio nacional de 7.4 por ciento.
Menciona, además, que una de cada tres escuelas primarias generales es multigrado, mientras que dos de cada tres escuelas indígenas son multigrado, lo que quiere decir que sus docentes atienden más de un grado.
El promedio de la entidad en escolaridad de la población de 15 años o más es de 7.7 por ciento, lo que equivale, prácticamente, a segundo año de secundaria y el cuarto lugar en analfabetismo, donde los municipios Mixtla de Altamirano, Astacinga y Filomeno Mata, Los Reyes, Soledad Atzompa, Soteapan, Tehupango y Tecatepec, presentan los mayores atrasos, según las perspectivas y prospectivas 2009 de la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI).
“Las carencias y rezagos en el desarrollo sufridos en la infancia son irreversibles, y causan impactos negativos a lo largo de la vida. La obligación de los tres niveles de Gobierno de respetar, promover y garantizar los derechos de la niñez, así como de fomentar el desarrollo humano, son razones incontestables para invertir en la infancia. El incumplimiento de los derechos de los infantes y adolescentes representa una pérdida doble, pues se refleja en un menor desarrollo humano durante la infancia y a lo largo de la vida. Los rezagos de la infancia se acumulan en la vida adulta e impiden el desarrollo pleno de las personas hasta su máximo potencial”.
Añade que vulnerar los derechos durante la infancia, impacta de manera negativa el ejercicio pleno de derechos y la autonomía en la edad adulta.