- Tercero en discordia
- Para la sucesión
- En Veracruz
Luis Velázquez
PASAMANOS: Si el presidente del CEN del PRI, Manlio Fabio Beltrones, y el gabinete político peñista resulta incapaz de planchar a los senadores priistas de Veracruz, Héctor Yunes Landa y Pepe Yunes Zorrilla, y lograr un acuerdo con el señor Javier Duarte, entonces, un tercero en discordia sería el candidato tricolor a la gubernatura de Veracruz.
Está claro: como en la novela “El arlequín”, de Morris West, hay un choque de trenes entre los duartistas y los senadores, y ninguna posibilidad de reconciliación se mira ahora.
Pero además, las partes se mantienen inalterables y sólo un milagro lograría que fumaran la llamada pipa de la paz.
Pero como al mismo tiempo pareciera haberse llegado a un punto sin retorno, entonces, como en “El arlequín”, un tercero en discordia sería el palomeado por Los Pinos, si es que el presidente Enrique Peña Nieto deja hacer y deja pasar, pero de igual manera, y en caso de intervenir, que sea capaz de lograr la concordia partidista.
Es decir, que ni Duarte se saldría con la suya imponiendo candidato ni tampoco los senadores lograrían su objetivo, considerando que desde hace muchos meses se conservan como punteros en la tendencia de la encuesta histórica.
Así, sólo una decisión salomónica se antoja posible, digamos, para que ninguna parte se sienta ultrajada.
Un tercero en discordia que en ningún momento serían Fernando Aportela, subsecretario de Hacienda y Crédito Público, ni José Antonio González Fernández, director del IMSS, primero, porque la elección ya está encima, y en tanto otros aspirantes y suspirantes van por delante, ellos apenas iniciarían el largo y extenso camino, digamos, para posicionarse.
Y ya es tarde, por tanto, el tiempo está en contra de ellos.
Además, ni a Aportela ni tampoco a González Fernández les interesaría meterse a la cueva del lobo, con un hartazgo ciudadano y creciente en contra de todo lo que huela a PRI, y más, como en el caso, porque en la población electoral de Veracruz prevalecería la imagen de que se trataría de una imposición clara y manifiesta.
BALAUSTRADAS: De ser así, se daría, digamos, un candidato local, es decir, un político priista formado aquí, en la aldea, lo que José López Portillo denominaba “el localismo empobrecedor” que, bueno, y ante las circunstancias, sería la única salida más o menos decorosa para el tricolor.
Y desde esa perspectiva hay quienes miran en el secretario General de Gobierno, Flavino Ríos Alvarado, una posibilidad.
Ex diputado local, dos veces secretario de Gobierno, dos veces secretario de Educación, encargado de la política de seguridad en el alemanismo, con un doctorado en Derecho Constitucional en la UNAM, político conciliador que suma, ecuánime y sereno, frío y calculador como ha de ejercerse el poder público, es el único que mantiene un buen karma, una buena vibra, con las elites políticas de Veracruz.
Desde luego, él mismo ha sido categórico, diciendo que en su agenda personal únicamente tiene la Secretaría de Gobierno y sueña con jugar con sus nietos y volver a la notaría pública en Minatitlán, que le permite vivir sin angustias ni premuras económicas y con el tiempo suficiente para la familia, que es ahora la prioridad.
Pero al mismo tiempo, como dijera Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura, si la vocación llama y uno está con enjundia y energía y motivación, sólo queda caminar atrás del llamado superior.
El biógrafo de Flavino dice, no obstante, que “El chino” ni suda ni se acongoja por la, digamos, posible nominación, en caso del choque de trenes, que tampoco visualiza, porque cree con frialdad que hacia el final del día habrá reflexión y prudencia y acuerdos.
ESCALERAS: Mucho habrán de tejer y destejer Beltrones y su equipo, incluido su compadre, el senador Emilio Gamboa Patrón, y hasta Luis Videgaray Caso, secretario de Hacienda, para planchar a Duarte y los senadores y alcanzar un pacto de caballeros, en que todos ganen, ninguno pierdan, y el partidazo salga fortalecido.
Incluso, y dadas las cornadas que se han dado, se antoja que sólo Enrique Peña Nieto, podría, digamos, quizá, reconciliar a las partes, considerando que en el pasado, en el fidelato, cuando ningún estoquete se había atravesado, tomaban cafecito y se llevaban hasta de broma y piquete.
Pero como por ahora se antoja inverosímil, las partes firmes en su postura, un tercero en discordia, ajeno a tales pasiones revolcadas, sería el bienaventurado.
Y tal pudiera recaer en Flavino Ríos, pues si se mira alrededor, la caballada está muy flaca, y pensar en el lado priista en un candidato independiente como dijera Manlio Fabio Beltrones, ni siquiera, vaya, con Gerardo Buganza Salmerón la harían, dado el rechazo tricolor que ha padecido desde el primero de diciembre de 2010 cuando fue ungido secretario de Gobierno.
Tomás Ruiz González, por ejemplo, otro posible tercero en discordia, únicamente con su foto de pocos amigos y sangrón y petulante, ahuyenta a la población electoral.
