- En el fondo del abismo
- Desánimo social en Veracruz
- Desencanto duartista
Luis Velázquez
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El momento actual es tan crítico en Veracruz, que tanto políticos como medios hemos caído atrapados en la sucesión del gobernador, mientras resulta mucho más importante ocuparse de las inquietudes de la mujer y el hombre de la calle.
Está claro: la rebatinga por la candidatura de los partidos políticos a la silla embrujada de palacio, porque a tantos suele enloquecer, sólo interesa a las elites como a los medios que ahí, digamos, juegan su destino económico.
Y, en contraparte, nadie se ocupa de la pobreza y la pobreza extrema de indígenas, campesinos, obreros, niños, mujeres y seniles y de un Veracruz que cada vez sangra más por la inseguridad y la impunidad, que son hermanitas gemelos de un continente local arrasado por la turbulencia social.
Durante casi once años, seis del góber fogoso y cinco del duartismo, nos hemos ocupado de los grupos, las tribus y las hordas políticas en la sórdida disputa por el poder, y, bueno, once años de guerra, más el año que resta, terminan por cansar a cualquier pueblo del mundo.
Y, lo peor, a partir de que por el palacio principal de Xalapa han desfilado 73 gobernadores a la fecha, desde el primero, en 1824, Guadalupe Victoria, y la desigualdad social y económica domina la realidad avasallante.
Tan es así que según el CONEVAL, seis de cada diez habitantes de Veracruz están atrapados y sin salida entre la pobreza y la miseria y un millón y medio sólo hacen una comida o dos al día, y mal comidas, dada la precariedad de los salarios de hambre, y/o el desempleo que les atormenta.
Un infierno, pues, como el que se está padeciendo en Veracruz “es difícil de sufrir de una manera indefinida sin que se produzcan sus efectos” como escribiera Joseph Goebbels en su diario el 23 de mayo de 1943.
Veracruz, entonces, a la orilla del precipicio, mejor dicho, en el fondo del abismo, donde más que el hartazgo social contra la elite dominante priva y subsiste la indiferencia mezclada y entremezclada con el desencanto y la desánimo.
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De cara a la elección del candidato priista, el partido político dominante en Veracruz, y en donde las pasiones se revuelcan a la dimensión del lodo, hay una lucha intestina donde cada parte mide su fuerza.
Pero en ningún momento se ocupan y eso que la mayoría de los veinte aspirantes son tricolores de la angustia familiar a quienes el miserable salario resulta insuficiente para garantizar el itacate, y cada quincena, por lo regular, salen corriendo a la casa de empeño para pignorar su único bien disponible, que es el anillo de matrimonio, y que puede valer algunos centavitos.
Tampoco traen los aspirantes, ni menos el gobierno de Veracruz, en la agenda pública el tema de la migración y eso que se ha convertido en el sostén número uno de la economía jarocha, por encima de la caña de azúcar, el café y los cítricos, los cultivos tradicionales que en el siglo pasado mantuvieron a las familias de norte a sur y de este a oeste.
Es más, todos soslayan el dictamen de la investigadora Patricia Ponce (su gran libro “Las guerreras de la noche”) de que Veracruz mudó en un estado productor y exportador de trabajadoras sexuales en el país como una forma de llevar el itacate a casa, aunque cada una disponga de su cuerpo como un negocio.
Y si los políticos que gobiernan y sueñan con ejercer el poder desde la más alta función pública nunca, jamás, se ocupan de la vida cotidiana, menos, mucho menos, los medios, que sólo reproducen las pasiones turbulentas de las cúpulas políticas.
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En la calle otros son los temas de la gente.
Por ejemplo, el salario insuficiente, el dinerito para garantizar el itacate de cada día, los centavitos para pagar la renta, la educación y la salud de los niños, la compra de la ropita, un guardadito por si los niños y los padres ancianos enferman y hasta necesiten hospital, una operación, médico, medicinas, exámenes.
Por ejemplo, vivir y dormir tranquilo, sin la zozobra de un asalto, un secuestro, un familiar desaparecido, y lo peor, rogando a Dios, como dice Enrique Peña Nieto con mucha fe, para que nadie sea asesinado.
En tanto, los políticos y los medios atrás de ellos descifrando si el tlatoani presidencial palomeará a equis o mengano como candidato priista a la gubernatura y si zutano es amigo de tal secretario y perengano de tal otro.
Incluso, ocupados por saber si aquella caña de pescar ha permitido pescar cuando menos algún chucumite en las aguas profundas del Golfo de México.
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Nadie, pues, se ocupa de las inquietudes de la mujer y el hombre de la calle.
Más aún, la moral del pueblo anda tan baja que a nadie importa el abstencionismo a que se ha llegado y que expresa un desarrollo democrático en pañales, conscientes y seguros como están los políticos de que con la mayoría de sufragios, aunque sea una votación baja, de cualquier manera ganan, por más alto, incluso, sea el gasto millonario del Instituto Nacional Electoral.
Hay desánimo en cada ciudadano, contribuyente y elector. Y los políticos y los medios actuamos a sus espaldas.