- ¡Cállate, chachalaca!
- Aberración de Silva Ramos
- Silencio de mujeres priistas
Luis Velázquez
1
El presidente del CDE del PRI en Veracruz vejó a las mujeres priistas diciendo que si desean figurar como candidatas a un cargo de elección popular habrán de aplicarse la prueba de embarazo.
Y en contraparte, resultó ominoso el silencio, entre otras, de Regina Vázquez Saut, Érika Ayala, Elizabeth Morales, Corintia Cruz Oregón, Martha Montoya, Zazil Reyes, Michelle Servín y Amanda Gasperín Bulbarela, sin contar a las 13 diputadas locales y a las 35 presidentas municipales.
Por fortuna, la secretaria General del CEN del PRI, Carolina Monroy del Mazo, sobrina de Alfredo del Mazo González, el jefe del grupo Atlacomulco, tío de Enrique Peña Nieto, se fue a la yugular de Alberto Silva Ramos, “El cisne” que así llegara al fidelismo y ahora, once años después, ha mudado en una simple guajolota; pero más aún, en una chachalaca, la chachalaca de Andrés Manuel López Obrador.
Así, entre otros de los adjetivos calificativos que la segunda de Manlio Fabio Beltrones endilgó al jefe priista de Javier Duarte fueron los siguientes:
Vergonzoso. Torpe. Absurdo. Aberrante. Irrespetuoso.
Más aún, y luego de señalar que se trataba de “una grave falta de respeto a las mujeres”, se lo advirtió con claridad:
“Debería irse a otro partido”.
El rafagueo de la secretaría General del CEN del PRI tiene más peso político y fuerza moral dada su biografía pública:
Diputada federal, expresidenta municipal de Metepec, en el estado de México, jefa de Oficina en la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, varios cargos en la Secretaría de Trabajo y el DIF del estado de México y catedrática en la Universidad del Valle de Toluca.
Además, directora general del Instituto Mexiquense de la Cultura con el gobernador Arturo Montiel.
Y con el gobernador Peña Nieto, directora general del Instituto de Seguridad Social, titular del Sistema de Radio y Televisión Mexiquense y secretaria de Desarrollo Económico.
Además, secretaria de Acción y Gestión Social del CDE del PRI en el EDOMEX.
Fue la única, pues, que se lanzó en contra del presidente del CDE del PRI ante el silencio ominoso de las priistas de abolengo en el duartismo.
¡Pobrecitas, lo que deben aguantar para conservar la chamba!
2
Quizá, Alberto Silva deseó con su grave estado mental y psicótico referirse, por ejemplo, a la diputada federal, Lillian Zepahua Valencia, la hija del cacique de la sierra de Zongolica, Mario Zepahua, que cuando fue nominada a la curul estaba embarazada.
Pero en fin, quedó como el misógino número uno de Javier Duarte.
3
El impuesto presidente del CDE del PRI por dedazo, fast track, pretendió justificarse luego del niño ahogado y en primera instancia alardeó de su biografía política recordando que fue alcalde, secretario de despacho y vocero y es diputado federal “y cuento con el criterio suficiente para no establecer medida de tal torpeza y barbarie”.
Tal cual, el daño moral, social y político está causado y sólo le quedaría escuchar con prudencia el grito callejero de Andrés Manuel López Obrador de “¡cállate, chachalaca!”.
Y más, por lo siguiente:
Como todos los políticos lo hacen culpó a los medios de “una deformación provocada por los reporteros”, pues, nunca, jamás, afirmó que la prueba de embarazo es requisito para ser candidato.
“Si acaso habría tenido un error gramatical” dijo.
¡Qué poca madre culpar a los medios!
Lo dijo, porque consta a todos.
Pero, además, lo dijo porque en el fondo lo piensa.
Y más en un tipejo frívolo y vanidoso, enamorado de sí mismo, ególatra, petulante y engreído.
Según la nota publicada en los medios, “ante la insistencia (de los reporteros) reiteré que se harían todo tipo de pruebas (para los candidatos, entre ellas, el antidoping y la declaración patrimonial) y de ahí el mal entendido”.
Nada de “mal entendidos”.
La torpeza de Silva Ramos fue, como él mismo dice, una barbarie, y ene millón de veces aceptar su desliz que inculpar a otros.
Simple y llanamente, se le fueron las neuronas (y las patas) en la rueda de prensa.
Más aún si se considera que en el trabajo reporteril, más, mucho más importantes que las preguntas son las repreguntas.
Frívolo, el tuxpeño que tanto se llena la boca hablando de Jesús Reyes Heroles, se manifestó tal cual.
Por alguna razón odia a las mujeres. Quizá, como dice un priista, porque está imposibilitado para dar a luz.
4
Si las dirigentes priistas callaron, también los líderes tricolores.
Ninguno levantó la voz para defender a la población femenina de Veracruz que representa el 55 por ciento del total.
Ni siquiera, vaya, Raúl Díaz Diez, el líder tricolor jarocho.
Quizá pensarán que Alberto Silva será, puede ser, candidato a gobernador, pero, caray, ninguna posibilidad tiene de serlo por más que él mismo cacaree amistad con Aurelio Nuño Mayer, secretario de Educación Pública.
Basta y sobra recordar que en la tendencia de la encuesta histórica, igual que sus colegas diputados Jorge Carvallo junior, Érick Lagos y Adolfo Mota, se mantiene en el sótano.
Y más porque el rechazo priista y ciudadano a todo lo que huela a Javier Duarte y Fidel Herrera está al rojo vivo.
En fin, la secretaria General del CEN del PRI tuvo más agallas, más dignidad, más entereza, para defender a las mujeres priistas de Veracruz con el misógino que Duarte impuso en la presidencia del CDE.
¡Ay, Alfredo Ferrari Saavedra, los priistas te extrañan, pues con todo, nunca, jamás, cometiste tales torpezas y barbaries, y como dice Carolina Monroy, aberraciones!