sábado, abril 26, 2025

Expediente 2015

“El pinche poder”

Luis Velázquez

Nacido en Tamaulipas, donde vendía celulares en el malecón de Tampico, Gabriel Deantes Ramos encontró el paraíso en el duartismo, donde ha alcanzado el más alto nivel de prosperidad económica jamás imaginada en su vida.

Por ejemplo, un par de residencias en el fraccionamiento “Las ánimas” de Xalapa, más una plaza comercial, más un edificio de cuatro pisos. Más lo que se ignora.

Desde luego, nadie dudaría de que es un hombre ahorrativo que nunca ha enfermado ni su familia, ni tampoco han tenido emergencias, y cada día sólo hacen una o dos comidas para ahorrar, como, digamos, el millón y medio de habitantes de Veracruz que así viven, dado la precariedad según el CONEVAL.

Despedido el año pasado a 8 columnas en el “Diario de Xalapa” porque “defraudó mi confianza” según declarara el gobernador, tiempo después fue ungido secretario de Trabajo y Previsión Social, cuando Marco Antonio Yunes se fuera de candidato a diputado federal, quien a diferencia de su engreído hermano Oliver ganara en las urnas.

Ahora, con el síndrome de Hernán Cortés, conquistador del nuevo mundo, tiene en la mira la diputación local por el distrito indígena de Zongolica, donde el ex legislador federal y ex presidente municipal, Mario Zepahua Zepahua, dueño de 110 autobuses de pasajeros, las Adelitas, se le ha tendido al piso, oh paradoja, para su candidatura.

Y, por eso mismo, el presidente del CDE del PRI, su primo hermano, ya lo paseó, de igual manera como él mismo camina el distrito como un advenedizo, un arribista, un oportunista, mejor dicho.

De ser así, entonces, se confirmaría la tesis de que el gobernador se cree y siente el gran dueño de una hacienda porfirista llamada Veracruz, donde puede hacer y deshacer a su antojo, sin que nadie le reproche nada y, lo peor, sin rendir cuentas.

Lo decía Fidel Herrera: “En la plenitud del pinche poder”.

¡Vaya atropello, más que a la democracia, a la dignidad humana del millón de indígenas que pueblan las ocho regiones éticas de la tierra jarocha!

SEÑOR DE HORCA Y CUCHILLO

Durante casi cinco años el señor Javier Duarte ha ejercido el poder y gobernado a su gusto, con unos poderes legislativo y judicial sometidos.

Por ejemplo, al momento ha efectuado 81 despidos, cambios y enroques de funcionarios y nunca, jamás, ha informado las razones de una y otra circunstancia.

Se ha conflictuado con la mayor parte de los actores sociales, económicos y políticos, como si nada.

Ha tomado el pelo a los proveedores y prestadores de servicios con una deuda creciente y le vale.

Se han dado informes documentados del raro y extraño enriquecimiento de una parte del gabinete y se ha pitorreado.

Lo han denunciado de retener las participaciones federales y se ríe.

Ha tratado con escarnio a las víctimas de la inseguridad y ha vejado el dolor de los familiares.

La prensa nacional e internacional ha registrado al pie de la letra su personal estilo de gobernar que ha caminado por el mundo (El País, edición América Latina, le ha publicado 60 reportajes críticos) y le ha valido.

Y, bueno, dueño del día y de la noche, y de las vidas ajenas que se cree, está seguro, cierto, de que fue elegido jefe del Poder Ejecutivo como un capataz de una hacienda porfirista que se impone con el látigo, la macana, el garrote, la amenaza, la intimidación y la exclusión.

Por tanto, en nombre de tanto poder ha decidido imponer al tamaulipeco Gabriel Deantes Ramos como candidato priista a diputado local, háganos favor, por la montaña negra de Zongolica.

Más aún, teniendo al primo hermano en el CDE del PRI.

A LA SOMBRA DEL JEFE MÁXIMO

De hecho y derecho, la normatividad partidista se está ultrajando una vez más.

Por ejemplo, en el fidelato quedó claro que Carolina Gudiño Corro es originaria de Tuxtepec, y aun cuando durante muchos años se avecindó en el puerto jarocho, en el sexenio anterior ocupó cuatro cargos públicos, a saber, directora del Instituto de la Mujer, diputada local y federal y alcaldesa.

Pero en el caso de Deantes apenas aterrizó en Veracruz quizá en el fidelato, acaso en el duartismo, y ha tenido una carrera meteórica a la sombra del Jefe Máximo del Priismo, que ha de sobrevaluar sus méritos, porque no obstante haber defraudado su confianza lo ha resucitado.

Pero más aún, según las versiones encargado de las cuestiones electorales donde, oh sorpresa, muchas oportunidades existen para “ordeñar la vaca”, como es el caso de quien se encarga de las movilizaciones partidistas.

El señor Duarte le ha dado varias oportunidades de cargos de confianza. Y, bueno, ha enaltecido su calidad de vida.

Pero de ahí a lanzarlo a un puesto de elección popular, el Mesías que de pronto llega como un Cristóbal Colón al paraíso, se trata del peor autoritarismo del poder hegemónico y unilateral.

“Yo soy el Estado” clamó Luis XIV cuando tenía 19 años de edad. Ahora, el Jefe Máximo del Priismo se acerca a los 50 años y maneja Veracruz como si fuera un capataz. Impone su ley y le vale. A eso hemos llegado. Ningún respeto para la dignidad humana y política y cultural de la población indígena.

Y todavía, Deantes exclama con cinismo: “¡Estoy limpio! ¡Ya lo dijo el contralor Ricardo García Guzmán!”.

Sólo le faltó exclamar como el diputado Renato Tronco ante la amenaza de desafuero:

“¡Creo en Dios y Dios está conmigo!”.

Y/o como Gerardo Buganza quien en su video cuando hablaba de “un gobierno ciudadano” se puso a llorar.

¡Vaya desfachatez!

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