domingo, junio 29, 2025

Escenarios

  • Cerrazón ante la UV
  • Hora de sublevarse
  • Tomaduras de pelo

Luis Velázquez

1

El jueves 5 de noviembre, La jornada Veracruz publicó una foto de AVC Noticias fuera de serie. Una buena foto, expresa el adagio reporteril, dice más que un millón de palabras.

La foto está tomada en el puerto jarocho y tiene en el primer ángulo a la rectora de la Universidad Veracruzana, doctora Sara Ladrón de Guevara, en una ceremonia donde hablaron de la deuda de dos mil millones de pesos del duartismo a la máxima casa de estudios.

La rectora tiene sus lentes en la mano derecha, mientras un vaso con agua, grande, casi casi jaibolero, está enfrente sin probar una sola gota, ni siquiera, vaya, para humedecerse los labios.

Así, la rectora tiene, digamos, la mirada perdida en el vacío. Absorta. En trance. Ida. Ausente. Presente en el evento, pero atrapada en su mundo interior.

Sus ojos miran sin mirar. Mejor dicho, sin escudriñar, como si la mente estuviera en blanco, en el limbo.

La cabellera recogida hacia atrás con un chongo, de las orejas pende un arete discreto, apenas perceptible. Ella, en un vestido color azul de manga larga. En la mano izquierda un reloj con el extensible de color blanco. Carátula grande.

Pero de su chongo y su peinado, de las cejas bien pintadas arqueadas como aparecía María Félix con su maquillaje, el vestido con figuras etruscas, el vaso gigantesco con agua, lo que más llama la atención es su mirada.

Preocupada y al mismo tiempo angustiada. Perpleja. Quizá, acaso, sopesando el camino a seguir. Su mirada es como una pregunta a sí misma. Sopesa. Reflexiona. Escudriña.

El titular de La jornada Veracruz a ocho columnas, la noticia principal, entona con la mirada de la rectora. Dice en el título principal:

“Asfixia gobierno a la UV; se atora el plan de pagos”.

En el balazo, lo siguiente: “Situación financiera es delicada; monto sigue igual: rectora”.

2

Desde aquel día cuando el gobernador fue al edificio de la rectoría de la UV para anunciar una mesa de trabajo y programar, dijo, un calendario de pagos, quedó claro que se trataba de una tomadura más de pelo.

Una vacilada, pues. El chanfle. El choro. El rollo. El reality-show.

Más, cuando anunciaron una comisión de la SEFIPLAN y la Secretaría de Finanzas de la UV.

Y más cuando los días fueron transcurriendo con vientos en contra.

Y es que, bueno, desde un principio quedó manifiesto: si Javier Duarte tuviera voluntad de cubrir los dos mil millones de pesos del subsidio estatal y federal, lo menos era llegar a la UV con un cheque significativo como abonito.

Ni lo uno ni lo otro.

Por eso, la noticia de La Jornada Veracruz: “Se atora el plan de pagos”.

Y es que el plan de pagos nació muerto en igualdad de circunstancias que en otras ocasiones, durante el llamado sexenio próspero que corre, han tomado de tontos a otros.

Más aún por lo siguiente:

1,600 millones de pesos corresponden al subsidio estatal que Duarte advirtió en la letra chiquito del acuerdo que solo podrá pagarse cuando el gobierno de Veracruz tenga recursos.

Pero al mismo tiempo, y en su contra, está claro que se trata de un subsidio aprobado por la Legislatura, y por tanto, con validez jurídica.

Peor aún:

Resulta inconcebible que la SEFIPLAN embargara los 400 millones de pesos del subsidio federal a la UV, y al momento, ninguna entrega del dinero, pero además, ninguna explicación, cuando, caray, son fondos federales.

Es decir, que el duartismo se chingó los 400 millones de pesos, se ignora si destinados a otros programas, a otras regionales, a un bolsillo particular y/o al jineteo bursátil.

Por eso la mirada absorta y ausente, ocupada y preocupada de la rectora de la UV.

Un momento crucial de definición estelar.

3

Pero la rectora lo dejó claro: Por la Universidad Veracruzana, a la que ella se ha debido siempre es capaz de todo.

“Puedo, dijo, encabezar un movimiento pacífico”.

La hora ha sonado.

Igual que Javier Barrios Sierra rector de la UNAM en el movimiento estudiantil del 68, lanzarse a la calle una y otra y otra y otra vez, sin agotarse ni desfallecer.

Igual que las ONG del país la denuncia mediática, en ningún momento en la prensa local, sino en la nacional y la internacional.

Igual que los activistas sociales, la denuncia en la secretaría de Hacienda y Crédito Público, y en la Cámara de Diputados y en la Cámara de Senadores.

Pero, además, el gran camino institucional: la denuncia cobijada por la ANUIES, que aglutina a los rectores de las universidades públicas del país.

Es más, una gran convocatoria para lanzar una huelga en la UV en contra de Javier Duarte.

4

“No tenemos avances en el ingreso de recursos. Tuvimos un compromiso de la calendarización de los recursos faltantes y nada ha ocurrido. Hay adeudos con proveedores, servicio médico y la FESAPAUV”, dijo la rectora.

Por lo tanto, ante la cerrazón, el único camino que el duartismo ha dejado es la sublevación, la inconformidad, la marcha pacífica, la revolución silenciosa.

Sólo así entiende el gobernador, su gabinete legal, sus asesores y sus oidores.

5

Con la misma actitud operó Fidel Herrera ante el rector Raúl Arias Lovillo, quien a cada rato insistía y el fogoso siempre le echaba el chorizo.

Tal cual han transcurrido cinco años del duartismo y el atraso en el pago del subsidio llega a los dos mil millones de pesos.

Es hora, pues, de mostrar el puño.

Y si como advierte el vice/rector, Alfonso Pérez Morales, “la UV podría desaparecer”, que sea, pues solo así, digamos, Javier Duarte sería descarrilado.

¡Ya basta!

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